“Mi primo iba a salvar vidas y le arrebataron la suya”
Fady Radwan, gazatí afincado en Beriáin (Navarra), relata los últimos momentos de su primo Rifaat, uno de los 15 sanitarios asesinados por Israel el pasado 23 de marzo y el que grabó el vídeo que desmiente la versión del ejército hebreo
El vídeo ha recorrido el mundo esta pasada semana. Un coche de bomberos y tres ambulancias circulan velozmente por una carretera del barrio de Tel Sultan en Rafah (Gaza) en dirección a un edificio que acaba de bombardear el ejército de Israel. Van perfectamente identificados: se lee la palabra ambulance en inglés (también en árabe) en los rótulos laterales de los vehículos y las luces y las sirenas avisan de la llegada de ayuda sanitaria a la zona afectada. En un momento dado, las ambulancias se detienen, los sanitarios, ataviados con chalecos de la Media Luna Roja Palestina, descienden de los vehículos y son sorprendidos por las fuerzas israelíes que los acribillan a balazos. Momentos antes de ser asesinado, Rifaat Radwan, paramédico de 23 años y autor del vídeo, grita desesperado entre ráfagas de disparos: “Perdóname, madre, este es el camino que elegí para ayudar a la gente”.
Los hechos ocurrieron el pasado 23 de marzo e Israel aseguró que las ambulancias no iban adecuadamente identificadas y que los atacaron por ser “vehículos sospechosos”. Una semana después, encontraron los cuerpos de quince sanitarios masacrados enterrados en una fosa y, gracias al vídeo grabado por Radwan antes de morir, la Media Luna Roja ha podido denunciar los hechos ante la ONU por crímenes de guerra y desmentir la versión israelí.
A su primo, Fady Radwan, gazatí afincado en la localidad navarra de Beriáin desde hace tres años, se le entrecorta la voz al recordar cómo se enteró del fallecimiento de Rifaat: “Fue el 30 de marzo, el día del Eid al-Fitr –la celebración que marca el final del ramadán–. Escuché en las noticias que habían encontrado los cuerpos de quince sanitarios en Rafah y me preocupé. Después escuché el nombre Rifaat y a las horas mi familia me confirmó que uno de los cuerpos era el suyo. Mi primo iba a salvar vidas y le acabaron arrebatando la suya. Sus padres, en lugar de celebrar el Eid al-Fitr, tuvieron que ir a recoger su cadáver al Hospital Nasser de Khan Yunis”.
Rifaat era el menor de cuatro hermanos y se unió como voluntario a la Media Luna Roja tras los atentados del 7 de octubre de 2023. A su madre, relata Fady, no le hacía mucha gracia, porque en Gaza los sanitarios también son objetivos de misiles, drones o tanques. De hecho, según la Media Luna Roja, desde el inicio de esta ofensiva han muerto en la franja más de 1.000 trabajadores sanitarios. “Era un chico increíble, guapo y una persona maravillosa y el único sostén de la familia”, cuenta Fady que se lamentaba su madre tras el entierro.
Aunque habla un casi perfecto castellano, Fady no encuentra palabras para describir el dolor que soporta desde octubre de 2023. “Desde entonces he perdido a 107 personas entre familiares y amigos. Todos los días me levanto y veo a ver si tengo algún mensaje por si le ha pasado algo a mi familia”, relata.
Salida de Gaza en 2006
Fady, periodista de profesión, nació en Jabalia, al norte de Gaza, hace 44 años y tras trabajar en el gabinete de comunicación del expresidente palestino Yasir Arafat decidió salir de Gaza en 2006 en busca de un futuro mejor que el que le esperaba en la franja, que la define como “una cárcel al aire libre”. “Conseguí un visado para viajar a Cuba y después vine a España. He estado viviendo en Sevilla, en Madrid, en Santander... Hace tres años mi mujer, mi hija y yo nos afincamos en Beriáin y ahora estoy trabajando como vigilante de seguridad en una empresa de construcción”, indica. El resto de su familia, sus dos padres, nueve hermanos y unos cuantos tíos, primos y sobrinos, sobrevive bajo la sombra de la muerte que se aparece a diario en forma de bombas y también de platos vacíos. Porque tras un año y medio con la franja bloqueada y con cientos de camiones de ayuda humanitaria varados a las puertas de Rafah el hambre también se cobra la vida de los gazatíes. “Muchas personas están comiendo alimentos para animales: comida de perros, de gatos, de caballos... Tampoco hay agua, la gente coge agua del mar y la hierve para quitarle la sal. También están empezando a tener muchos problemas de piel porque llevan meses sin ducharse. Es todo muy duro”, expresa Fady, que lleva meses peleándose con la burocracia para conseguir traer a sus familiares a España: “Yo tengo nacionalidad española desde hace años, pero siempre me dicen que tengo que esperar. Pero, ¿a qué? ¿a que maten a toda mi familia? Mis padres son mayores y están enfermos y ojalá que al final consiga traerlos aquí. Si les pasa algo lo denunciaré, porque será responsabilidad del Gobierno de España”.
El miedo que siente por su familia está fundado en todos los horrores que sus ojos han visto dentro de Gaza. Fady conocía a gente que ha muerto tras caerle una bomba encima; a su tío de 92 años un francotirador le pegó un tiro en la frente mientras estaba sentado en la puerta de su casa; su sobrino segundo, que con 18 años se fue a Egipto a estudiar Medicina, ahora es el único miembro de su familia después de que sus padres y sus hermanas pequeñas muriesen bajo los escombros de su propia casa; y decenas de sus excolegas han sido asesinados en estos meses por Israel, que ha convertido a la verdad en objetivo directo de sus ataques: en año y medio han perdido la vida más de 200 periodistas palestinos.
“Hay gente que lo ha perdido todo”
De Gaza salen historias de todo tipo, a cada cual más cruel, y el dolor que sienten los palestinos –de dentro y fuera de la franja– es tan grande que se vuelve insoportable. “Hay gente que lo ha perdido absolutamente todo y que quiere morir de todo el sufrimiento que padece. Muchas personas dicen: “Ojalá haber muerto al principio de la guerra para no haber sufrido todo esto”. Son palabras muy duras...”, comenta Fady, que no puede evitar emocionarse al recordar el día que el profesor de su hija de cinco años le dijo que la notaba triste: “Se me clavó algo en el corazón, porque mi hija nos ve sufrir a nosotros y ella también se pone triste. Nos pregunta mucho por sus abuelos, a los que no conoce en persona, pero, ¿qué le vamos a contar a ella? Solo tiene 5 años...”.
Ahora lo único que pide es que haya un alto al fuego definitivo, que la población gazatí pueda respirar y dormir sin el miedo de no saber si se despertarán al día siguiente. Pero es consciente de que la situación es complicada. “La solución está en manos de Egipto y, sobre todo, de Trump, porque EEUU es quien está detrás de Israel y ahora mismo parece que no le interesa que se mantenga la guerra en Gaza, aunque luego quiere echarnos a dos millones de palestinos para construir una riviera. Sentimos que somos ciudadanos de tercera, que nuestras vidas valen menos que las de otros. Y, aquí, el Gobierno de España reconoció al Estado de Palestina, pero luego sigue vendiéndole armas a Israel”, denuncia.
Fady, que muestra una fotografía de Rifaat en su móvil, espera que su primo sea la última víctima de su familia y hace un llamamiento al Gobierno para poder traer a sus familiares más cercanos a España: “Soy palestino y soy ciudadano español, no puedo esperar más, porque esperar significa que mi familia puede morir”.
Temas
Más en Sociedad
-
Esta es la razón por la que los bots no pueden marcar la casilla 'No soy un robot'
-
Entra en vigor la prohibición de inscribir directamente a los bebés nacidos por gestación subrogada
-
Los guipuzcoanos somos los que ‘mejor’ vivimos, pero estamos enfadados con el poder público
-
La formación profesional en Euskadi: una puerta hacia el empleo