Mabel Lozano (Toledo, 1967) ha ganado dos Goyas, en 2021 y en 2024, con sendos documentales que abordan la explotación sexual. El pasado miércoles Lozano dio un taller en Arkaute sobre trata, prostitución y pornografía. Estuvo organizado por el Instituto Vasco de Criminología, con presencia de psicólogos y sociólogos, ertzainas y mossos d´Esquadra, con quienes abordó las formas más antiguas de explotación y retos como la pornografía, “prostitución grabada”, de la que critica su “banalización”. La misma semana en la que la proposición de ley del PSOE contra el proxenetismo, reforma de la ley 10/1995, no salió adelante.
Esta experta contra la esclavitud sexual se muestra muy molesta por ello, reprocha “la falta de voluntad política” y cree que “se están mezclando churras con merinas”. Defiende que “no podemos consentir en el siglo XXI que exista esta forma de explotación tan salvaje y quedarnos tan tranquilos”. Y piensa que “la tibieza” de diputados y diputadas les hace “cómplices de los proxenetas”.
La diputada socialista Andrea Fernández valora “incompatible considerarse feminista y no defender la abolición de la prostitución”.
Pero eso no se debatía en el Congreso. Veo demasiado batiburrillo en lo que se está contando. Lo del miércoles iba de una reforma del artículo 187 sobre el proxenetismo, que ya en 2022 estuvo a punto de entrar en la famosa ley del solo sí es sí, para condenar todas las caras del proxenetismo y que nadie pueda lucrarse de la prostitución de otra persona. Lo del miércoles iba de poner coto a la delincuencia y barreras a los proxenetas, para que no siga su impunidad. Para los diputados y diputadas sus enemigos son los de los otros partidos, y no hicieron frente común ante un enemigo clarísimo, que explota y exprime a las mujeres, y se lucra de su dolor y explotación. La reforma condenaba por primera vez como proxenetismo las tercerías locativas, el señor que tiene un puticlub y dice que es un hotel o un motel y que no es responsable del alterne.
Socios del Gobierno reclaman una propuesta integral que aborde la vulnerabilidad de las mujeres.
Hay una herramienta preparada para eso, la futura ley integral contra la trata va a empezar a caminar por el Congreso, dotando de herramientas, alternativas y protección a las mujeres. He sido parte del equipo de expertas a las que ha llamado el Ministerio de Igualdad para evaluarla y debatirla, y aborda la prevención y reinserción. Pero el miércoles se debatía sobre una reforma para condenar la delincuencia y el crimen organizado. El PP, que siempre había estado alineadísimo en ese tema con el PSOE, votó en contra, porque las posturas tan radicales ahora mismo de los partidos impiden que sus señorías vean otra cosa que no sea su propio ombligo. ¿Dónde se quedan las mujeres? ¿Y la delincuencia?
¿No hubiera sido mejor aprobar primero esa ley integral?
La reforma que condena todas las caras del proxenetismo no necesita dotación económica. Una ley integral contra la trata necesita mucha, porque viste de derechos a las mujeres; que tengan oportunidades y alternativas, y puedan salir del sistema prostitucional siendo acompañadas. Eso tiene una visión policial, social, de género... Se ha trabajado mucho y se va a presentar. Pero lo del miércoles era el primer paso; ir contra los malos. Yo he hablado con un menor al que asesinaron a su madre a tiros en Cordovilla, por denunciar al proxeneta que le había captado y explotado. Acabo de ganar un Goya con un corto sobre cómo un proxeneta explotaba a una menor con discapacidad intelectual. Estamos hablando de crimen organizado, de personas que se lucran de la vulnerabilidad y del hambre de muchas mujeres. Eso no necesitaba una dotación económica, sino voluntad política y negociación entre partidos. El espectáculo que ofrecen los políticos es bochornoso.
Acabar con la prostitución tiene una dimensión enorme. ¿Qué parte de hipocresía y de consumo masculino hay para que esta persista?
Mientras algunos hombres no le encuentren nada malo, la vean normal, estaremos ante una encrucijada tremenda, en la ley de la oferta y la demanda. Esa demanda está perpetuando una de las formas de esclavitud y de violencia hacia las mujeres más normalizadas y permitidas, y que en el siglo XXI no tiene cabida. Para llegar a la abolición necesitamos leyes que protejan a las mujeres. No podemos hacer como los franceses, con una ley sin dotación económica, porque condenaríamos a más de 100.000 mujeres a la exclusión social. Es muy importante que no se dependa de que ellas denuncien para que accedan a las prestaciones para víctimas, porque las matan, como el caso de Yamiled Giraldo. Tiene que ser como con la violencia de género: que no dependa de la denuncia de la mujer, si no pone en riesgo su vida y la de sus hijos.
¿Qué posibilidades hay de incidir en el campo educativo en adolescentes que un día podrían ser clientes?
Lo van a ser, casi. Son nativos digitales y consumidores de pornografía. Incluso en la horquilla entre los 9 y 11 años. La pornografía es un incentivador de la prostitución. Están normalizando comportamientos como la cultura de la violación. ¿Por qué unos niños hace nada en Madrid han violado a una niña? ¿Dónde lo han visto y aprendido? Pues en el porno, que es muy misógino, normaliza conductas muy violentas, y la cultura de la violación. Tenga en cuenta que uno de los vídeos más vistos, precisamente, es una violación grupal. Cada vez que hablamos de esto alguien empieza a hablar de moral, puritanismo y no sé cuántas chorradas más. Esto no tiene nada que ver ni con la moral ni el puritanismo, sino con la sexualidad, importantísima. Todos hemos nacido gracias a la sexualidad, transversal al ser humano, pero el porno no enseña sexualidad, enseña porno, y cada día más violento. ¿Dónde está la empatía? Todas las últimas manadas son niños violando a niñas. Y el siguiente paso es la prostitución. La pornografía ofrece un supermercado de cuerpos. Pero la vida no es eso. La prostitución no es el sexo real. Vemos un repunte de chavales que a partir de los 20 años llegan a la prostitución.