Un rescoldo parece avivarse lentamente en la guerra sin cuartel que se ha librado en Euskadi para apagar el consumo de tabaco en los últimos años. El cerco al cigarrillo ha surtido efecto. Hasta tal punto que más de la mitad de la población vasca confiesa actualmente no haber fumado nunca, algo impensable en otro tiempo. Se trata, en todo caso, de una moneda de doble cara en la medida en que se asoman nuevas generaciones que no parecen advertir el riesgo del tabaquismo, a la estela de una cultura del vapeo de la que alertan los sanitarios.

Mari Luz Rodríguez Ibáñez entiende que esa nueva cultura, “aparentemente inocua”, es la antesala del consumo de tabaco de toda la vida. Esta médico es integrante de Osatzen, la Federación Vasca de la Sociedad Española de Medicina de familia y Comunitaria. La profesional sanitaria acude con frecuencia a centros escolares en los que se organizan talleres de prevención al consumo.

Dos de cada diez adolescentes entre catorce y 18 años confiesan que fuman o consumen algún derivado del tabaco. Los vapeadores son los preferidos para uno de cada cinco. “Son encuentros en los que tenemos ocasión de comprobar las ideas erróneas que existen sobre el vapor que inhalan. Creen que es inocuo. Es un error”, insiste Rodríguez Ibáñez, que fija su mirada en los aerosoles que continen muchos de estos productos.

En ellos se han identificado sustancias cancerígenas y partículas ultrafinas además de nicotina, según detalla un documento del Departamento Vasco de Salud en el que se analiza de modo monográfico la composición de estos cigarrillos electrónicos. Entre las sustancias cancerígenas destacan: nitrosaminas específicas del tabaco, aldehídos, compuestos orgánicos volátiles e hidrocarburos aromáticos policíclicos.

El veto de Irlanda al vapeo juvenil

Un consumo entre la juventud cuya preocupación recorre Europa. El Gobierno irlandés ha confirmado este miércoles que aprobará en los próximos meses una ley que prohíba la venta de productos de vapeo a los menores de 18 años. La nueva legislación, aprobada el martes por el consejo de ministros, también quiere vetar la publicidad de estos productos.

El problema es que “entre los jóvenes está extendida la idea de que el vapeo permite tener más amigos, sentirse mejor y más cómodos durante la socialización. Su consumo por diversión, relajación o placer es el más prevalente”, reconoce la doctora Ana Sánchez-Prieto, que reclama una legislación más estricta para frenar el consumo de cigarrillos electrónicos. Como presidenta del comité de prevención del tabaquismo de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), asegura que el consumo de este tipo de productos entre jóvenes ha aumentado exponencialmente. Y ellos y ellas, advierte, “tienen el doble de probabilidades de acabar fumando tabaco convencional”. Al menos si se les compara con quienes no se dejan seducir por la cultura del vapeo.

Entretanto, el tabaquismo sigue siendo la primera causa de muerte evitable y el origen de enfermedades oncológicas, respiratorias y cardíacas. Luz Rodríguez se hace eco de una reciente campaña que advierte a la juventud de que vapear no ayuda a dejar de fumar, y además daña los pulmones. “Si vapeas aumentas tus posibilidades de consumir tabaco en un futuro. De hecho, muchos de esos dispositivos de moda que han surgido como alternativa al cigarrillo tradicional contienen nicotina y productos químicos”, advierte.

Euskadi fue la primera comunidad del Estado en prohibir el cigarrillo electrónico en espacios públicos, al equipararlo al tabaco. Desde Osatzen alertan de que este tipo de dispositivos introducen a la juventud en una serie de hábitos que a la larga pueden ser “muy perjudiciales”. Así lo demuestra una reciente encuesta realizada por la federación, en la que el 20,8% de los adolescentes preguntados al respecto reconocieron que consumen este tipo de productos.

El análisis de lo que ocurre al cabo del tiempo resulta elocuente. El estudio refleja que entre los 19 y 24 años, la proporción de fumadores asciende al 32,3%. Pero a estas edades el tipo de consumo se invierte, de manera que se incrementa la proporción de fumadores de cigarrillo convencional (19,1%) respecto a los que consumen vapeadores (13,8%) y cachimba (11,5%). Datos que vendrían a demostrar esa puerta de entrada al tabaquismo que suponen los dispositivos electrónicos.

Retrasar la edad de inicio al consumo

Uno de los objetivos del Departamento de Salud es, precisamente, retrasar la edad de inicio de consumo. Cada año que transcurra sin dar caladas a un pitillo es “importante” porque en esas edades los consumos son “muy adictivos” y crean un hábito muy fuerte. “Estamos viendo con preocupación cómo aumenta el consumo de tabaco entre los jóvenes. Es una situación que nos da mucho miedo porque estamos hablando de las futuras generaciones”, advierte Rodríguez Ibáñez. Y vapear sin nicotina -recalca- también es perjudicial para la salud. “No es una alternativa al tabaco, la alternativa es dejarlo”, subraya la sanitaria, que alerta de la publicidad “engañosa” de muchos de estos productos, aparentemente inofensivos, “que lo único que buscan es enganchar a los jóvenes”.

Realiza su llamamiento días después de un polémico vídeo que se ha viralizado en redes sociales y que tiene como protagonista a una niña vestida de comunión con una edad comprendida entre 9 y 10 años. La pequeña abría regalos. Uno de ellos era un cigarrillo electrónico, junto a cartuchos de todos los colores y sabores.

La familia ha querido aclarar después que ese regalo no era más una broma para ocultar el auténtico: un smartphone de última generación. Tras la polémica generada, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF) también ha alertado de que el uso de vapeadores plantea un motivo de preocupación desde el punto de vista sanitario, especialmente en relación con los más jóvenes y colectivos más sensibles como pueden ser las personas con afecciones respiratorias.

El Ministerio de Sanidad está abordando actualmente la regulación de estos productos que comercialmente se reivindican como dispositivos para dejar de fumar. Ante ello, los farmacéuticos advierten que “obedece a una estrategia comercial y en ningún caso a una utilidad sanitariamente contrastada”, ya que, como indicó el Ministerio de Sanidad en 2022, “no existe evidencia respecto a la seguridad y eficacia” de estos productos como ayuda. “Si bien cuando aparecieron en el mercado estos productos se valoró esta opción como dispositivos a la hora de dejar de fumar”, diversas entidades sanitarias como la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial de Salud, o la propia OMS, han expresado que las sustancias que se inhalan a través de estos son tóxicas para la salud.