Aunque la mayor parte de los niños de Primaria participan en la compra y en la preparación de alimentos, el consumo de productos poco saludables y la influencia de las pantallas en sus hábitos saludables siguen siendo altos. Así lo determina una encuesta realizada por la Fundación Eroski y que ha sido presentada este jueves a partir de la participación de 2.126 menores de entre 8 y 12 años de nueve comunidades autónomas.

Según han dado a conocer este jueves en Donostia en el marco de la celebración del 50 aniversario de Eroski Consumer, más del 60% de los niños come frente a las pantallas, lo que afecta a sus hábitos alimentarios. Se trata de una de las principales conclusiones a la que ha llegado el estudio, enfocado en tres ámbitos: el familiar, los referentes externos en materia de alimentación y la comida y las emociones.

Alejandro Martínez Berriochoa, director de Salud y Sostenibilidad de Eroski y director de la Fundación, ha explicado que la mayoría de los menores encuestados afirma participar en la elaboración de la lista de la compra familiar y en la preparación de las comidas y realiza cinco comidas diarias. No obstante, "un porcentaje significativo" realiza otras actividades mientras come, llevando a que "el comer no se asocie al placer" y se haga de manera rápida y mecánica.

Así, el 66% de los niños encuestados afirma comer viendo la televisión, mientras que uno de cada tres lo hacen con el teléfono móvil, la tablet o la videoconsola. "Como en los comedores no existen estas posibilidades, es evidente que el problema lo tenemos en los hogares", ha apuntado Martínez sobre un problema que afecta en los hábitos alimentarios de los menores, ya que no prestan atención a lo que comen y a la cantidad total que digieren.

Sobre la participación infantil en las tareas alimentarias, en el 87% de los hogares con niños estos influyen con su participación en la elaboración de la lista de la compra y casi la mitad, el 45%, acompaña siempre a sus padres a hacerla y la otra mitad solo a veces. Además, el 82% asegura colaborar, al menos ocasionalmente, en la preparación de las comidas. Por el contrario, uno de cada cuatro alimentos de las compras para el hogar son no saludables, aunque los productos con alto valor nutricional no paran de crecer. 

"La fotografía es muy positiva y se está moviendo en la buena dirección", ha indicado Martínez, señalando que el 24% de los alimentos que se compran tienen la categoría A, la más saludable, en el sistema de etiquetado Nutri-Score, el 26% la B, el 24% la C, el 20% la D y solo el 7% la E, la menos saludable. Asimismo, la encuesta revela que la gran mayoría de los escolares, el 90%, hace cinco comidas diarias, aunque un 10% reconoce no merendar. Tanto merendar como desayunar son las comidas que más realizan en soledad, lo que deriva en un mayor uso de las pantallas.

Consumo de alimentos poco saludables

En lo referente a consumo de bebidas y de alimentos poco saludables, el agua es la bebida mayoritaria, el 94%, aunque el 27% afirma combinarla con zumos, refrescos u otras bebidas sin gas, principalmente en las comidas. "Es por donde más azúcar les entra y encima no les sabe de igual manera la comida", ha observado el director de Salud y Sostenibilidad.

El consumo de alimentos poco saludables, por su parte,  "es habitual" y no es extraño, por ejemplo, que muchos menores desayunen de forma habitual con bollería. Además, el 92% consume a la semana hamburguesas, perritos, pizzas o patatas fritas y un 44% también dulces tres veces por semana. "Son productos que, aunque vemos normalizados en las dietas cotidianas de los niños, su exceso en la dieta incide en las elevadas tasas de sobrepeso y obesidad infantil", ha apuntado, al tiempo que ha recordado que en el último estudio Aladinos se indicó que más de un tercio de la población infantil del Estado tiene obesidad

No obstante, hay "un mensaje esperanzador", ya que casi la mitad, el 45%, considera que sus hábitos alimentarios podrían mejorar y los padres siguen siendo los principales referentes alimentarios, muy por delante de los profesores, el 5%, y los influencers, el 2%, por lo que hay "una estupenda oportunidad para influir en ellos".

Por último, el estudio también revela que en la mayoría de los hogares, en el 54%, la comida se utiliza como premio o castigo, lo que puede llevar "a la percepción de que ciertos alimentos son especiales o deseados y otros son malos", y los estados emocionales afectan a su ingesta. "Son datos que chocan y los resultados son contradictorios, pero es normal, porque para algunos estar nervioso, por ejemplo, les lleva a comer más y para otros comer menos", ha explicado Martínez.

Más luces que sombras

Con todas estas conclusiones, la valoración general desde la Fundación Eroski es que "hay más luces que sombras", aunque estas son cada vez más grandes y se deben vigilar en el tiempo, para lo que Martínez ha realizado "una apelación a todos los factores implicados" como la publicidad, para la que es necesario "pensar una regulación".

"La alimentación saludable debe ser un esfuerzo colectivo. Necesitamos familias informadas, educadores comprometidos y políticas públicas que faciliten la adopción de hábitos saludables", ha apuntado, añadiendo que la intención de la Fundación es la de ir repitiendo la encuesta en el tiempo "para conocer la evolución" y aplicar las medidas correspondientes en cada momento.