“Implicarte con el asociacionismo depende de tu grado de enamoramiento de la vida”
Tres entidades sociales guipuzcoanas reflexionan sobre el presente y el futuro del tejido asociativo
Representan a tres generaciones unidas por una firme convicción: la entrega de su tiempo como aportación social. Casi podría decirse que Antonio Campos, Palmira Dual e Iñaki Tolaretxipi nadan a contracorriente. Al menos, si se repara en el galopante individualismo que se abre paso en una sociedad cada vez más consumista y encantada de mirarse al ombligo. Frente a ese escenario, aseguran, “implicarte con el asociacionismo siempre dependerá de tu grado de enamoramiento de la vida”.
Campos, de 82 años, es el más veterano, y a juzgar por su dilatada trayectoria vital, parece una persona profundamente enamorada. Su filosofía de vida se resume en una frase: si quieres ser feliz, haz algo por los demás. “Igual lo que se echa en falta hoy en día es un mayor compromiso. La situación de las asociaciones ha cambiado radicalmente y cada vez es más difícil encontrar personas voluntarias para las directivas”.
Este oriotarra, que presidió la confederación de ikastolas, fundó el club de remo de Orio y es miembro de honor de Euskaltzaindia es a su vez un jubilado muy activo al frente de la asociación Helduak adi!, entidad que agrupa a personas mayores que trabajan por el desarrollo integral del colectivo.
“Tenemos unos jóvenes muy preparados, una juventud de categoría, pero creo que hace falta abrirles nuevos caminos”
No es amigo de hacer cargar a la juventud con la pesada losa de la responsabilidad del tejido asociativo. “Tenemos unos jóvenes muy preparados, una juventud de categoría, pero creo que hace falta abrirles nuevos caminos”, reflexiona en voz alta.
Dual, mujer de etnia gitana y euskaldun
Dual es integrante de ese mismo colectivo que menciona Campos. Esta irundarra de 28 años, mujer de etnia gitana y euskaldun, es coordinadora de la Asociación Kera, una entidad feminista desde la que ejerce el activismo desde hace una década.
Trabaja en el empoderamiento de las mujeres y en la lucha contra los estereotipos. “Es necesario que las mujeres encuentren una mayor estabilidad, aunque no es nada fácil en esta sociedad ser mujer y gitana”, advierte la joven.
Entre ambas generaciones, la de Campos y Dual, se sitúa Iñaki Tolaretxipi, director de Landarbaso Abesbatza, la coral errenteriarra que ha cosechado más de una veintena de premios internacionales tras más de tres décadas reivindicando el trabajo coral. A sus 53 años, este doctor en Ingeniería Industrial y profesor de la UPV/EHU reconoce que el coro “es algo así como una gran familia”, cada vez más numerosa. En la actualidad la integran 250 miembros.
“El compromiso con la asociación de un niño de ocho años, inevitablemente, pasar por sus padres, pero hay quienes anteponen sus propios intereses”
Los tres han intervenido esta semana en una jornada organizada por la Diputación Foral, que ha reunido a más de 220 representantes de asociaciones de todo el territorio, y que inaugura la programación conmemorativa del milenio de la primera referencia documental de Gipuzkoa. El objetivo del encuentro es trazar una nueva estrategia que revitalice el tejido asociativo ante los desafíos de una sociedad cada vez más compleja. “Las asociaciones son la columna vertebral de nuestra comunidad. Entre todas y todos debemos mantener viva la fuerza del asociacionismo, es algo prioritario”, asegura la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, que muestra su preocupación por la falta de relevo generacional.
De ahí que sea tan importante escuchar el testimonio de personas experimentadas como Campos, Dual y Tolaretxipi.
“Han cambiado muchas cosas”
“En el asociacionismo han cambiado muchas cosas. De hecho, hay muchas personas que actualmente desconocen lo que es una asociación”. Si algo destaca el director de Landarbaso Abesbatza es la palabra compromiso, con una acepción más amplia de la que cabe suponer. “Si hablamos del compromiso con el coro de un niño de ocho años, inevitablemente ese compromiso va a pasar por sus padres, pero hay quienes no lo entienden así y anteponen sus propios intereses”, lamenta.
El buen funcionamiento de una asociación es, desde ese punto de vista, fruto de un esfuerzo colectivo, de cada uno de los integrantes de la sociedad. Así se desprende de otra de las situaciones que alude Tolaretxipi. Puede darse el caso, según explica, que un integrante adulto del coro esté pendiente de un permiso laboral para viajar que no acaba de llegar por parte del jefe, que parece no comprender la importancia del encuentro, cuando ya se han comprado todos los billetes para que viaje al extranjero el grupo a un certamen internacional. Son situaciones cotidianas. Piedras en el camino que encuentra a diario el asociacionismo y el voluntariado.
Una investigación de la Universidad de Deusto revela que a pesar del individualismo de la sociedad, el territorio registra un crecimiento sostenido de las asociaciones desde los años 80
La veteranía de Campos le permite mirar hacia atrás para contextualizar el momento actual. “Cuando era joven, todo estaba por hacer. Ahora quizá existe un perfil más técnico. El compromiso antes era exclusivamente voluntario, mientras que ahora hay cada vez más profesionales en las asociaciones”, reflexiona.
Un argumento que retoma Tolaretxipi para despojar a esa creciente profesionalización de toda carga negativa. “Es necesaria en la medida en que va creciendo una organización, pero esa profesionalización no tiene por qué incidir negativamente en la asociación, ni hacerle perder sus señas de identidad”, advierte.
Y al hablar de señas de identidad, Dual reconoce que la comunidad gitana “siempre ha sido bastante antisistema”, por lo que mantener viva la asociación pasa por ir al encuentro de las mujeres. “Si esperamos a que ellas den el paso, no lo van a hacer. Hay que ir a buscarlas, de ahí que sea tan importante la figura de los mediadores. Es clave tener personas de referencia, algo que aprendí de mis padres. Los mediadores se convierten en personas de referencia que inspiran confianza en otras personas, y de este modo se pueden ir sumando más integrantes a la asociación, conformando grupos. Nuestro objetivo ahora es que esos grupos de mujeres que se van formando tengan cada vez más estabilidad”, desvela.
Búsqueda de nuevas respuestas
Lo cierto es que la realidad del asociacionismo está cambiando y las nuevas circunstancias exigen encontrar nuevas respuestas. “Queremos identificar esas soluciones desde la colaboración para reforzar nuestros valores comunitarios”, según avanza la diputada general. Para Mendoza, la celebración de los mil años desde la mención escrita más antigua de Gipuzkoa, que las instituciones del territorio están organizando bajo el lema Ipuzkoa. Izanetik izena 1025-2025, servirá para “reforzar los fuertes valores comunitarios”.
“Es importante buscar a mujeres líderes que atraigan al resto al movimiento asociativo”
Todo ello requiere de un conocimiento lo más detallado posible de la actual situación. A este respecto, un estudio presentado por Martin Zuñiga, profesor e investigador de la Universidad de Deusto, revela que a pesar del individualismo creciente, el territorio registra un crecimiento sostenido de las asociaciones desde los años 80.
En 2020, expone a modo de ejemplo, se crearon en Gipuzkoa 159 nuevas agrupaciones distribuidas en 40 localidades, con Donostia a la cabeza, seguida de Irun, Hondarribia y Eibar. Según los datos aportados por la Diputación, en los últimos cinco años se han creado 1.128 nuevas asociaciones en el territorio, y 2.467 han actualizado sus estatutos, lo que sugiere que al menos 3.595 permanecen activas en este periodo. Zuñiga advierte un cambio cualitativo en el perfil de estas entidades. La tendencia actual apunta hacia una mayor sectorización y profesionalización, en contraste con el asociacionismo colectivo y reivindicativo de décadas atrás.
En los últimos cinco años se han creado 1.128 nuevas asociaciones, y 2.467 han actualizado sus estatutos, por lo que al menos 3.595 permanecen activas en Gipuzkoa en este periodo
Otro estudio presentado por Andoni Eizagirre, profesor e investigador de Mondragon Unibertsitatea, revela que existe una amplia tipología de asociaciones. El rico capital social de Gipuzkoa comprende desde asociaciones vecinales y deportivas hasta redes más informales, como las cuadrillas y las comisiones de fiestas, que también cumplen un papel esencial en la construcción del sentido de comunidad.
Tolaretxipi cree que la manera que tiene cada persona de organizar el tiempo libre “depende del grado de enamoramiento de la vida, de preguntarse: ¿qué puedo hacer en favor de la sociedad?”. Dice que es difícil entregar horas del tiempo libre si no se valora lo suficiente la importancia de una asociación.
“Necesitamos proyectos que despierten ilusión”, sostiene Campos, y añade que a su vez son determinantes las personas que ejercen de líderes para guiar todo el proceso. Se trata de una cuestión que preocupa profundamente a Tolaretxipi. “Mi hija, por ejemplo, es una líder y no lo sabe. Tiene luz, empatía, capacidad de escucha y de trabajo en equipo. Como ella hay mucha gente. Los líderes se crean en torno a un grupo, no se puede poner un anuncio para buscarles”, asegura.
La joven irundarra coincide con el director de Landarbaso Abesbatza en la importancia de “buscar a mujeres líderes que atraigan al resto”. Para ello, dice, hace falta “darles recursos y promover su participación. Trabajamos con muchas asociaciones de mujeres a nivel estatal. En nuestro caso quizá lo que más falta hace es conocernos más en la sociedad, ya que existe un gran desconocimiento hacia nosotras en la comunidad no gitana. Es necesario -según observa- favorecer el encuentro para romper estereotipos”.
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