Andoni Fernández, de 71 años se muestra “feliz” con su medalla de Beti On. Hace aproximadamente cuatro años que la tiene, y desde entonces ha tenido que usarla seis veces. Seis veces que los profesionales del servicio de teleasistencia del Gobierno vasco han respondido a su llamada de auxilio y mandado una ambulancia en un abrir y cerrar de ojos.
El servicio de teleasistencia le permite mantenerse en casa y valerse por sí mismo.
Este vecino de Rekalde (Bilbao) tiene Parkinson avanzado, grado 3 de dependencia y vive solo, motivo por el cual decidió hacer uso de la medalla. “Es el único apoyo que tengo, cuando me caigo recurro a ella, y en unos segundos tengo ayuda”, cuenta. Es por eso que admite que esta herramienta le da “mucha tranquilidad”. Y, además, sostiene que no sirve solo para pulsarla y llamar para una emergencia. Y es que contactan con él para saber qué tal está, le gestionan citas médicas o incluso le llaman para recordarle cuándo debe acudir a su cita en el ambulatorio.
El servicio de teleasistencia le permite mantenerse en casa y valerse por sí mismo. “Me dijeron para ingresar en una residencia, pero les dije que no”, sostiene. Con Beti On siente que tiene “más autonomía, me voy valiendo por mí mismo”, insiste Fernández, que cuenta además con una auxiliar dos horas por las mañanas y un servicio de acompañamiento de una hora por la tarde.
"Con Beti On siento que tengo más autonomía, me voy valiendo por mí mismo”
En una sociedad cada vez más envejecida, las personas que usan el servicio del Gobierno vasco no paran de incrementar. Según apunta su director, Iñigo Mijangos Amezaga, son ya más de 66.000. Les brinda atención permanente en el domicilio, las 24 horas del día, atendido por personas específicamente preparadas para dar respuesta a situaciones de emergencia o necesidad social.
Todo esto se hace a través de la instalación de un terminal en el domicilio y de un pulsador o medalla que debe llevar el usuario. De esa forma, la atención a emergencias llega con tan solo pulsar un botón, la medalla que llevan colgada al cuello día y noche. “Ofrece una garantía, una tranquilidad”, sostiene Mijangos.
Además de responder rápidamente a las llamadas de emergencia, en una media de 4,2 segundos, también se les llama para ver qué tal están, cuál es su realidad social o residencial..
Y es que la mayoría de usuarios son mayores que viven solos. De hecho, el perfil más habitual es el de una mujer mayor de 80 años. De hecho. el 40% de la población vasca de esas características tiene la medalla. Como explica el director del servicio, además de responder rápidamente a las llamadas de emergencia, en una media de 4,2 segundos, también se les llama para ver qué tal están, cuál es su realidad social o residencial... Además, en muchas ocasiones les gestionan las citas médicas, les informan sobre actividades de los servicios municipales, avisan sobre timos, alertas de calor, se les ponen detectores de gas... “o hay personas que se han caído varias veces y encima pierden la conciencia, no va a poder pulsar el medallón, por eso a esas personas se les pone detector de caídas”, sostiene.
Servicio personalizado
En conclusión, “a cada usuario se le ofrece la tecnología que necesita, igual que las llamadas. Hay que ofrecer a cada cual el servicio más personalizado posible”. El servicio del Gobierno vasco lleva activo desde 2011, y en este tiempo los usuarios se han duplicado. “Cada vez se alarga más la vida, y se alarga el tiempo que estamos envejeciendo en el domicilio”, que, por otro lado “es a lo que aspiramos”, sostiene Mijangos. Y para ello, tener el apoyo de servicios como Beti On facilitan la autonomía de los mayores. Reflejo de ello es el feedback que reciben, “siempre que hacemos una encuesta obtenemos un 4,6 sobre 5 en la valoración”, asegura orgulloso el director.
“Las personas mayores tienden a no querer molestar. Se caen en casa a la noche, están sangrando, hay que mandar una ambulancia y dicen: no llames a mi hija, pobre, que mañana tiene que trabajar”
Y son los familiares los que agradecen más aún, si cabe, la ayuda. Y es que como explica Mijangos, “las personas mayores tienden a no querer molestar. Se caen en casa a la noche, están sangrando, hay que mandar una ambulancia y dicen: no llames a mi hija, pobre, que mañana tiene que trabajar”. Por eso, el director sostiene que cuando no se les llama, los hijos de los usuarios “a veces se enfadan, pero nos debemos a ellos, su autonomía es plena y ellos deciden si quieren avisar a alguien”, zanja.
En corto
Mil llamadas diarias. Hay un total de 150 empleados, 4 centros de trabajo, y atienden el 90% llamadas antes de 12 segundos, de hecho, el tiempo promedio es de 4,2 segundos. Al día reciben 1.000 llamadas y emiten 2.000. El servicio tiene un coste de 4 euros al mes, aunque algunos mayores tienen un copago del Gobierno vasco.