Cuando pudo dejar de medicarse lo calculó. Su cuerpo había recibido 7.300 miligramos de escitalopram, un medicamento antidepresivo que a Iratxe Etxebarria, periodista de EITB, le costó aceptar que debía comenzar a tomar pero que, en lo que define un “largo y oscuro invierno”, le ayudó a plantar cara a la enfermedad.
En su pelea, escribir el libro que el martes 29 presenta en Donostia, en el convento Santa Teresa a las 19.00 horas, también ha sido una especie de terapia. El título dicho está: 7.300 miligramos de escitalopram.
¿Qué es este libro?¿Un diario, una terapia, pautas de ayuda...?
Este es un libro cuya escritura, en un principio, fue una manera de hacer frente a mi enfermedad, a mi cerebro, a mis sentimientos, mis emociones... Después decidí publicarlo, porque me di cuenta de que somos muchas las que un momento dado de nuestra vida pasamos por un trastorno mental. Pero somos pocas las que como yo tenemos la posibilidad de acogernos a una baja y disponer de recursos económicos para tener citas con un psiquiatra, porque en Osakidetza no hay, hacer terapia con una psicóloga, etc.
¿Todo de cosecha propia?
Yo cuando enfermé me refugié en la lectura. Comencé con la novela, porque era la única forma de enfocar, de que mi mente estuviera en un lugar, quieta. Pero después de tantas novelas, y al ser periodista, llegó un momento en el que quería entender qué me pasaba. Entonces empecé a leer libros de neurociencia y otros libros sobre hábitos saludables, etc. En ese momento pensé que todo eso que había aprendido y había vivido lo tenía que contar.
¿Cómo se estructura este libro?
Una parte son reflexiones que yo hacía. Porque, por ejemplo, cuando te rompes la rodilla o tienes una hernia es fácil explicar lo que te tienes. ¿Con la enfermedad mental cómo explicaba lo que sentía?. Yo escribía. La primera parte son reflexiones mías y la segunda parte es una especie de crónica, una forma de trasmitir lo que he aprendido. Porque yo pienso que si hubiera leído un libro como este, tal vez no hubiera llegado tan lejos.
¿Terapia propia y propuestas para quienes se ven como usted se vio?
No solo para la gente que pueda estar pasando una situación similar a la mía, también para la gente que está sana, para que no lleguen a esa situación. Porque tenemos muchas creencias, muchas cosas asumidas. Por ejemplo, descuidamos el dormir. ‘Cuando me muera ya dormiré’, nos decimos. Nos decimos que hay que salir de casa, pero aveces necesitamos estar tranquilas... El mensaje también es que se cura. Porque cuando te rompes la rodilla, no eres la coja para toda la vida, luego te curas. Con la enfermedad mental puede pasar lo mismo. Yo en un momento he tenido un trastorno mental, pero ahora siento que estoy curada.
¿Reconocer la enfermedad es complicado?
En mi caso hay un punto de inflexión cuando la médico me da la baja. Pero yo antes ya estaba enferma y tenía muchísimos síntomas, más que después de la baja. Yo empiezo a transitar por lo que llamo un invierno largo, frío y oscuro, una vez que me dan la baja y me quedo en casa. Ahí me empiezo a dar cuenta de lo que me ha pasado. Cuando llamé a la médico no me quedaba otra, porque mi cerebro no era capaz de estar donde estaba yo físicamente.
¿Y eso?
Tenía preocupaciones, paranoias, miedos... Estaba de vacaciones y mi cabeza seguía a 200 por hora en el trabajo. Cuando llamé a la médico fue una llamada de auxilio. Cuando me quedé en casa empecé a darme cuente de que estaba enferma. Hace falta transitar todo eso.
¿Se preguntaba cómo había llegado a ese punto?
Para mí otro punto importante fue la primera cita con el psiquiatra. Primero, me costó conseguirla, y lo logré a través de una amiga. Cuando llegué a la consulta, con tiempo, en la puerta me derrumbe y empecé a llorar. Me decía a mí misma que lo tenía todo y de todo. Vengo de una familia estructurada que me quiere y me cuida, tenía un trabajo que me apasionaba, un círculo de amigos sano. Pero enfermé. El primer sentimiento fue de culpa. ¿Cómo me he podido hacer a mí misma esto?
¿Hay respuesta?
Yo sí la encontré. Estaba bastante claro. Había muchos nudos sin soltar, y luego estaba mi mala relación con el trabajo. Yo me he criado no en un caserío, pero sí en un entorno muy rural en el que el trabajo, la implicación tienes mucho peso. Creo que los vascos tenemos ese peso de ser serios trabajadores, honestos. Yo era la perfecta vasca trabajadora. La respuesta a esa pregunta no me llegó hasta después de mucho paseo, mucha reflexión y mucho escribir.
¿Qué es una mala relación con el trabajo? ¿Que haya invadido todos los ámbitos de su vida?
Creo que la mala relación con el trabajo es cuando el trabajo adquiere una dimensión mucho mayor que la que le corresponde. Cuando llega al ámbito privado, al ocio, a todo. Cuando es el centro de tu vida. Es cierto que a mí me apasionaba y me apasiona mi trabajo, pero tenía muchas responsabilidades y llegó el momento en que esas responsabilidades, el compromiso, adquirieron dimensiones que no se ajustaban a la realidad.
¿Hay algún momento en el que salta la chispa que prende todo?
Saltó la chispa cuando cogí vacaciones. Íbamos camino a Cádiz y paramos en Mérida en el Festival de Teatro Clásico. Yo me di cuenta de que mi cabeza no era capaz de parar, pero pensé que era porque no me había dado tiempo a desconectar. A la vuelta, tras quince días sin dormir con la cabeza dando mil vueltas, me di cuenta de que no podía regresar al trabajo, a casa... No podía.
Y es ese el momento en el que piensa que se tiene que cuidar, que curar.
Es el momento en el que pido auxilio. Cuando llamo al médico. Estando de baja fui consciente de que me tenía que curar. Empecé con la medicación, que en ese invierno frío y largo es como una manta que te dan para calmarte. He hecho mucha psicoterapia, que sería como el mapa que te indica que hay una salida de ese invierno largo. Pero luego tú tiene que hacer, tienes que poner de tu parte. Yo cuento que mi fórmula ha sido I+I+I, Idatzi, Irakurri eta Ibili (escribir, leer y caminar) y todo con muchísima música. La musicoterapia está estudiada y a mí la música ha sido lo que me ha sostenido también. Pero la medicación también.
¿Lo vivido es tan potente como para decir que quiere hacer otras cosas en su vida?
Me ha pasado que como he leído tanto para estar entretenida, para entender, ahora quiero trasmitir eso. Antes era comunicadora y ahora lo sigo siendo, pero antes comunicaba sobre otras cosas y ahora comunico sobre bienestar. No es que lo otro no me hiciera feliz, sino que he visto que hay una necesidad de comunicar todo esto.
¿Y qué quiere hacer?
Quiero comunicar, desde mi experiencia, lo que me ha servido a mí. A través del coaching fijamos objetivos de bienestar y en varias sesiones vamos estableciendo hábitos, valores, objetivos... Como haciendo el mapa de tu vida y dónde quieres estar dentro de un tiempo. Yo quiero trasmitir lo que me ha servido.
¿En ese invierno largo es importante quién le acompaña?
El otro día me preguntaban sobre qué es lo que podía hacer mi entorno. No lo sé. Mi entorno tampoco ha sabido lo que tenía que hacer. Pero algo han hecho muy bien, y ha sido transmitirme mucha paz. Yo había días en los que me levantaba para desayunar y tumbarme en el sofá. En ese túnel no podía dar más pasos. Otras veces tenía fuerza y seguía dando pasos para llegar a esa primavera. Pero a veces no podía. Mi entorno me ha dado calma y paz, aunque ha habido días en los que he reventado en casa, que he montado pollos. Pero esa calma de mi entorno me ha ayudado mucho para salir. No sé qué han hecho y si les preguntas a ellos tampoco lo sabrán. En mi familia no había antecedentes de enfermedad mental y no estábamos familiarizados con estas situaciones.
"Tienes que trabajar, y trabajar mucho, para conseguir dinero y comprar esto y lo otro. Esa espiral, creo yo. es la que nos está enfermando"
La enfermedad mental da mucho miedo.
Por eso quiero contar. Porque yo he tenido un trastorno mental con 43 años y ahora te lo estoy contando. Hay que romper todo ese tipo de tabúes. La sociedad en la que vivimos nos lleva a eso, porque la felicidad está muy vinculada al consumo. Tienes que trabajar, y trabajar mucho, para conseguir mucho dinero, porque con ese dinero tienes que comprar esto y lo otro. Esa espiral, creo yo, es la que nos está enfermando. Hay que romper tabúes sobe la enfermedad mental, porque muchas veces solo necesitamos buscar un trabajo de otro tipo o limitar nuestro compromiso e implicación con el trabajo a las horas en las que estamos en nuestro puesto. Y ya está. Eso no significa que seamos mejores o peores trabajadoras. Haces tu trabajo, que es lo que es: lo que nos da el salario para poder consumir. No es nada más, no nos dignifica. Y yo lo digo pese a que mi trabajo de periodista me ha llenado mucho.
¿Cuántos años en la profesión?
25. Más de 20 como redactora y tres en puestos de responsabilidad.
¿Ese paso a los puestos de responsabilidad ha tenido algo que ver con que enfermase?
Sí, igual sí. Ahí juega un papel el ego. Te ofrecen ese puesto y no sabes decir que no. Además, cuando estás en ese puesto parece que, entre comillas, quieres solucionar el mundo. Y ¿qué capacidad tienes para ello?
¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir este libro?
Redactarlo no me ha llevado mucho tiempo, pero los textos de las reflexiones sí se han prolongado en el tiempo. La segunda parte la he ido haciendo según leía, cogía ideas... Pero, de todas formas, lo más difícil ha resultado el tema de las ilustraciones, que ha realizado June Baonza; la maquetación, la imprenta, elegir el papel... Es un trabajo realizado 100% en Euskal Herria. Como me desnudo de esta manera quería hacer algo bonito y delicado.
¿Y el título?
Al psiquiatra siempre le preguntaba cuándo íbamos a empezar a reducir la medicación y me iba dando largas, hasta que un día me dijo que sí, que empezábamos a bajarla. Hice un cálculo rápido y me di cuenta que, hasta entonces, había tomado 7.300 miligramos de escitalopram. Le regalé un libro con esa dedicatoria y al salir de la consulta pensé que ya tenía título para mi libro.
¿Dónde se puede comprar el libro y a qué precio?
En las librerías y en mi página web, iratxeetxebarria.eus. El precio es 22 euros y si lo envío los gastos son tres euros.