Para gran parte de las sociedades occidentales este es el año 2023 y la Nochevieja se celebró el 31 de diciembre, pero no en todas partes del mundo es igual. Mientras que lo anteriormente citado se debe al uso del calendario solar, en China, por ejemplo, tradicionalmente se ha utilizado el calendario lunar y tienen su particular Año Nuevo chino, que cambia de fecha según los parámetros solares, aunque siempre cae en algún momento a finales de este mes. Este año, ese 1 de enero lunar es hoy, 22 de enero, por lo que la comunidad china en Gipuzkoa se encuentra en plenas festividades relacionadas con el cambio de año.

Tal y como explica a este periódico la directora del Instituto chino de Gipuzkoa, Zixi Adela Lu, en la actualidad en China se utilizan tanto el calendario solar como el lunar, aunque este último imperaba en el pasado por ajustarse mejor a la agricultura del país. “Funciona muy bien con el clima de China y normalmente el calendario se orienta mucho al trabajo del agricultor”, añade.

La principal diferencia de este almanaque, además de que las fechas cambien porque los ciclos solares y lunares difieren, es que contiene doce animales, que se van adjudicando a cada año que pasa. Además, se van coordinando con diez elementos del cielo, como agua, tierra o aire, y también con colores, por lo que anualmente se crea una combinación única que solo se repite “cada 60 años”.

Hoy comienza, por tanto, el año del conejo de agua o conejo negro. Un animal que simboliza “pureza, tranquilidad y auspicio”, explica Lu. Elementos que la directora del Instituto chino de Gipuzkoa cree que la ciudadanía acogerá de buena gana. “Ha sido un año bastante duro con la guerra y creo que no deberíamos perder la esperanza de tener un año con paz”.

Los preparativos para dar la bienvenida al Año Nuevo chino requieren su tiempo. Una o dos semanas antes, se comienza con una limpieza en profundidad en las casas, con el fin de eliminar, simbólicamente, “toda la suciedad, la enfermedad y la mala suerte”. También proceden a pegar pareados –telas o papeles alargados rojos, con mensajes y alguna decoración– en las puertas para atraer “buena suerte, salud y fortuna”, enumera Lu. Y, al igual que en la Nochevieja occidental, existe la tradicional cena familiar. “Tradicionalmente, en China hay doce horas y la primera empieza a las once de la noche. Por eso cenamos a las once y también echamos petardos”, cuenta.

La Nochevieja china tiene un marcado componente familiar, en el que no se contempla salir con las amistades, por lo que Lu iguala esta celebración a la Nochebuena. Por tanto, no es de extrañar que los niños y niñas reciban sobres rojos con dinero de parte de padres y madres, abuelos y abuelas o tíos y tías. “Les hace mucha ilusión”, confirma la directora del Instituto chino de Gipuzkoa.

Más allá del año nuevo

Pero la fiesta no acaba ahí. Tras la Nochevieja y el Año Nuevo chino, las celebraciones se extienden durante dos semanas, hasta que culminan el 15 de enero (este año, cae en el 6 de febrero en el calendario solar). Ese día de festejos es distinto dependiendo de la zona de China; su amplía extensión hace que concurran diferentes climas, que a su vez afectan al tipo de actividades a realizar. Así, en el norte del país, con un paisaje gélido debido a que hace “30 y pico grados bajo cero”, se dedican a hacer estatuas de hielo, a las que posteriormente les ponen luces en su interior; mientras, en el sur, donde el invierno es mucho más suave, además de las luces, decoran con flores, hacen competiciones con barcos en forma de dragón y también diversas danzas.

Asimismo, la gastronomía es también un elemento importante a lo largo de toda la celebración, en la que existen unos cuantos platos típicos. En Nochevieja, el pescado y el pollo son imprescindibles, como signo de riqueza y fortuna; además, en el norte consumen unas empanadillas con “forma de moneda china antigua”. En una de ellas suelen introducir, a su vez, una moneda, una suerte de haba del roscón china; un preludio de buena suerte para la persona de la familia a la que le toque. En cuanto al 15 de enero, es característico un dulce, “una bola blanca; dentro puede tener diferentes rellenos y simboliza unirse con la familia”, afirma Lu.

Festejos en Gipuzkoa

Las fiestas no se limitan únicamente a China. Así como países con influencia de su cultura, como es el caso de ambas Coreas, Vietnam, Singapur o Japón (esté último “antes de la Segunda Guerra Mundial”, apunta Lu), la comunidad china de Gipuzkoa también está de celebración. Así, desde el Instituto chino de Gipuzkoa organizaron ayer al mediodía un evento en el Hotel Catalonia de Donostia, dirigido no solo al alumnado del centro, sino a niños y niñas con padres chinos, “pero que viven aquí”, y también a otras personas guipuzcoanas que no tengan, a priori, lazos con esta cultura.

La velada, en la que se explicaron los simbolismos y costumbres del Año Nuevo chino, consistió en un taller para hacer pareados, un desfile infantil y también un aperitivo, y culminó con la danza del dragón, en la que diez niños y niñas pudieron pasear por el centro de la ciudad con una representación de este ser mitológico.

Sin embargo, Lu está segura de que la reciente apertura de fronteras por parte del Gobierno chino se habrá hecho notar y habrá quien haya viajado al país para visitar a sus familiares y poder celebrar estas fechas tan señaladas. Una comunidad china que en Gipuzkoa ronda las 3.000 personas, según los registros consultados por la directora del Instituto chino: 1.500 “con raíz china y con NIE” y más de 1.400 “que ya tienen la nacionalidad española, pero son de origen chino”.

Lu reconoce que, “en comparación con otros inmigrantes”, se trata de un número limitado de personas, pero destaca su juventud, lo que da a entender que haya podido aumentar especialmente en los últimos años. “Cuando llegué aquí, en 2004, había muy pocos negocios de personas chinas. Igual un par de bazares o un par de restaurantes. Y ahora hay un montón”, incide.