El Aita Mari tiene previsto zarpar este sábado por la noche en una nueva misión de rescate tras haber dejado a salvo esta pasada madrugada en el puerto italino de Civitavecchia, cerca de Roma, a las 31 personas que fueron auxiliadas el miércoles en aguas del Mediterráno central. Paradójicamente, a pesar de las trabas del gobierno ultraderechista italiano, se trata de la primera ocasión en la que la tripulación vuelve a pedir despacho para llevar a cabo una misión consecutiva.

El buque ha atracado sobre la 1.40 horas de esta madrugada en el puerto italiano tras dos días de navegación desde el punto en el que se produjo el rescate. Entre las 31 personas que ya se encuentran en tierra hay diez niños, seis de ellos menores extranjeros no acompañados, y tres mujeres embarazadas.

Según han relatado los migrantes a la tripulación, la patera zarpó desde las costas de Túnez y fue tras quince horas de incierta navegación en un bote muy inestable, de menos de seis metros de eslora, cuando fueron avistados por los integrantes de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH). El Aita Mari navegaba en esos momentos sin ninguna referencia, hasta que avistaron la patera a unas seis millas. “Localizar una embarcación de esas características en una situación así es como encontrar una aguja en un pajar, y sin embargo lo hicimos. Es inimaginable la cantidad de pateras que debe haber en el Mediterráneo central”, según ha relatado a este periódico desde el puerto italiano Mikel San Sebastián, coordinador de comunicación de SMH.

Del miedo a la tranquilidad

El semblante de todas las personas rescatadas se ha ido relajando con el transcurso de los días. “Del miedo y la angustia iniciales”, a gestos de mayor tranquilidad, asegura San Sebastián. El desembarco de los migrantes, todos ellos en buen estado, ha concluido sobre las 4.30 horas de esta pasada madrugada.

Los testimonios de las personas rescatadas reflejan las duras experiencias vividas. Así lo ha trasladado uno de los menores, víctima de violencia en Túnez, donde “le golpearon en la cara por ser negro”, como ha podido comprobar la tripulación mediante fotografías que ha mostrado el chaval.

Otro de los menores, de quince años, ha detallado que tuvo que cubrir una interminable travesía por el desierto desde su país de origen, Costa de Marfil. Un periplo en el que desempeñó diferentes trabajos para costearse el viaje, a la espera de una oportunidad que se presentó la semana pasada. La mayoría de los migrantes desembarcados este sábado en Civitavecchia proceden de Costa de Marfil, Senegal y Guinea Conakri.

Durante esta mañana el personal del buque ha llevado a cabo labores de desinfección, tal y como exigen las autoridades italianas para obtener el certificado sanitario. La tripulación mostraba su satisfacción porque durante la inspección del barco no se ha detectado ninguna anomalía, a la espera de la concesión de la libre plática, como se conoce la autorización para una nueva operación de embarque, que se espera esta noche.

El Aita Mari partió el 10 de febrero desde Vinaròs (Castellón) tras meses en puerto y una vez obtuvo a primeros de mes la autorización del Gobierno de España para llevar a cabo su novena misión de rescate. Desde que este antiguo barco pesquero fue transformado en buque de rescate en 2019 ha salvado a más de 1.000 migrantes en aguas del Mediterráneo.