La batería de normativas que el Gobierno estatal publicó a finales del pasado año para regular la fertilización de tierras agrícolas ha puesto en tensión a un gran número de baserritarras. Entre las medidas establecidas figura la prohibición a partir de 2024 del uso de purines, algo que, tal y como explican desde la cooperativa Abelur, no afecta a Gipuzkoa, ya que en el nuevo decreto se establece una excepción: las explotaciones de la cornisa cantábrica que tengan más de la mitad de su terreno en pendiente podrán seguir utilizando el cañón de purín.

“Prácticamente todas las explotaciones de Gipuzkoa están en pendiente, por lo que los baserritarras pueden estar tranquilos”, cuenta a este periódico Imanol Arrieta, de Abelur. En los últimos años, en determinados lugares el uso de purines ha supuesto un motivo de conflicto entre baserritarras, vecinos y visitantes como consecuencia de su fuerte olor. Ante ello, el Gobierno español ha decidido prohibir su uso, a excepción de en la cornisa cantábrica, donde se ha tenido en cuenta su orografía accidentada que dificulta considerablemente esparcir los fertilizantes.

De este modo, a pesar “del desconocimiento” de la gran mayoría de los ganaderos y agricultores del territorio, que creen que estará prohibido el próximo año, el purín podrá seguir siendo aplicable con una nueva normativa que, eso sí, trae novedades importantes de cara a un mayor control de los fertilizantes. “En el fondo, todo viene desde la Unión Europea, que busca desde hace un tiempo limitar los gases de efecto invernadero y el amoníaco”, explica Arrieta, asegurando que, con ello, el objetivo es “preservar la salud biológica del suelo”, permitiendo la presencia de microorganismos. Además, gracias a este mayor control, se quieren prevenir “los excesos”, evitando “que se vaya la mano” con los fertilizantes y, así, no acaben contaminando los acuíferos.

Registro digital

Una de las principales novedades que trae consigo el Real Decreto es que las explotaciones con más de diez hectáreas deben diseñar un plan de abonado, lo que obliga a los baserritarras a decir “qué van a echar, cuánto y dónde”. Para ello, antes de septiembre de 2024 un agente de productos químicos y fertilizantes o, en su defecto, los propios productores a través de una aplicación informática que todavía no está en marcha deberán haber cumplimentado el informe.

A ello se suma un cuaderno de explotación digital, en el que deben anotar todos los abonos, sean orgánicos o químicos, que utilicen cada mes. “Este es el principal quebradero de cabeza para los baserritarras, ya que no pueden rellenarlo cada cuatro meses, sino que deben ir prácticamente al día”, señala Arrieta sobre un sistema que estará conectado al momento con las administraciones públicas.

En líneas generales, por lo tanto, la nueva norma, “no cambia tanto la distribución” de los fertilizantes. Quizás la medida más importante tenga que ver con la conservación del estiércol, que deberá hacerse en estercoleros y que no podrá estar más de cinco días esparcido sobre la parcela. “Todos están de acuerdo en tener un mayor control para evitar los excesos. Sin embargo, está claro que para, sobre todo, los más mayores significa un trabajo más”, explican desde este sindicato agrario, que trata de informar a los baserritarras en todo lo referido a esta ley.

“Si el papeleo ya era algo de lo que se quejaban desde hace tiempo, ahora, tener más deberes conlleva tener más inspecciones y no todos se las apañan igual con el ordenador”, apunta Arrieta, que hace un llamamiento a todos los ganadores y agricultores que lo necesiten a pedir ayuda a Abelur.