Un dispositivo médico a contrarreloj. El esfuerzo titánico de un gran equipo de profesionales y una ambulancia súper especial han permitido salvar la vida a Gabriela, una niña de tres años, que ahora se recupera lentamente en el Hospital de Cruces. Es la historia milagrosa de una pequeña que estaba ingresada en el Hospital de Valdecilla por una infección grave (sepsis) y fallo multiorgánico que no respondía al tratamiento. Y su única posibilidad de supervivencia era mediante soporte extracorpóreo (ECMO) en espera de su posible recuperación. 

Fue entonces cuando se contactó con Cruces, el único centro ECMO que hay en Euskadi, y se organizó un transporte para poner en el hospital de origen el procedimiento y trasladarla para su seguimiento. Se trata del primer caso de un niño donde se realiza este transporte aunque en este hospital vizcaino llevan ya 104 procedimientos de este tipo en adultos, lo que constituye todo un hito.

La oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés) se utiliza en situaciones de cuidados intensivos, cuando el corazón o los pulmones necesitan ayuda. Y esa era la única opción para Gabriela, y la única técnica que la separaba de la muerte. Sus padres sueñan ahora con que se pueda curar.

El doctor Alex Crespo acudió al rescate para conectarla. “Esto permite dar una segunda oportunidad al paciente. Cuando una persona se va a morir porque le falla el corazón o los pulmones. puede ser por una insuficiencia cardiaca, una sepsis, una infección respiratoria como el covid... falla el pulmón o el corazón y ante la muerte inmediata tenemos esta opción terapéutica, conectarle al ECMO”, explica el cirujano cardiaco.

“Cuando falla el corazón o el pulmón, el ECMO da al paciente una segunda oportunidad”

Alex Crespo - Cirujano cardíaco

Es una segunda vida que, si no, no hubiera tenido nunca. De hecho, se le paró el corazón en la propia ambulancia. “Hizo una parada cardiorrespiratoria y tuvimos que reanimarla”, explica el cirujano.

“En el caso de Gabriela el tiempo de respuesta era muy importante porque la situación era absolutamente límite”, explica el intensivista pediátrico Javier Pilar que atiende actualmente a la txiki. “Ella tenía una sepsis por una bacteria, estaba muy malita y si se moría. La única posibilidad que tenía era este sistema de soporte que da tiempo para que los tratamientos puedan recuperar a la criatura”. Confiesa que, pese a ello, “la niña está en situación crítica porque llegó muy mal y realmente fue un milagro el ponerle las cánulas y traerla viva. Llevamos alrededor de un mes y poco a poco tratándola y viendo alguna cosa positiva. Abre los ojos, parece que quiere hablar, la función cardiaca se ha recuperado un poco...Y le estamos dando tiempo a la recuperación del pulmón aunque todavía le queda una trayectoria un poco larga”, explica el doctor Pilar.

“Un milagro como éste es posible gracias a un gran equipo que quiere dar una opción de vida”

Eva López - Responsable de Emergencias

La responsable de Emergencias, Eva López, es contundente. “Milagros como este son posibles por la implicación personal y comprometida de un gran equipo humano que quiere dar una opción de vida. Personas volcadas en su trabajo las 24 horas del día los 365 días del año”. “El bagaje adquirido con los adultos, más de cien ECMOs, nos ha permitido dar este tiempo de respuesta tan rápida”, asegura López.

Una ambulancia muy especial

Pero no cualquier ambulancia sirve para brindar un tratamiento tan sofisticado. La ambulancia ECMO no es solo una UVI móvil, dotada de un respirador, monitorización, medicación, bombas de percusión, etc... “Tiene todo lo que puedas tener en un Intensivo. Lo que pasa que el interior está modificado y es específico para el ECMO porque necesita material especial. Por ejemplo aquí no nos hace falta lo que llevamos de politrauma para los accidentes de tráfico. Necesitamos más espacio y ese hueco lo habilitamos con dispositivos especiales”, explica López, quien forma parte del personal de Emergencias junto a Olga Artiñano, Begoñe Briales, Amaia García, y Fernando Albóniga. Todos ellos enfermeras y técnicos formados para transporte ECMO.

“Si no hacíamos nada se nos moría, y su única posibilidad era darle este soporte ECMO”

Javier Pilar - Intensivista pediátrico

Para estos especialistas es un procedimiento que ya tienen controlado en adultos pero era la primera vez que lo practicaban con una criatura. “Ha sido la primera vez que salimos a hacer un aviso pediátrico primario”, resaltan. “Hemos hecho varios secundarios de hospital a hospital, niños que estaban aquí en ECMO llevarles a Madrid, por ejemplo, para un trasplante. Pero ir a un hospital a recogerlo, y ponerle allí la ECMO para traérnoslo es la primera vez que lo hacemos”, indica Javier Pilar.

El personal de Emergencias se ha debido formar porque las enfermeras no tenían ese manejo de la extracorpórea. “Nuestra mayor fortaleza ha sido hacer equipo. Y combinar toda la logística y el ámbito hospitalario, con los intensivos, los cirujanos etc”, destaca López, poniendo de manifiesto que un total de ocho profesionales se trasladaron a Santander a recoger a la pequeña.

“Con la dificultad tremenda de tratarse de una niña tan pequeña donde el tamaño de las cánulas, de apenas unos milímetros de diámetro, las dosis, los volúmenes... todo debe ser muy específico”. “Además, en un primario pediátrico, la actuación sobre el niño es mayor durante el traslado que en el caso de los adultos. Vamos haciendo analíticas, pruebas, vamos poniéndoles sangre, modificando parámetros en bombas...”, subraya Olga Artiñano.

“Los pacientes van anticoagulados para que no hagan trombos por ese sistema extracorpóreo y están sangrando, y en una ambulancia con un paciente tan al límite hay que tener mucho cuidado”, matiza López.

Los doctores Javier Pilar, Álex Crespo y Elvira Morteruelo. Jose Mari Martinez Bubu

Pero cada profesional conoce perfectamente su papel y todos trabajan formando un engranaje perfecto y bien engrasado. El cirujano coloca las cánulas en el hospital, el intensivista controla el manejo de ese paciente en cada momento, dando indicaciones precisas, y el personal de Emergencias se encarga del traslado y de hacer las pruebas.

“Esta intervención requiere un cuidado exquisito del paciente, que no se mueva mucho la ambulancia, porque están con esas cánulas que se pueden salir. Es fundamental que el enfermo venga muy bien porque a menudo es necesario realizar algún procedimiento”, señala Javier Pilar. “Pero ¡ojo! que este no es un concepto de carga y traslado”, puntualiza López.

Porque en Santander, Álex Crespo tuvo que realizar toda la asistencia conectando las cánulas. “Normalmente en los niños lo hacemos a través de la carótida y la yugular, dependiendo de la edad. En gente más mayor y de más peso, recurrimos a la vía femoral”, describe. “También se podría hacer a través del propio corazón. Estos tres abordajes estarían disponibles para conectarla, pero con una niña tan pequeña, la canulación se complica sobre todo cuando la paciente se para, como fue el caso”. “Además cuando a una persona se le para el corazón ya no hay latido con lo cual encontrar una arteria sin latido es mucho más difícil que cuando se palpa el latido”. 

En Valdecilla se plantaron con todo el equipamiento dos intensivistas pediátricos y también acudió el propio cirujano, Crespo, junto con una residente. “E hicimos el implante en Valdecilla porque, si no, Gabriela no hubiese aguantado”.

“Tenemos un programa regional para adultos, y realizamos los implantes de ECMO en toda la CAV. Incluso hemos trasladado adultos fuera de nuestra comunidad porque extendemos la cartera de servicios a regiones limítrofes”, puntualiza.

Olga Artiñano y Amaia García, en acción en la ambulancia. Jose Mari Martinez

Un traslado in extremis

Las horas fueron frenéticas y el operativo, una odisea. Se trató de un traslado in extremis porque la pequeña se encontraba ingresada en Valdecilla que tiene esta máquina solo para adultos, y además su personal tampoco sale del hospital a poner este soporte.

“El trasladar a una persona en ECMO supone una coordinación exhaustiva, el trabajo en equipo es esencial”, señala Olga Artiñano. “Podemos solicitar una patrulla policial para que nos abra paso si hace falta, podemos pedir oxígeno extra... Con un objetivo, un trayecto seguro y sin incidentes”. Y todo con una conducción impecable, sin giros bruscos, ni volantazos. “Hay que llevar al enfermo en las mejores condiciones. Siempre pendiente de lo que sucede en la ambulancia, adecuando la conducción, a lo de dentro y lo de fuera”, indica Fernando Albóniga.

“Llevamos trabajando desde 2012 y en estos años hemos adquirido la experiencia suficiente para que todo funcione de principio a fin”, resalta López, quien hace hincapié en que se han formado específicamente en enfermos críticos y en estos traslados. “No somos el equipo de Cruces y el equipo de emergencias, somos el equipo ECMO Euskadi. El día que fuimos a Valdecilla, se hizo una activación rápida. En una hora ya estábamos aquí, y sabíamos cómo proceder”.

No en vano hay un protocolo preciso. “Tenemos un check list en la ambulancia de lo que hay que preparar y otro, del material que hay que coger en el hospital”. Y a pesar de eso el tiempo de respuesta es muy ágil. “Hay tres tipos de avisos y Gabriela era de los más serios. Ese paciente que se está parando y que están tirando de ambú, una ventilación con bolsa-válvula-máscara. Imagínate manteniéndola con el ambú hasta que llegamos”, suspira López. 

A Gabriela se le acababan las horas. Pero ahora la mantienen en la UCI pediátrica entre algodones y todos intentan contribuir a su mejoría.