El motor del vehículo estaba en marcha. A bordo, un hombre y una mujer en actitud muy vigilante. Él, al volante, ella de copiloto, muy atentos a las tres mujeres que en esos momentos hablaban a escasos metros de la oficina de Kutxabank en la calle Matía de Donostia, junto a la plaza Benta Berri. Ocurrió ayer a las 12.30 horas, mientras un agente de paisano de la Ertzaintza seguía la secuencia de los hechos. El grupo de mujeres que animadamente conversaba junto al cajero se despedía. Solo quedó una de ellas en el lugar. El agente fuera de servicio pronto se percató de lo que está a punto de suceder. Llamó a la comisaría pidiendo una patrulla de apoyo. 

El motor del vehículo de la pareja de delincuentes continuaba en marcha. La mujer bajó del coche y se dirigió a su víctima, a la que comenzó a abrazar efusivamente dirigiéndole palabras cariñosas mientras le acariciaba el cuello, las dos muñecas y uno de los brazos. Le estaba robando -sin ser consciente de ello la víctima- por medio del conocido como método del abrazo, una técnica delictiva cuya finalidad es aprovechar el desconcierto inicial para sustraer bienes, y que sigue muy activa en Gipuzkoa. La Ertzaintza y policías locales aconsejan por ello “evitar hacer ostentación innecesaria” de joyas o relojes de alto valor económico en la vía pública.

La ladrona se giró, comenzó a rugir en esos momentos el motor del vehículo, que se acercó a gran velocidad para recoger a la asaltante y darse a la fuga una vez que habían cumplido su objetivo, hacerse con una de las joyas de la mujer. El agente, a la espera de que llegaran refuerzos, se colocó delante del vehículo para bloquear su huida, y acto seguido sacó su placa para identificarse como ertzaina. 

Testigos presenciales relatan a este periódico que en esos momentos la sospechosa a la que habían visto abrazar a la víctima se desprendió de “un pañuelo de papel hecho una bola”. En su interior se pudo comprobar posteriormente que había una pulsera de oro a nombre de Beatriz. Era la misma mujer a la que poco antes habían robado y que, inicialmente, sin ser muy consciente de ello, abandonó el lugar mientras el agente trataba de evitar que los asaltantes pusieran tierra de por medio. 

Llegó posteriormente una patrulla de refuerzo. Los agentes cachearon a los dos sospechosos y revisaron el vehículo de arriba abajo para comprobar si había más objetos robados. Se sospechaba de que se trataba de delincuentes profesionales, como posteriormente revelaría la ficha policial. 

Se escucha un grito: "¡Esa mujer le robó hace quince días a la mía"

La patrulla buscaba más evidencias, y en esos instantes, se escuchó un grito: “¡Esa mujer le robó hace quince días a la mía!”. Era el conductor de un vehículo que circulaba por la zona, en la calle Matía, quien detuvo la marcha al identificar a la ladrona. Se trataba de la misma persona que, también mediante el método del abrazo, le había robado una joya a su mujer el 16 de abril en la calle Escolta Real, próxima al lugar de los hechos. 

Ante tales evidencias, la patrulla procedió a la detención de las dos personas. La investigación ha permitido esclarecer que se trata de una pareja domiciliada en Barcelona y que ha protagonizado hechos similares en todo el Estado, según indican fuentes cercanas al caso. Inicialmente no constaba que la víctima hubiera interpuesto una denuncia por estos hechos, algo que finalmente hizo ayer por la tarde.  

No son, ni mucho menos, hechos aislados. Solo durante el primer semestre del año pasado se registraron en Euskadi un total de 303 hurtos mediante el 'abrazo solidario'. Gipuzkoa es, con diferencia, el territorio vasco donde más despuntan este tipo de delitos. Son en total 142 casos, muy por encima de los 125 registrados en Bizkaia y los 36 de Araba. “Son hechos muy habituales, lo que no suele ser tan frecuente es pillarles in fraganti”, indican fuentes policiales, en relación al robo frustrado en la calle Matía de Donostia. 

En todos los casos, un mismo patrón: mujeres que se abalanzan sobre personas a las que fingen conocer. “En ocasiones, hemos tenido constancia de que llegan cuatro mujeres de una misma banda a bordo de un turismo con domicilio fiscal en Bizkaia. Siempre es un hombre el que las lleva”, señalan las mismas fuentes.

El grupo criminal se reparte el trabajo. Una vez seleccionada la víctima, una de las mujeres jóvenes se acerca mediante cualquier embuste, bien sea un supuesto favor sexual junto al portal de casa, algún comentario de índole religiosa a la salida de misa, o bien a la entrada de los centros hospitalarios, donde también se despachan las artimañas de estas bandas organizadas.

Otros lugares frecuentados son también calles comerciales, parques públicos, aledaños de residencias de la tercera edad y sociedades de jubilados. El objetivo es siempre distraer la atención de las personas mayores con cualquier excusa.