Elcano

No existe un retrato fidedigno de Elcano (1488-1522). Son aproximaciones surgidas de la imaginación de distintos autores. El primero conocido es del grabador calcográfico valenciano del siglo XVIII Tomás López Enguídanos, que compuso la serie Retratos de los españoles ilustres, con un epítome de sus vidas, entre 1791 y 1819, que serviría de base al grabado de Luis Fernández Noseret que se exhibe en el Euskal Itsas Museoa/Museo Marítimo Vasco y al óleo del Museo Naval de Sevilla.

Dos cuadros

En 1921, a propuesta de la Junta del Cuarto Centenario de la Primera Vuelta al Mundo (1522-1922) de Juan Sebastián Elcano, la Diputación guipuzcoana encargó a dos renombrados pintores guipuzcoanos de la época dos obras pictóricas de envergadura que actualmente forman parte del patrimonio foral.

La primera, al lezotarra Elías Salaverría Inchaurrandieta (1883-1952), que pintó El desembarco de Elcano en Sevilla, también conocido como La ofrenda de Elcano, que representa el desembarco en Sevilla de los 18 famélicos supervivientes de La Victoria, para procesionar en camisa y descalzos hasta la Virgen de la Victoria en Triana y a la capilla de la Antigua en la catedral. Un cuadro similar y del mismo autor se exhibe en el Museo Naval de Madrid.

La segunda, un retrato de cuerpo entero del insigne marino, se encargó al pintor eibarrés residente en Zumaia Ignacio Zuloaga Zabaleta (1870-1945), que es el objeto de esta homilía.

Este óleo ha sido trasladado temporalmente, desde su ubicación habitual, en la planta noble del palacio foral, junto a la capilla, al Museo municipal de San Telmo, para cubrir el espacio que han dejado otras dos obras del mismo pintor eibarrés, Parisinas en Saint Cloud (1900) y Torerillos de Turégano (1913), que participan en una muestra en el Kunsthalle de Munich.

Zuloaga retrató a Juan Sebastián Elcano con una lujosa vestimenta que nunca lució, en un promontorio costero de fantasía, sujetando el mapa del mundo que acababa de circunvalar, con un fondo en el que se aprecian el puerto y su Getaria natal. 

No siendo del agrado del pintor los retratos existentes, se trasladó a la vecina localidad de Getaria para documentarse sobre el célebre personaje, pero no encontró ningún documento gráfico del marino ni ningún vecino que cuadrara con la silueta que en su imaginación le atribuía: un marino vasco arrogante, fuerte, serio, esbelto, alto, pelo negro crespo, pobladas cejas, prominente nariz, enjuto, mirada profunda y una edad similar a la del marino cuando culminó la hazaña.

Pío Gogorza

Zuloaga conocía a Pío Gogorza Egaña, inspector municipal veterinario de Zumaia, nacido en Azpeitia en 1878. Se profesaban amistad y admiración mutua, y me imagino que frecuentaban las mismas tabernas, de forma que, después de unos tragos, le convenció para inmortalizarlo en el lienzo representando al gran navegante.

Retrato de Juan Sebastián Elcano realizado por Zuloaga, quien usó al veterinario Pío Gogorza Egaña para representar al navegante de Getaria N.G.

Estudió en la Escuela de Veterinaria de Zaragoza. Durante su época de estudiante, intervino en el rescate de una persona en un incendio y, en muestra de su valor, fue condecorado por el Ayuntamiento de la ciudad.

Personaje bohemio, buen profesional, pero abandonado en las formas e indumentaria, aficionado a francachelas en tabernas y sidrerías, paseó su soltería, primero en Placencia de las Armas hasta mayo de 1911, luego en Zumaia, nudo ferroviario y puerto mercante de cierta entidad en aquella época, para trasladarse en 1931 al barrio de Itziar (Deba), en donde falleció a los 57 años de edad, en julio de 1935.

Precisamente, en el comedor del restaurante Salegui de Itziar –no se pierdan sus fritos “de los de antes”–, se encuentra enmarcada una reproducción del testamento del ilustre navegante, donde hace mención a sus “antojos” (anteojos), detalle que en aquella época se consideraba aureola de sabiduría e inteligencia, pero que hoy nos indican miopía o incipiente presbicia, por escribir a la luz oscilante del candil del cuarto de derrota.

Pero la anécdota no acaba ahí para nuestro campechano veterinario, porque en 1948 la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de Madrid emitió unos billetes de cinco pesetas con la efigie del “almirante– veterinario”, tomada del cuadro de Zuloaga.

Santa Lucía

Este miércoles se celebra la tradicional –desde 1727– feria de ganado caballar en Urretxu y Zumarraga. La presencia y venta de équidos tiene una marcada tendencia descendente, la de productos del caserío, artesanales, indigestos talos incluidos, capones y otras aves de corral nos anuncian la proximidad de las fiestas navideñas lo que, unido al fenomenal ambiente y los festejos organizados por ambos ayuntamientos, convierte a ambas localidades en destino preferido para visitantes y curiosos de toda Euskadi. No se lo pierdan, pero vayan en tren y, previa reserva, coman en Etxeberri, como yo.

España: qué país Mikelarena

Es el título del penúltimo trabajo de Iñaki Anasagasti (Editorial Txalaparta), de recomendable y agradable lectura. El autor, con el lenguaje claro y sencillo que acostumbra, preñado de nombres y referencias que a todos nos resultan conocidas, con sus profundos conocimientos, fruto de su dilatada experiencia parlamentaria madrileña, desmonta algunos de los mitos de la “modélica” Transición y refiere a esa historia con minúscula. De gran interés, más allá de la anécdota, que justifica algunos hechos, personajes y actitudes, como pueden ser los nueve, que no siete, padres de la Constitución o la redacción del artículo segundo, que vino impuesta en una “chuleta” que le pasaron a Solé Tura, presidente de la ponencia, cuando, igual que ahora, nos advertían de la ruptura de España, ocultando sus oscuros intereses bajo la bandera del nacionalismo español.

Hoy domingo

Alubias de Tolosa (de Tierra Estella) con berza, choricillos de Maialen (segundo premio en el concurso de Azpeitia) y morcilla de Jesús Mari Deba de Ormaiztegi. Manzana asada. Vino tinto Viña Real crianza. Agua del Añarbe. Café y mignardises navideñas.