La imagen llama la atención. En el día más caluroso en Donostia en lo que va de veranomáximas de 35 grados en las horas centrales del día en la capital guipuzcoana, incluso algo más en otros puntos del territorio–, la playa de La Concha está llena de bañistas y arriba, en el paseo, está Chewbacca, el peludo personaje de Star Wars, interactuando con las personas que se protegen del sol. Al verlo, uno piensa: “Quien esté ahí dentro, está pasando mucho calor”.

“Bueno, se está mejor en invierno, más fresco”, reconoce la persona que está dentro, Nixon, un colombiano que lleva cuatro años en Donostia. “Hoy apenas he llegado casi me retracto y vuelvo a casa, pero también es un día que viene mucha gente y hay que aprovechar”, comenta a este periódico a última hora de la mañana. Su intención era quedarse un rato, descansar al mediodía en casa y volver a la tarde. Su jornada habitual es de “cinco o seis horas”.

Lo que más calor da de todo el traje es la capucha. Me he buscado un sitio en la sombra y trato de estar en movimiento, interactuar con los niños para estar entretenido y pasar mejor las horas”, comenta Nixon, que reconoce que algún paseante le había dicho que tiene “mucho valor” por embutirse en el traje de Chewbacca en un día tan caluroso. Admite también que siente “un poco de envidia” por los que están en la playa, aunque comenta que algunos días, después de dejar el disfraz en casa, baja a darse “un baño”. Para acabar comentando que “en general, trabajar en la calle no está muy valorado”.

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El calor aprieta en Donostia Javi Colmenero

No muy lejos de Chewbacca se encuentra Amaia, que está atendiendo uno de los quioscos del paseo. Un lugar al que suelen acudir un buen número de clientes en busca de agua, refrescos, cervezas y helados, y más en jornadas tan calurosas como la de hoy. Amaia, que antes trabajaba en Ondarreta, se protege en la sombra cuando no hay clientes. “Con este calor, si no trabajara, creo que me quedaba en mi casa. Ni venía a la playa”, bromea.

Su horario es de 12.00 a 20.00, así que ha tenido que soportar las peores horas de calor. “Al menos voy a estar entretenida”, dice, “porque estos son los días potentes y voy a tener bastante trabajo”, dice mientras atiende a un turista que le pide una lata de cerveza “bien fría”.

Amaia atiende a un turista que le ha pedido una cerveza. Javi Colmenero

Menos espera vender Jesús Echegoyen, conocido barquillero de La Concha. Después de unas horas en su puesto por la mañana, su idea era regresar a las 17.00. “Hoy es día de agua y helados, pero luego sale mucha gente y ya habrá alguien que quiera barquillos o patatas”. Confiaba también en el anunciado descenso de temperatura.

“Agua y tranquilidad” 

Con calma se tomaba el día Mari Jose, que trabaja como cartera. “A ver, lo llevamos”, dice, resignada, sobre el calor. Su táctica para aguantar es “ir tranquila y beber agua”. De hecho, charla con nosotros cuando está sentada en un banco a la sombra. Los repartidores y carteros no lo han pasado muy bien hoy.

Le toca repartir en el Centro, una zona donde hay “sol y sombra”, lo que hace más llevadero trabajar con temperaturas por encima de los 30 grados. El protocolo vigente a nivel estatal para prevenir a los trabajadores de las altas temperaturas contempla reducir la jornada laboral, fomentar la flexibilidad horaria, redistribuir la jornada o interrumpir los trabajos al aire libre, entre otras medidas, y Mari Jose dice que, “con alerta amarilla”, pueden dar por concluida la jornada laboral a las 13.00 horas e ir a la oficina, o antes incluso en caso de encontrarse mal.

Eso sí, dice que también en la oficina se pasa calor en ocasiones. “Ahora con el tema este del ahorro de energía no está puesto el aire acondicionado. Así que ya estás con calor antes de salir a la calle”. Pero se resigna: “Es nuestro trabajo. Aunque es difícil aguantar días así con estas temperaturas...”.

“Hoy alguno no ha trabajado...” 

Para primera hora de la tarde, Haithem, natural de Túnez, ha hecho, cargado con su enorme mochila de Glovo, “seis repartos de comida”, y aprovecha un rato libre para sentarse a la sombra. “Me ha dado bastante el sol”, reconoce: “Es difícil trabajar en la calle con este calor”. Pero los viernes son “uno de los días de la semana con más trabajo” y quería “aprovechar”.

Haithem ha hecho hoy varios repartos pese al calor. N.G.

Su manera de llevar mejor el calor es “comprar agua o rellanar la botella en alguna fuente después de cada pedido”. Así, refrescándose continuamente, dice que lleva “bastante” bien el calor. Algún compañero con los que suele coincidir en los repartos “se ha quedado en casa”: “Me parece que alguno ha decidido no trabajar este mediodía”.

Tampoco es un buen día para trabajar en la obra. El sol da fuerte y es una labor que exige un importante desgaste físico, así que es comprensible que no estén muy parlanchines. “Hoy trabajamos hasta las cuatro de la tarde, no más”, comenta Jose, que está trabajando en las obras del metro: “Cada hora y media paramos a descansar, porque se hace duro, no te voy a engañar”, añade. Un compañero suyo es más contundente. “Con este calor no se puede trabajar durante el día”. No le falta razón. No estaba el día para trabajar al sol...