Decenas de guipuzcoanas y guipuzcoanos se desplazan hasta el aeropuerto de Loiu para emprender o regresar de sus viajes. Con una mayor oferta, también tiene el inconveniente de las turbulencias. Sobre todo en días con determinadas condiciones meteorológicas.

A ellas se ha referido el piloto de Volotea Iñigo Erezuma: “A ver, se mueve, no te voy a engañar: es una realidad, lo podéis ver en los vídeos y si lo habéis vivido alguna vez, se mueve bastante”.

El piloto vizcaino tiene Bilbao como base desde septiembre. Conoce bien la orografía que provoca esas turbulencias, pero no le lirba de malas pasadas. Hace poco más de un mes fue la última: “Justo fue en Reyes y casi no llego a casa. El 5 de enero tenía cuatro vuelos y había viento sur. No sé a dónde íbamos. Creo que uno era a Oporto y el otro, a Málaga, y a la vuelta, terminamos aterrizando en Vitoria. Se movía bastante...”.

“La gente nos aplaudió, cuando normalmente se enfada cuando vamos al alternativo”, ha explicado Erezuma entrevistado el podcast Sí soy, donde ha aprovechado para tranquilizar sobre las turbulencias que tanto pavor generan en algunos pasajeros: “Siempre digo lo mismo: si el avión lleva velocidad, está más que comprobado que puede soportar más o menos, pero es improbable que se rompa”.

“Pones una velocidad media tanto si te desplazas como si no. Si se mueve mucho, controlas la velocidad y a pasar la turbulencia. ¿Es incómodo? Sí, es incómodo”, añade Erezuma, que cree que en un avión, la zona próxima a las alas es la que menos sufre en una turbulencia, “porque estás justo en el medio, y lo que está más atrás y adelante tiene mucho más movimiento. La cola siempre dicen que es donde más”.

"No es moco de pavo"

En el caso de Loiu, conocer el entorno siempre ayuda: “Si no estás hecho a la zona, que les puede pasar a tripulaciones que vienen de fuera, les pasa que están esperando o se van al aeropuerto alternativo. Los que volamos aquí bastante o sabemos de la orografía, sabemos que hasta los 2.000 pies, un pelín menos que los 600 metros de altura, se mueve, pero luego ya la cosa se baja bastante. No es moco de pavo, pero se puede aterrizar bien”.

Aviones aparcados en el aeropuerto de Loiu Juan Lazkano

Pese a que estuvo sobre la mesa que el aeropuerto de Vitoria se convirtiera en el aeródromo de referencia vasco gracias a sus condiciones meteorológicas y facilidades para una posible expansión, la apuesta por Bilbao llevó en el año 2000 a la inauguración del aeropuerto de Loiu donde antes estaba el de Sondika. Decisión que no estaba exenta de dificultades.

“Lo más llamativo es la orografía que tenemos”, describe el piloto de Volotea, que si hacia el norte está el mar, “por el sur, es muy bonito Bilbao y Bizkaia y tal, Gorbea, Ganekogorta… pero genera muchas ondas orográficas y lo que hace es moverse. Con el monte Serantes, lo mismo, es muy bonito, pero está en la aproximación a la pista 12 y se mueve. Cuando se puede, se intenta evitar y se vira más tarde para no pillar esa turbulencia”.

Bruscos movimientos más frecuentes en jornadas de fuerte viento sur por encima de los 40 kilómetros por hora. Más aún si ese viento es cruzado, o de costado, como reconocía en una entrevista el comandante Francisco Cruz: “El hecho de que el viento incida en los montes que hay en Bilbao de determinada manera, sobre todo con viento cruzado, nos ocasiona turbulencia. La orografía juega un papel, pero debido al viento”.

Un avión aterrizando en el aeropuerto de Loiu afectado por fuertes rachas de viento. Luis Tejido / Efe

Aeropuerto alternativo

Como le ocurrió en Reyes a Erezuma, las condiciones de un aeropuerto pueden obligar a aterrizar en otro alternativo. Todo esto está fijado antes de que el avión vuele: “Antes de despegar ya sabemos cuándo vamos a llegar al destino más o menos, cuánto tiempo tenemos para esperar en caso de no poder aterrizar, cuántas veces podemos intentarlo y cuál es el aeropuerto alternativo”.

La decisión de aterrizar en otro aeropuerto, como suele ocurrir en algunas ocasiones en el aeropuerto de Hondarribia, “depende mucho de la compañía y del estado de la meteorología”. En el caso de Loiu, explica Erezuma, “muchas veces nos dicen de ir a Santander, pero si Bilbao está mal, pues antzeko-parecido. Vitoria, por mucho que esté abierto 24 horas, los fines de semana no tienen agentes de handling, que son los que ayudan a bajar pasajeros, por lo que es tontería”.

En otras situaciones la opción más viable, pese al engorro para el pasajero, es regresar a origen: Depende de la compañía. Vueling, por ejemplo, tiene la base en Barcelona, entonces, te mueven allí y te pueden meter en otro vuelo o, es una faena, en autobús”.