El accidente en el que dos menores, uno en estado grave, resultaron electrocutados el pasado sábado en Usurbil ha puesto en duda las medidas de seguridad que deben cumplir las torres eléctricas para evitar desgracias como ésta. Según explica la profesora de Ingeniería Eléctrica de la UPV/EHU, Oihane Abarrategi, estas instalaciones deben de cumplir una distancia de seguridad y deben de estar correctamente señalizadas, pero aislarlas con vallas o con protección antiescalada solo es una recomendación.
La primera medida de seguridad que toda torre eléctrica o apoyo eléctrico debe cumplir es la de la distancia de seguridad. “Los conductores deben de estar siempre altos, a cierta altura, separados de las personas, evitando que puedan alcanzarlos con facilidad, sobre todo en zonas de paso”, cuenta Abarrategi.
A ello hay que sumar una correcta señalización. “Tiene que haber letreros que indiquen que existe riesgo eléctrico y riesgo de muerte. Estos paneles deben de ser visibles en todo momento”, añade.
“Tiene que haber letreros que indiquen que existe riesgo eléctrico y riesgo de muerte. Estos paneles deben de ser visibles en todo momento”
Además de ello, es recomendable que haya elementos como vallas o verjas que impidan el acceso a la torre, así como protecciones de antiescalada, algo que “habitualmente no pasa”. “Hay que evitar que las personas puedan subir a ellas y, aunque es más normal ver apoyos aislados, principalmente de compañías eléctricas, no es raro encontrar otras que se encuentren abiertas”, indica la profesora de la UPV/EHU.
La torre eléctrica situada en el polígono industrial Osinalde es un claro ejemplo de ello, ya que carecía de cualquier plataforma que evitara el acceso. “Por las imágenes que he podido ver, cumplía la medida de distancia de seguridad, ya que no había ningún edificio al lado, por lo que habría que comprobar si la señalización también era la correcta”, explica, asegurando que, a priori, todo hace indicar que el apoyo sí contaba con paneles informativos del peligro.
El mantenimiento, a cargo del particular
Tal y como dio a conocer Iberdrola el lunes a través de un comunicado, la torre de alta tensión pertenece a un particular, que debe ser el encargado de colocar las medidas de seguridad y de llevar a cabo el mantenimiento de la instalación. “La mayoría de las torres pertenecen a la compañía eléctrica, luego a la Red Eléctrica Española y, por último, a un particular, como puede ser un pabellón industrial o una central fotovoltaica que desea tener un apoyo eléctrico bajo su control. Incluso una comunidad de vecinos puede decidir instalar una para su gestión, aunque esto es poco habitual”, indica Abarrategi.
Para poder solicitar la instalación de una torre de alta tensión privada es necesario presentar un proyecto que se ajuste a la normativa vigente a la compañía eléctrica o a la Administración pública. “Ellos deben analizar que se cumplen todos los requisitos y en caso de que así sea se procederá a su ejecución”, explica sobre un trabajo que llevan a cabo los propios operarios de Iberdrola.
Una vez puesta en marcha, tanto su mantenimiento como las revisiones estipuladas en la normativa recaen en su propietario. En caso de no cumplirlas, este puede estar expuesto a sanciones. “Cada caso y cada situación es diferente, por lo que siempre hay que mirar uno a uno. Es habitual, por ejemplo, que un mismo apoyo tenga líneas de diferentes propietarios, por lo que en el caso de Usurbil habrá que analizar bien para determinar si ha habido algún fallo”, apunta.
Tanto Iberdrola como el Ayuntamiento de la localidad han quedado a disposición de la investigación abierta por la Ertzaintza, que será la encargada de determinar si se ha incumplido o no alguna norma de seguridad.