¿Qué hacemos con el dinero? Es la primera pregunta que hace la profesora. “Gastarlo”, responde de inmediato un alumno. Seguramente no es la respuesta ideal –o al menos habría que matizarla–, pero sirve como punto de partida para comenzar la clase de Finanzas para la vida, una iniciativa de Kutxabank que nació dirigida a jóvenes entre 13 y 17 años matriculados en 3º y 4º de la ESO, 1º de Bachillerato y Formación Profesional, y que ahora se ha ampliado a jóvenes con discapacidad intelectual y enfermedad mental, en unas clases que se llevan a cabo en Gureak.
“Es un programa de adquisición de habilidades financieras para jóvenes. Tras las primeras ediciones en institutos y centros de Formación Profesional, nos dimos cuenta de que el alumnado de FP que tiene un proceso de aprendizaje más lento se quedaba fuera de muchos programas. Entonces hicimos una prueba el pasado curso en FP de Grado Básico y, viendo que el resultado era bueno, nos animamos a seguir en esa línea, porque son chavales que van a gestionar sus propias finanzas cuando se incorporen al mundo adulto y trabajen”, explica la profesora, Lourdes Antoñana. No se trata de términos económicos complejos, sino de nociones básicas y de la economía del día a día. En otras palabras, cómo manejar el dinero.
Son ocho los alumnos que asisten a la primera clase, todos ellos estudiantes de Formación Profesional Básica en Servicios Comerciales, una sesión a la que asiste también NOTICIAS DE GIPUZKOA. Tras las presentaciones y la pregunta de qué se hace con el dinero, la siguiente es si ahorran. Uno dice que se lo gasta “todo” y otro que ahorra. Sirven estas dos respuestas para que la profesora les diga que uno de los principales objetivos es “ahorrar” para que “la seguridad financiera sea buena”: “Vamos a aprender herramientas para que nuestra seguridad financiera sea correcta, algo que se logra ahorrando”.
Un juego de rol
La manera de aprender es un juego de rol en el que los alumnos deben meterse en la piel de “un joven estudiante” que tiene ciertos ingresos, unos gastos y alguna limitación para hacer uso de su dinero. Recibe una paga semanal de 20 euros por parte de sus padres, sus abuelos le dan mensualmente 12 euros y consigue ingresos extra de 10 euros al mes, mientras que sus gastos son 6 euros en teléfono móvil, 15 euros en la tarjeta de transporte y 10 euros en caprichos cada mes. Además, el protagonista del juego tiene una cuenta de ahorro con un saldo de 1.700 euros y cada cumpleaños recibe otros 50 euros más en esa cuenta. Pero ese dinero no lo puede usar libremente, ya que como mucho podrá disponer del 50% del dinero de la cuenta con la condición de reponerlo en un máximo de 12 meses.
Una vez entendida la situación del personaje y comprendidas –por medio de explicaciones de la profesora y de un didáctico vídeo– ideas como que los gastos deben ser menores que los ingresos, que hay que ahorrar y que es preferible vivir sin deudas (o al menos poder pagarlas cómodamente), llega el momento de meterse en la piel del personaje.
Los ocho estudiantes se ponen en parejas y rellenan en unas hojas los ingresos y gastos habituales que tienen, y cuál es la cantidad que les queda después de tener en cuenta estos dos conceptos. Por ejemplo, si en enero ingresan 102 euros y únicamente han gastado 31, su saldo será de 71 euros. Sin embargo, si surge algún contratiempo, ese saldo positivo “puede descender”, les alerta Lourdes Antoñana.
El juego arranca con esta puesta en escena. El siguiente paso es “elegir una ilusión” o comprar algún capricho más caro. Tienen seis opciones: un ciclomotor, un patinete eléctrico, una videoconsola, una bici eléctrica, un teléfono móvil de última generación y un ordenador personal, artículos que van desde los 450 hasta los 2.400 euros. Les recuerda en este punto la profesora que, para hacer frente a ese desembolso, tendrán que coger dinero de su cuenta de ahorro, con las condiciones, ya mencionadas, de coger como máximo el 50% y devolver la cantidad durante los siguientes doce meses. Además, durante el juego les tocarán cartas con gastos inesperados.
Elegir una “ilusión”
Una vez elegida cada pareja su ilusión, la profesora les recuerda que cada compra conlleva unos gastos adicionales. Por ejemplo, comprar una moto supone “adquirir un casco, ponerle gasolina o tener un seguro”. Una de las parejas elige la videoconsola. “Para poder jugar online, necesitaréis wifi”. “Me lo pagan mis padres, soy un joven estudiante”, se ríe el alumno. “No, en el juego tenéis que asumir los gastos”, les recuerda la profesora, que insiste en los gastos que lleva aparejados la videoconsola: “¿Otro mando? ¿Una suscripción online? ¿Algún juego más durante el año?”. Se ve que el alumno no tenía pensado hacer gastos extra, porque tuerce el morro: “No pagaría una suscripción online, ni necesito un segundo mando. Y los juegos los compro rebajados”, le responde. “La tentación es creer que no voy a tener gastos, pero poneos en la realidad”, comenta la profesora. “¿Y qué pasa si os quedáis sin dinero?”, les pregunta Antoñana. “Pedir al banco”, responden. Otra respuesta que habrá que matizar en futuras clases.
Los ocho alumnos tienen varias semanas para completar el juego y después habrá una clase de cierre en el que harán balance con un profesional de Kutxabank, que, además, les resolverá dudas que puedan surgir durante el juego o de su propia experiencia en el mundo real, por ejemplo, si pueden tener Bizum, cómo pedir un préstamo...
Tránsito a adulto
En esa sesión de balance se tratará también “de ese tránsito a adulto y cómo gestionar las finanzas, que le cuesta a mucha gente. La familia les sigue acompañando en ese proceso”.
Se trata, en definitiva, de que los alumnos “sepan manejar las finanzas y sean personas formadas. Les incluimos términos como patrimonio o dinero en el banco, que es importante ir controlando”. No en vano, la meta es que tengan conocimientos para cuando sean independientes económicamente, que es el objetivo de estos estudiantes de FP Básica en Servicios Comerciales.
El trabajador de Kutxabank que se encarga de la sesión de cierre es Eneko Zaballa, subdirector de la oficina de Benta Berri, con experiencia en la enseñanza: “Llevamos años con esta iniciativa. Íbamos a centros escolares de la zona y, mediante un juego, les íbamos explicando a chavales de 14-15 años conceptos básicos de la economía. Y el último día les incides en la importancia de ahorrar, de ir apartando un poco de dinero cada mes por las circunstancias de la vida, también conceptos como el funcionamiento de los préstamos. El año pasado hicimos una prueba piloto en Gureak, fue bien, y repetimos”.
Eneko vio a estos estudiantes de FP Básico “muy centrados”: “Se ve que quieren ser independientes económicamente, que están estudiando y me pareció que eran muy conscientes del tema y estaban centrados. Tenían diferentes niveles, pero me llevé una grata sorpresa. Interiorizaron bien los conceptos”.
“En general se trata de abrirles un poco los ojos, tanto a estos alumnos de Gureak como a los de los centros escolares que acudimos”, sigue diciendo este trabajador de Kutxabank: “Yo tengo tres hijos y les digo que tengan cuidado con el dinero, que no viene caído del cielo. Si tienes una paga de 10 euros a la semana, pues intenta apartar algo, quizás dos euros, para en algún momento poderte comprar algo que quieres. Son conceptos básicos, nada más, pero está bien que se vayan familiarizando poco a poco con ellos”.
Urko, Xabi y Alba
La primera clase ha durado aproximadamente una hora –el trabajo continúa con Patricia Blanco Díaz, su profesora en FP– y los alumnos han estado atentos y participativos. Tres de ellos (Urko, Xabi y Alba) comparten sus impresiones con este periódico.
Urko Botas, irundarra de 19 años, y Xabi Mantecón, eibartarra de 20 y muy futbolero –la víspera había estado en Ipurua y en clase lleva la camiseta del club armero– han trabajado juntos. “Como ilusión hemos elegido el móvil de última generación. Ni lo más barato ni lo más caro (cuesta 800 euros en el juego) y es útil para el día a día”.
Ambos están estudiando FP Básica en Servicios Comerciales porque les gusta “la atención al cliente” y consideran “muy importante” saber de economía. Ambos ya tenían interiorizado el concepto de ahorro, algo de lo que se ha insistido mucho en clase. “Ahorro bastante, no suelo gastar. Tengo una paga y la administro. Igual a veces me compro algo de ropa o un juego”, comenta Urko. “En casa también me hablan de esto, de tener por si acaso dinero por si se estropea algo. Suelo comprar ropa de deporte como botas o una camiseta térmica. El resto lo guardo”, añade Xabi.
Alba Nartallo, zarauztarra de 19 años, es de las más involucradas en la tarea. “Quiero trabajar porque me gustaría tener dinero para mis gastos y para ayudar a la gente” comenta, para añadir que en el juego ella y su compañera han elegido “el ordenador, porque es práctico”. Cuenta también Alba que recibe de sus padres “una paga de 20 euros al mes” y que suele ahorrar después del toque de atención que le dieron en casa: “Una vez gasté mucho en chucherías y así, y mi madre me dijo que tuviera cuidado. Le dije que no lo volvería a hacer”.
Los ocho alumnos de Finanzas para la vida aprovechan la ocasión para mostrar el proyecto que han puesto en marcha dentro de su formación en FP: se trata de la tienda de ropa GureTxukundu, que tiene cuenta en Instagram (@guretxukundu). Es ropa cedida por otras personas y se puede adquirir gratis acudiendo a la sede de Gureak –cuesta un euro si se hace la gestión por la plataforma Vinted–. El comprador recibe también una pulsera como manera de “fidelizar” a los clientes, cuentan los propios alumnos, que han elaborado las pulseras aprovechando ropa vieja. Estos estudiantes no pierden el tiempo y suman ahora conocimientos económicos para su futuro laboral.
IOMe, un nuevo edificio dedicado a la formación
Gureak ha estrenado el edificio IOMe, que servirá para dar cabida a las necesidades formativas de las personas con discapacidad en sus itinerarios de inclusión y cuyo nombre responde a las iniciales del director de Gureak fallecido en 2018 (Iñigo Oyarzabal Múgica eraikina).
El edificio, de 3.400 metros cuadrados, está situado en la sede central de Gureak, en el barrio donostiarra de Berio, y por ahora son 68 los estudiantes de Formación Profesional que la están ocupando, una cifra que crecerá en próximas fechas, ya que actualmente cerca de 350 personas realizan procesos de formación dentro del grupo y, gracias a las nuevas instalaciones, se va a dar salida a la problemática de falta de espacio para su oferta formativa.