“Debemos trabajar para construir una sociedad más inclusiva, cohesionada y justa”
El nuevo Libro Blanco del Tercer Sector Social de Euskadi traza una radiografía rigurosa y sensible de un tejido que representa el 2,4% del PIB vasco y canaliza la labor de 45.000 trabajadores y más de 168.000 voluntarios. En sus páginas se dibuja el pulso de miles de organizaciones que, sin hacer ruido, trabajan para mejorar la vida de muchas personas. Hablamos con Itziar de la Peña, directora de Promoción del Tercer Sector Social y Acción Comunitaria del Gobierno Vasco, para desentrañar qué hay detrás de esta transformación silenciosa y conocer el valor real de este sector.
¿Qué importancia tiene el tercer sector en Euskadi?
Es un sector muy importante. Estamos hablando de 45.000 personas empleadas, a los que hay que sumar los voluntarios. Eso es algo bastante relevante. Además, hay 300 organizaciones más que en la edición anterior. Eso da una muestra del valor que tiene actualmente este sector.
Se cumplen diez años desde la publicación del primer Libro Blanco. ¿Qué cambios ha experimentado el sector en esta década?
En 2016 se aprobó la Ley del Tercer Sector Social de Euskadi. Ese fue un hito porque define y establece quiénes forman parte del tercer sector y les otorga un espacio claro dentro de los agentes sociales y de transformación en Euskadi. Esa ley ha permitido consolidar al sector como un agente social y económico de primer orden. Además, ha generado espacios de trabajo muy importantes.
¿Podría poner algún ejemplo?
La ley establece lo que se denomina “diálogo civil”, que permite que las personas destinatarias de políticas públicas puedan expresar su voz a través de entidades del tercer sector. Esto ha sido un gran avance. Y en paralelo, estos últimos años se ha producido una reestructuración del tercer sector en redes. Eso ha sido clave, porque el 75% de las entidades tienen un volumen económico inferior a 300.000 euros. Son entidades muy pequeñas que, al agruparse en redes, pueden coordinarse mejor, prestar servicios, hacer incidencia social y canalizar el voluntariado.
¿Cuáles son los objetivos de este libro?
En la ley se planteaba la necesidad de contar con un instrumento que permita dimensionar y planificar adecuadamente lo que hace el tercer sector. Necesitamos saber cómo está estructurado, cuántas entidades lo componen, cuál es su evolución así como su impacto económico y social. Pero también hay que identificar los retos a los que nos enfrentamos y saber en qué debemos enfocar nuestros esfuerzos para avanzar hacia una sociedad más inclusiva, cohesionada y justa. El tercer sector trabaja precisamente en esos valores.
En el Libro Blanco se mencionan doce retos. ¿Cuáles destacaría?
Hay varios. Uno muy relevante es visibilizar el bienestar que genera el tercer sector, así como su impacto económico y social. Esto es importante porque si conseguimos posicionar al tercer sector donde merece estar, podremos facilitar que otros agentes —como el mundo académico o las empresas— puedan desarrollar soluciones más integrales, más de país. Ese es otro gran reto: construir marcos colaborativos entre los diferentes agentes sociales. También pondría el foco en el voluntariado, uno de los pilares del tercer sector. Es esencial fomentar su valor comunitario. Tenemos que seguir trabajando en ello.
¿Qué papel juega el tercer sector en la cohesión social del territorio, sobre todo en un contexto tan cambiante como el actual?
El tercer sector trabaja en muchos ámbitos, pero uno de los principales es el socio-transversal, centrado en promover los derechos de los colectivos más vulnerables: personas de origen extranjero, mujeres, mayores, minorías... En ese sentido, se hace mucho trabajo de desarrollo comunitario. También está presente en los servicios sociales –las conocidas como las cuatro contingencias: discapacidad, dependencia, desprotección y exclusión–, y en otros campos relativos al empleo, la salud, el tiempo libre o la educación.
¿Qué caracteriza al tercer sector?
Su diversidad y cercanía. Se centra en la atención directa a las personas y en la intervención social. Eso permite detectar rápidamente las nuevas necesidades. Lo vimos durante la pandemia. Fueron los primeros en salir a la calle y responder. Y seguirán haciéndolo.
¿Cómo es la relación entre las organizaciones del tercer sector y las instituciones públicas?
La coordinación con la Administración es esencial. Se han creado foros estables para trabajar conjuntamente. Un ejemplo es la Mesa de Diálogo Civil de Euskadi, un espacio en el que se encuentran representantes del tercer sector y de las administraciones para colaborar. Dentro de esa mesa se han creado comisiones temáticas, que permiten trabajar de forma más especializada en distintos ámbitos, desde políticas sociales hasta igualdad o infancia. Esa relación estable y bidireccional es básica para desarrollar políticas públicas más eficaces y adaptadas a la realidad.
¿Es la financiación la principal debilidad del tercer sector?
Es uno de sus grandes retos. La mayoría de la financiación es pública. Hacen falta marcos más flexibles y ágiles, con plazos más largos y herramientas jurídicas que se puedan gestionar con mayor rapidez.
¿Qué medidas se pueden impulsar para garantizar su sostenibilidad?
La innovación social, el emprendimiento y los modelos de colaboración mixtos. Son elementos clave para que las entidades pequeñas puedan ganar fuerza y no desaparezcan.
El 74% de quienes trabajan en el tercer sector son mujeres, pero solo el 12% están en puestos de responsabilidad. ¿De qué manera se puede revertir esta situación?
Tenemos una oportunidad muy bonita. Hay muchas personas mayores dejando puestos de responsabilidad, sobre todo en el voluntariado, y eso puede facilitar el relevo generacional.
¿Ese relevo puede ser una palanca para la igualdad?
Sí, porque ahora hay más conciencia sobre la igualdad y se pueden transmitir valores y conocimientos para que no se repita ese desequilibrio entre hombres y mujeres en los puestos de responsabilidad.
¿Cree que la ciudadanía vasca valora lo suficiente la aportación del tercer sector al bienestar de Euskadi?
Espero que sí. El Libro Blanco es una herramienta que promueve el conocimiento de este sector. Estamos trabajando para que la sociedad entienda su importancia.
¿Ese reconocimiento también llega desde las instituciones?
Sí. Es el eje transversal dentro de nuestra planificación estratégica. El tercer sector y el modelo comunitario son prioridades claras.
¿Cómo imagina el futuro del tercer sector en los próximos años?
Espero que siga creciendo y consolidándose. El tercer sector va a tener un papel muy importante en los próximos años.
¿Qué mensaje le gustaría trasladar a la sociedad sobre este sector?
El tercer sector es una infraestructura social y económica de primer orden en Euskadi. Favorece el bienestar colectivo y contribuye a construir una sociedad inclusiva, cohesionada y justa. Es algo en lo que debemos trabajar toda la ciudadanía.
Temas
Más en Sociedad
-
Podemos Euskadi llama a la sociedad a salir a la calle por "los derechos y dignidad de todas las personas"
-
[Fotos] Ezpata dantza de Argia e Ikerfolk Donostia conmemoran a la milenaria Gipuzkoa
-
El aviso por calor se extiende al lunes, que podría registrar hasta 38ºC en Euskadi
-
“La violencia y el racismo no pueden tener cabida en este pueblo”