La investigación para esclarecer las causas del incendio ocurrido ayer en el barrio donostiarra de Morlans en el que una mujer sin hogar sufrió heridas de gravedad revela que fue la propia víctima y su acompañante quienes compraron la gasolina, por lo que no hubo terceras personas que le rociaran a la víctima con el líquido inflamable, como inicialmente había sospechado la Ertzaintza.

Según ha podido saber este periódico, el hombre que acompañaba a la mujer, que un principio dio otra versión de los hechos, fue trasladado a dependencias policiales donde acabó confesando que ambos habían comprado la gasolina “para calentarse”. El accidente se produjo cuando manipulaban el combustible mientras fumaban. En una inspección ocular posterior la Ertzaintza localizó, “solidificada”, la bolsa que contenía la gasolina.

Tras el incidente, la mujer tuvo que ser trasladada en ambulancia al Hospital Donostia con heridas de gravedad. El accidente se produjo a las 16.15 del miércoles en unos soportales de la calle Antonio María Labaien de Donostia, en la trasera del Hotel Zenit.

Agentes que patrullaban por la zona observaron lo que inicialmente parecía una pelea entre dos personas sin hogar habituales de la zona. En realidad, según indican las mismas fuentes, era el acompañante de la mujer quien en esos momentos trataba de apagar a manotazos el fuego que había comenzado a prender por accidente el abrigo de la víctima.

“Se le quemó toda la ropa. Su cazadora se derritió y se le pegó al cuerpo. Tenía las piernas y las manos muy quemadas”, indican a este periódico fuentes de la investigación. Testigos presenciales relataron que la mujer fue socorrida inicialmente por personas que se encontraban en la zona. Desde un inicio tuvieron constancia de la gravedad de las heridas.

Vendas en las piernas

Una ambulancia medicalizada llegó poco después. Los sanitarios realizaron a la víctima los primeros auxilios colocándole vendas en las piernas y aplicándole crema antiséptica. La mujer fue trasladada al hospital, inconsciente, y con heridas de gravedad. “El hijo puta que haya hecho esto…”. Era lo único que, entretanto, decía su acompañante en esos momentos.

La pareja se había peleado esa misma mañana con otras personas sin hogar, según informan fuentes del caso, debido a una disputa por la zona en la que dormir. La Ertzaintza se puso en contacto con responsables del Aterpe de Cáritas, quienes informaron de que la pareja se había visto involucrada por la mañana en una pelea con otros dos transeúntes.

La primera sospecha policial apuntaba por ello a que alguna de las personas implicadas en la pelea, en la que se llevaron a exhibir armas blancas, había rociado por la tarde a la mujer con gasolina para quemarla. No era más que una hipótesis. Olía tanto a combustible en la zona que "lo más lógico era acudir a la gasolinera más próxima", situada en el Paseo de Errondo. Así lo pensaron los agentes de la Ertzaintza. Y así lo hicieron.

Las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del establecimiento permitieron comprobar que, efectivamente, dos personas habían comprado la gasolina esa mañana. Pero se trataba de las mismas que dormían en los soportales de la calle Antonio María Labaien. Los agentes precintaron la zona mientras custodiaban restos de la ropa de la mujer y de gasolina, que fueron analizados por la Policía Científica de la Ertzaintza.

Un responsable del establecimiento confirmó que una pareja había acudido a pie a comprar ocho litros de gasolina. Lo extraño, según relató, es que se la hubieran llevado en una de esas bolsas que se emplean para transportar combustible en casos de emergencia, cuando el vehículo se queda en la carretera sin gasolina. Y más extraño fue aún escuchar, según relató, que la habían comprado “para quemar a alguien”.

El acompañante de la mujer acabó confesando que en realidad la gasolina la habían comprado para “calentarse”, aunque fuentes cercanas al caso explican que resulta extraño que en el lugar de los hechos no se encontrara “ninguna estufa, ni siquiera una lata en la que echar la gasolina y hacer fuego”. Desde Cáritas reconocen “haber escuchado varias versiones que no encajan”, y prefieren no pronunciarse al respecto.