La doctora en Psicología y Educación Catherine L’Ecuyer analiza desde hace años la utilización de las herramientas tecnológicas en el ámbito de la educación. Tras realizar varias investigaciones y escribir libros como Educar en la realidad, cuenta con una opinión clara sobre el asunto: “Es un problema de salud pública”.
La experta canadiense, ahora afincada en Madrid, ha comparecido esta mañana en el Parlamento Vasco en la comisión de educación, a petición de EH Bildu, para exponer su opinión respecto al uso de las tecnologías en la enseñanza.
En el ámbito educativo, para L’Ecuyer cobra vital importancia “entender las necesidades de los niños y adolescentes”, y añade que “muchos centros escolares han incluido la tecnología en sus aulas haciéndose la pregunta equivocada: ¿Podemos incluir la tecnología? En lugar de, ¿debemos incluir la tecnología?”.
“Si ahora la mayoría de la sociedad cree que las herramientas tecnológicas son beneficiosas para la educación es porque nos hemos visto inmersos en una de las campañas publicitarias más grandes de la historia”, ha afirmado L’Ecuyer.
Edad pediátrica
Ha explicado que desde los 0 hasta los 6 años “los estudios confirman que los niños aprenden a través de sus experiencias sensoriales o de las interacciones con otros humanos”. Sin embargo, a día de hoy constata que la tecnología no aporta a la educación de los pequeños, pues "los niños no son capaces de trasladar en su mente una imagen de 2 dimensiones a un plano de 3 dimensiones."
En el ámbito de la escritura, ha citado a Aristóteles y María Montessori, para afirmar que “la lectoescritura se aprende mejor con la escritura a mano, pues sabemos desde Aristóteles, luego lo dijo Montessori, y hoy lo confirma la neurociencia, que el movimiento inteligente de la mano es clave para el buen desarrollo del cerebro".
Además, ha añadido que en edades más avanzadas, “las pantallas incitan a nuestros jóvenes, tanto en las aulas como en los hogares, a la multitarea tecnológica, lo cual acaba mermando la atención sostenida, una de las funciones ejecutivas claves para el aprendizaje”. La Academia Americana de Pediatría, por su parte, recomienda no utilizar ningún tipo de pantallas desde el nacimiento hasta los dos años y el uso límite entre los dos y los cinco sería de menos de una hora diaria.
“Si ahora la mayoría de la sociedad cree que las herramientas tecnológicas son beneficiosas para la educación es porque nos hemos visto inmersos en una de las campañas publicitarias más grandes de la historia”
Antes de incorporar la tecnología en las aulas, según L’Ecuyer, es necesario probar que su introducción puede tener beneficios y no va a tener perjuicios, y después hay que hacer un balance para ver cómo incluirla. “¿Se ha hecho eso? Me temo que no”, ha añadido, a lo que ha agregado que “la sociedad está asistiendo a un experimento a gran escala que está causando grandes perjuicios”.
Son muchos los que se han visto sorprendidos al ver la rapidez con la que muchos niños consiguen manejar herramientas tecnológicas. Pero L’Ecuyer advierte de que “tu hijo no es muy inteligente por saber usar una tablet en cinco minutos, el que es inteligente es el ingeniero que la ha diseñado para que eso ocurra”. La experta, que cuenta con un blog con más de 2 millones de visitas, y asegura que ha recibido muchos mensajes de padres y madres “pidiendo ayuda”.
Para L’Ecuyer, la innovación y la ciencia no tienen los mismos ritmos: “El ritmo de la innovación es rápido, y la industria tecnológica responde a una lógica comercial que consiste en introducir productos nuevos en el mercado, diseñándolos para tener una vida útil limitada, obligando continuamente a los consumidores a sustituir un modelo o un producto por otro más reciente. Por otro lado, el ritmo de la ciencia rigurosa y bien hecha es lento.” “Esa doble velocidad nos urge a adoptar actitudes de prudencia y de precaución”, ha añadido.
Una gran industria
La experta afirma que las nuevas tecnologías han entrado a la fuerza en las aulas porque detrás hay un conflicto de intereses muy grande. “Es esta misma industria la que, dedicando muchos millones a presupuestos de marketing, bajo la bandera de la responsabilidad social corporativa, patrocina gran parte de las investigaciones sobre sus productos, engatusa a los directores de los colegios con invitaciones o regalos, y paga cátedras en universidades sobre asuntos que pueden impactar en la regulación de sus actividades, como por ejemplo la protección de datos”, ha recalcado.
“ninguna evidencia apoya la introducción de la pantalla en la infancia”
Recientemente, la Agencia Vasca de Protección de Datos apercibió al Gobierno Vasco por no evaluar el impacto que puede tener el uso en las aulas de Google Workspace for Education, que exponía los datos de al menos 400.000 estudiantes. “No os hacéis cargo de la longitud del brazo de las empresas tecnológicas en el sector educativo”, ha concluido.