Suecia se convirtió el año pasado en el primer país del mundo “sin humo”, al alcanzar una tasa de tabaquismo inferior al 5%, un criterio establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su ejemplo es importante para países como España, donde la cifra de fumadores apenas ha descendido desde hace 20 años, después de más de 30 años en los que la apuesta mayoritaria han sido las políticas restrictivas basadas en las prohibiciones.
Suecia ha reducido sus tasas de tabaquismo del 15% en 2008 al 5,6% en 2022, mientras que la tasa media de tabaquismo de la UE se sitúa actualmente en un 23%, casi cinco veces más alta que la de este país. Esto supone un adelanto de 17 años con respecto a la fecha fijada por la UE, y antes de que todos los demás países del bloque estén siquiera a punto de lograrlo.
Suecia ha reducido sus tasas de tabaquismo del 15% en 2008 al 5,6% en 2022, mientras que la tasa media de tabaquismo de la UE se sitúa actualmente en un 23% , casi cinco veces más alta que la de este país.
¿Cómo lo ha conseguido?
Una de las claves de su éxito ha sido la adopción de políticas favorables al uso de productos alternativos al tabaco de combustión, capaces de ofrecer al fumador adulto opciones de riesgo reducido. Así, ha aplicado de forma proactiva lo que sugiere el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT), artículo 1 (d):” control del tabaco”: una serie de estrategias de reducción de la oferta, la demanda y los daños que tienen por objeto mejorar la salud de una población eliminando o reduciendo su consumo de productos de tabaco y la exposición al humo generado.
Como resultado, la incidencia de cáncer en este país es un 41% menor que en el resto de los países de la UE, lo que supone un 38% menos de muertes totales por esta enfermedad.
Gracias a la innovación, existen alternativas para las personas que quieren abandonar el cigarrillo convencional pero no lo consiguen con terapias de reemplazo de nicotina o tratamientos farmacológicos. Entre esas opciones se encuentran, por ejemplo, las bolsitas de nicotina. Se trata de productos orales modernos en forma de bolsitas que contienen nicotina pero no tabaco. Un trabajo publicado en 2021, y revisado por partes, sugiere que los productos orales modernos sin tabaco tienen un perfil tóxico comparable al de los productos de terapia de reemplazo de nicotina (NRT), como chicles o parches, entre otros.
Con este producto, las personas que no pueden abandonar el hábito tienen una alternativa al cigarrillo de combustión, que se suma a las ya existentes: el vapeo, también conocido como cigarrillo electrónico, y el tabaco calentado. Dado que ninguna de estas tres alternativas combustiona, se consideran como productos de riesgo reducido en comparación con los cigarrillos tradicionales, que sí queman el tabaco.
Por otro lado, los dispositivos de vapeo están basados en un sistema que calienta un líquido, que puede contener nicotina o no, para generar un vapor que se inhala. Esta tecnología elimina la combustión, y reduce los niveles tóxicos en comparación con los cigarrillos convencionales.
Cigarrillo electrónico
Investigaciones a gran escala han conseguido demostrar afirmaciones como que el cigarrillo electrónico es un 95% menos perjudicial que el tabaco de combustión en términos de toxicidad – evidencia respaldada por numerosos estudios y revisada por el Ministerio de Sanidad y el Colegio de Médicos de Reino Unido – o que hay un 60% más de posibilidades de dejar de fumar con el cigarrillo electrónico que con otras fórmulas de nicotina, como parches, medicación u otras terapias de reemplazo- como muestra un estudio del Instituto Wolfson, adscrito a la Queen Mary University.
Respecto al tabaco calentado, se trata de dispositivos que calientan de una forma precisa unidades de tabaco especialmente diseñadas para ello, y que generan un aerosol con nicotina que el usuario inhala. El tabaco sólo se calienta a través de un dispositivo diseñado bajo los más altos estándares de la ciencia termo física. Y lo hace a una temperatura de hasta 400°C, frente a los más de 900°C de un cigarrillo convencional, por lo que el aerosol que genera tiene niveles sustancialmente más bajos que los tóxicos del humo del tabaco cuando se quema (en este caso, en torno a un 90% menores*, causa principal de su consideración como producto de riesgo reducido frente al tabaco tradicional).
[*] Basado en el peso de la evidencia y asumiendo un cambio completo de los cigarrillos tradicionales de combustión. Estos productos no están exentos de riesgo y son adictivos.