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Enrique PonteArquitecto y autor del libro 'La construcción de la ciudad y del territorio. Gipuzkoa 1976-2010'

“Donostia se acaba: las propuestas a nivel residencial consisten en buscar resquicios”

El arquitecto Enrique Ponte desgrana las claves de la ordenación territorial de Gipuzkoa y su construcción y evolución en su último libro

“Donostia se acaba: las propuestas a nivel residencial consisten en buscar resquicios”Ruben Plaza

El pasado noviembre la diputada de Movilidad, Turismo y Ordenación del Territorio, Azahara Domínguez, presentó en Donostia el libro La construcción de la ciudad y del territorio. Gipuzkoa 1976-2010 del reconocido arquitecto Enrique Ponte; un trabajo que da continuidad al estudio que supuso su tesis doctoral: La construcción de la ciudad: Gipuzkoa 1940-1976. Según la diputada, es un estudio esencial para entender de dónde venimos y a dónde vamos y que ayuda a “las personas que debemos tomar decisiones sobre la ordenación del territorio”. NOTICIAS DE GIPUZKOA ha entrevistado al arquitecto donostiarra.

¿Cuándo comienza a diseñarse y cómo la Gipuzkoa que conocemos hoy?

Si partimos de la época del Franquismo, Gipuzkoa fue un prototipo que se impulsó en relación con la ordenación del territorio para hacer un modelo que luego sirviera para el resto de las provincias.

¿Una avanzadilla? 

Y eso fue impulsado por un arquitecto originario de Elgoibar, que era Pedro Muguruza. Muguruza fue el primer director de arquitectura de España, de la época de Franco; y era de su pura confianza, porque de hecho fue el autor del Valle de los Caídos. Y además hubo otro arquitecto, que fue el primer director de Urbanismo cuando se creó el Ministerio de la Vivienda, que era de Donostia, de la calle Esterlines, de la Parte Vieja: Pedro Bidagor. Bueno, pues estos dos, tomaron a su provincia de origen como modelo para replicar.

¿Y cómo fue?

No prosperó, sobre todo porque en el urbanismo y en la ordenación del territorio no solamente hay que planificar, sino que luego hay que gestionar. Porque una planificación sin gestionar es un documento que se queda en un cajón, no vale para nada. A pesar de todo, Gipuzkoa sí era un modelo. Y a partir de los 50 hubo un crecimiento notable con la llegada de la migración. Ese fue un momento destacado y en aquel momento se daba la circunstancia de que no había viviendas para todos. Y esta gente trabajadora que venía a Gipuzkoa fundamentalmente, y también Bizkaia, pues tenían que vivir en viviendas compartidas que se les alquilaba, con derecho a cocina; o sea, se les alquilaba una habitación con derecho a cocina. 

"Con la migración en los 50, empezó el desarrollo intenso de viviendas para responder a una necesidad, pero se hizo de una manera no adecuada"

No ha pasado tanto tiempo de eso.

Así es. A partir de entonces hubo un impulso de desarrollos residenciales. Te pongo el ejemplo de Errenteria, porque he sido arquitecto municipal de Errenteria. Y ahí empezó ese desarrollo intenso de viviendas para responder a una necesidad, pero se hizo de una manera no adecuada porque no se urbanizaba: no había aceras, no había instalaciones, no había equipamientos, sino simplemente eran casas para alojar a la gente que necesitaba, lógicamente, viviendas. 

¿Hasta cuándo se contruyó así? 

Llegó un momento que la situación era tan caótica, que la gente que ya vivía en sus casas, exigía, y con razón, que la ciudad estuviera urbanizada, que tuviera equipamientos, que hubiera casas de cultura, etcétera y se agruparon. A partir de ahí ya muere Franco y empieza una nueva situación. 

¿Cómo influyó en la ordenación del territorio el fin del Franquismo y la llegada de la democracia?

Al pasar de un régimen dictatorial a uno democrático, se pasó de un Urbanismo que se organizaba desde la central del Ministerio de la Vivienda de Madrid, a uno más cercano impulsado desde el Gobierno Vasco y las diputaciones forales.

¿Más apegado al terreno?

En el primer instante lo que se hizo, aparte de recibir las transferencias, fue rehacer los planeamientos de cada uno de los municipios. Gipuzkoa se destacaba porque como consecuencia de todas estas operaciones que he comentado de Muguruza y de Bidagor, los municipios tenían en general planes generales. No eran buenos, pero los tenían. Y en aquel momento del cambio político se entendió que había que modificarlos y sustituirlos por otros nuevos. Hubo un proceso muy importante para adaptar los municipios de mayor entidad, las villas industriales. Y eso se consiguió. Fue un proceso complicado porque cada grupo político tenía sus propias ideas, los vecinos exigían otras cosas, con lo cual hubo unos debates interesantes.

Enrique Ponte

Imagino que la industria también tendría qué decir en ese debate.

Bueno, en aquel momento la industria tenía fases de crisis; entonces se daba una circunstancia, que abandonaban lugares estratégicos de cada municipio y quedaban las instalaciones ahí abandonadas. Eran los años 70. Por ejemplo, en Errenteria desaparecieron del centro de la ciudad la fábrica de tejidos de lino, Niessen, Fabril Lanera… o sea, una serie de empresas, pero que estaban además situadas en el pleno centro, en el corazón del municipio.

¿Y cómo se hizo la digestión de todo ese espacio abandonado?

Ahí hubo un proceso muy importante de recuperación de esos espacios destinados fundamentalmente al uso residencial, pero con una forma distinta a la que se había llevado durante el desarrollismo de la época de Franco. La idea era, no ya meter viviendas, sino incorporarlas dentro de una estructura urbana, con sus plazas, paseos, alamedas, etcétera. Y por ejemplo, Errenteria pasó en unos años de ser una ciudad industrial que se llamaban la pequeña Manchester, a convertirse en una ciudad en la que desaparecieron todas las empresas fabriles (bien porque habían abandonado la actividad por la crisis o porque necesitaban más espacio y se iban a los polígonos industriales). Y yo ahí quiero insistir en el término: la construcción de la ciudad.

Esa mentalidad del gran San Sebastián como metrópolis no existe. Se contempló en 1942, pero no se creó un órgano gestor y fracasó”

¿Qué significa eso?

La construcción de la ciudad con buenas normas quiere decir que la ciudad no es encajar unos bloques de vivienda, sino hacer piezas urbanas de interés, que tengan su plaza para la relación de los vecinos, que tenga su equipamiento, o sea, que formen pequeños núcleos urbanos, pero auténticas ciudades, no barrios dormitorios. 

Usted le ha dedicado este segundo libro al periodo post-Franquismo. ¿Por qué esa separación?

La novedad quizás de este segundo volumen respecto al primero es que aparecen fundamentalmente las redes de comunicaciones. El desarrollo del automóvil, las nuevas tecnologías, etcétera, provocaron esa necesidad de situaciones que fueron muy complejas, no sólo por el aspecto técnico, sino por el aspecto social y reivindicativo de determinados grupos que estaban en contra de esas infraestructuras. Uno de ellos, por ejemplo, es la Autovía de Navarra; o la nueva red ferroviaria, la famosa Y vasca, que dura demasiado tiempo su construcción: son dos casos muy claves en la estructura de ordenación del territorio del País Vasco y Gipuzkoa.

Las grandes infraestructuras y los cambios en general suelen provocar a menudo reacciones contrarias, pero luego el tiempo dicta sentencia en un sentido u otro.

“Donostia se acaba. Las propuestas que se hacen a nivel residencial, consisten en localizar aquí 50 viviendas, allí 40, buscando resquicios”

Bueno, tengo una anécdota. Investigando, comprobé, que un tío-bisabuelo mío que vivía en Tolosa, en el caserío Erreka, era uno de los opositores a la construcción del ferrocarril Madrid-Irun, porque las vías afectaban a los rebaños; y se manifestó y tenía una multa y todo. Y te estoy hablando de 1840. 

¿Qué queda por hacer?, ¿hasta qué punto podemos seguir transformando, optimizando el territorio.

Bueno, pues está muy complicado. La orografía marca mucho, con el límite del mar Cantábrico al norte, una sucesión de valles: Bidasoa, Oria, Urumea, Oiartzun, Oria, Deba; y lógicamente todos los asentamientos urbanos, tanto residenciales como fabriles, se han ido apoyando en esos valles. Y claro, a nivel de carreteras, lo que se ha venido a llamar la rotonda de Gipuzkoa ha consistido fundamentalmente en unir esos valles, coserlos a través de túneles. Y lo mismo pasa con la nueva red ferroviaria, que va cosiendo esos valles fundamentalmente mediante una sucesión de viaductos y túneles. Gipuzkoa es pequeño y yo creo que tiene poca capacidad ya de desarrollo. Estoy estudiando ahora el avance del plan general de Donostia, que está en la información pública. Y Donostia se acaba.

¿Qué quiere decir con eso?

Las propuestas que se hacen a nivel residencial, consisten en localizar aquí 50 viviendas, allí 40, buscando los resquicios; no se dan ya posibilidades como la construcción de grandes desarrollos como podría ser Intxaurrondo, Benta Berri o Riberas de Loiola. Todo eso ya se ha agotado. Queda desde luego el valle del Urumea con la incógnita de qué va a pasar con los famosos cuarteles de Loiola.

¿Qué se podría hacer para mejorar la ordenación del territorio?

Yo veo que cada municipio se considera como autónomo en relación con su vecino. Y entiendo que una de las cuestiones que se tendría que hacer era que a partir de las directrices de ordenación del territorio que se aprobaron como desarrollo de la Ley vasca de Ordenación de Territorio de 1990, unirlos a través de un ente gestor que incorpore todos los municipales. Y claro, eso yo no sé si es una utopía, si es ciencia ficción, porque cada municipio, como norma general, no quiere saber nada con el de al lado. Y eso no puede ser. Por ejemplo, con el famoso metro de Donostialdea, yo he escuchado a muchísima gente de aquí decir que Donostia no necesita un metro; no tienen la percepción de que el metro no es de Donostia, sino de toda la comarca; O sea, que también es para el ciudadano de Errenteria que quiere venir a estudiar a Donostia. Es decir, el mundo ha cambiado, las metrópolis llevan más de un siglo funcionando y esa mentalidad del gran San Sebastián como metrópolis no existe.

Existe más el gran Bilbao.

Ahí sí. Es lo que te comentaba al principio: Pedro Muguruza en el año 1942 impulsó como prototipo un ámbito desarrollo que da San Sebastián y su zona de influencia, que incluía hasta Irun por un lado; Orio, Hernani y todo esa comarca; y se entendía que era como un área metropolitana. Eso fracasó porque no se creó un ente gestor.

¿O sea, no porque fuese una mala idea?

Idea era muy buena. Pero eso lo tenía que haber gestionado un órgano gestor que no se creó. Entonces, claro, si cada ayuntamiento va a lo suyo y además son de grupos políticos diferentes, pues entonces ya se acabó.

¿Quiere decir que también con esa concepción de conjunto y metropolitana, al final también es más fácil dotar de servicios y ordenar todo?

O sea, un hospital hay en Amara o Miramon; luego hay ambulatorios, pero claro, si tú tienes que operarte del corazón, no vas a pretender que en tu barrio haya un quirófano; tendrás que centralizarlo. Lo mismo con la universidad, etcétera. Bueno, pues eso mismo se tendría que dar, por ejemplo, con la vivienda, que es el problema más candente ahora, la carencia de viviendas; y no hay viviendas porque no se han construido. 

¿Tan sencillo como eso?

Yo siempre pongo un ejemplo muy tonto: si tú quieres tener patatas, necesitas un terreno para plantarlas, las cuidas, confias en la meteorología y al cabo de unos meses, tienes patatas. Pero si tú quieres viviendas, tienes que plantar viviendas. ¿Y cómo se plantan? Primero consiguiendo un suelo adecuado; ese suelo será de propiedad privada normalmente; y entonces, o llegas a un acuerdo o tienes que esperar un expediente que lleva sus años. Luego tienes que adecuar el planeamiento general de zonas posiblemente no urbanizables, a convertirlas en suelo urbanizable residencial. Tienes que hacer el planeamiento parcial, el proyecto urbanización, tienes que licitar las obras de urbanización, hacer los proyectos de edificación y construir los edificios. Eso es un proceso que dura como mínimo diez años. ¿Qué pasa? En Gipuzkoa, en primer lugar, tenemos el problema de encontrar el terreno.

“Si se hubiera construido con las normativas actuales, seríamos un territorio más bucólico, pero menos desarrollado”

¿Esa es la clave aquí, la falta de terreno?

Pero claro, luego si tú le dices a un responsable político que tiene que empezar a iniciar este proceso, pero que no lo va a inaugurar él ni en la siguiente legislatura ni en la otra… Eso pasó con Intxaurrondo, que yo creo que uno de los representantes residenciales de la época de la democracia en Donostia. Su origen está en un terreno que expropió en los años 60, en pleno Franquismo, Pedro Bidagor, que tuvo la idea de crear una base para hacer un desarrollo importante. Otra cosa fue el resultado que se hizo en aquel momento. 

Aquel no tenía prisa.

Claro, porque como estaba Franco sentado en su trono, eso no les preocupaba. Bueno, pues con el cambio político y las transferencias, el Gobierno Vasco al final recibió esos suelos que pudo desarrollar ese programa de vivienda; es uno de los éxitos del territorio. 

Hablemos de normativas. Están cambiando y muchas cosas de las que se construyeron en el pasado no se podrían hacer ahora con las nuevas normativas. Pero no es que fuesen ilegales, ¿no?

Precisamente estoy terminando un trabajo sobre ensanche que se llama Cortázar y la reflexión es que en el 2025 no se construiría nunca. Porque para hacer el ensanche hubo que cuidar las defensas militares de las murallas. Eso con la ley de patrimonio no se hubiera podido tirar; la ocupación de las marismas y de un río, eso no se hubiera podido ni encauzar ni ocupar, ni nada. O sea, las situaciones cambian y eso ha sido hace 150 años; es decir, tampoco estamos hablando de la época de los romanos. Va todo con unos cambios que resulta complicado. Desde luego, ni a Cortázar, ni a la corporación municipal de entonces se le ocurriría pensar que al cabo de 100 años eso sería imposible por normativas futuras.

Zarautz también sería una gran marisma y no lo que es hoy.

Y todo Txingudi, Irun.

¿Cómo sería el territorio si hace un siglo hubiéramos tenido que ceñirnos a toda esa legislación de costas, cauces, y patrimonio?

Sería un territorio más bucolico. Y menos desarrollado, por supuesto. 

Vistas las riadas de Valencia y la amenaza del cambio climático. Cree que nos podemos ver obligados en el futuro a abordar cambios que hoy ni se nos pasan por la cabeza?

Yo no tengo conocimiento como para decir cuáles serían las soluciones, por ejemplo, ante la subida del nivel del mar que se prevé, pero no sé si se está abordando en este momento.

Pónganos nota en cuanto a ordenación del territorio, teniendo en cuenta todo lo difícil que es y lo sobrevenido de las situaciones.

Gipuzkoa está repartido en valles, y en cada valle hay poblaciones de cierta entidad. Errenteria, Pasaia, Donostia, Hernani, Tolosa, Beasain, Zumarraga, Eibar, Elgoibar, cosa que no pasa por ejemplo en Araba. Allí es justo lo contrario. Vitoria-Gasteiz, luego Amurrio, Llodio y ya, no hay ordenación. Gipuzkoa es un ejemplo de equilibrio desde el punto de vista de la ocupación del territorio, pero tiene el problema de que no tiene margen de desarrollo urbano por su orografía.

“El problema de la ordenación en Gipuzkoa son los reinos de taifas de cada municipio, que se considera autónomo de su vecino”

¿Y la legislación que tenemos es adecuada para su desarrollo?

Yo creo que tenemos una legislación, lo cual es bueno, y se están haciendo las cosas, sobre todo infraestructuras, conforme a esa legislación, lo cual me parece que está bien, que es correcto. En las riadas de Valencia, lo que ha pasado es que se construyó donde no se tenía que haber construido. El problema de la ordenación del territorio de Gipuzkoa es otro; son los reinos de taifas de cada municipio. Ese avance del plan general de Donostia habla de Donostia, y no habla nada de su enganche con Errenteria, Pasaia, Astigarraga, etcétera. Esa falta de visión superior es lo que se echa en falta.

¿Son demasiado estrictas las normas?

Bueno, las normas son las que son, y luego la cuestión es quién las interpreta. Hay profesionales que no que protestan porque no pueden hacer lo que quieren. Pero claro, el ensanche de Donostia está hecho así porque había unas ordenanzas y unas normas que establecían unas alineaciones de calles, de fachadas, unos perfiles, unos vuelos y sin eso no tendríamos el Ensanche que tanto queremos los donostiarras.