El Ente Vasco de la Energía (EVE), que ha cumplido este año su 40 aniversario, nació en un momento de profunda crisis energética, con el precio del petróleo disparado. ¿Qué paralelismos encuentra con respecto a la situación actual?

Efectivamente, acabamos de rememorar la creación del EVE. 1982, el año en que surgió, era un momento complicado desde el punto de vista económico por la dependencia del petróleo. También era un momento especial; las instituciones vascas estaban en plena efervescencia. Fue un año en el que padecimos las consecuencias de una crisis energética. La situación puso en jaque a la economía vasca; teníamos una gran dependencia del petróleo y en poco tiempo multiplicó su precio por 10. El Gobierno Vasco, consciente de la debilidad energética, empezó a dar sus primeros pasos en el desarrollo de política energética vasca. El EVE, por tanto, nació en unas circunstancias de crisis y cumple cuatro décadas en un contexto muy convulso, de alerta energética. 

¿Qué diría que hemos aprendido en los últimos años en materia energética?

Diría que en los últimos años hemos aprendido, o hemos interiorizado, que la necesidad de instalaciones para generar energías renovables es algo incontestable. Hablamos de grandes o de pequeñas instalaciones, de un tipo de energía o de otra, pero requerimos de ellas para lograr un mayor grado de autonomía, para abaratar la energía, y para que nuestro país sea sostenible. Si vamos más atrás en el tiempo, diría también que hemos aprendido a ser previsores, es decir, a idear a tiempo las instalaciones necesarias para que seamos capaces de resolver nuestras necesidades energéticas. 

Iñigo Ansola. EVE

Iñigo Ansola. EVE N.G.

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¿Qué fortalezas tiene Euskadi en lo que respecta al ámbito energético?

En estos momentos, creo que las principales fortalezas son sus instalaciones de gas. Contar con BBG y BBE nos posiciona de una manera casi insólita en Europa. El continente está sufriendo una crisis de precios de la energía y de suministro del gas que impacta en la economía doméstica, en la competitividad de las empresas e industria, así como en el crecimiento económico a medio y largo plazo. En Euskadi estamos menos expuestos a los efectos directos de esta crisis, ya que contamos con unas buenas infraestructuras de suministro energético y la diversificación de las fuentes de aprovisionamientos de gas es alta. Ahora bien, los efectos económicos indirectos son considerables, sobre todo a través del aumento del precio del gas y del petróleo, pero también a través del encarecimiento o la escasez de otras materias primas que repercuten negativamente tanto a la renta disponible de los hogares, en particular a la de los más vulnerables, como en nuestro tejido empresarial. Y en este contexto hemos creado el Plan de Contingencia Energética de Euskadi, que está en línea con el compromiso vasco en relación con la Agenda 2030. Desde luego, si hablamos de herramientas para hacer frente a esta situación, el Plan de Contingencia también es una fortaleza. 

¿Y cuáles prevén que serán los próximos desafíos que deberemos afrontar?

Debemos aumentar la producción renovable y es en ese ámbito donde encontraremos los principales desafíos. Además, siempre debemos tener en nuestro horizonte los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde destaca el ODS 7 (Energía asequible y no contaminante), siendo el ahorro y la eficiencia energética una línea de actuación clave para un futuro sostenible. También es necesario avanzar en el modelo vasco de Desarrollo Humano Sostenible, en un contexto de contribución global y planetaria al que estamos convocadas todas las personas del mundo, especialmente en los países de las economías más avanzadas, impulsando un cambio cultural en nuestra relación con el uso de la energía, nuestros modos de vida y su sostenibilidad. Desde Euskadi ya se están llevando a cabo importantes actuaciones en materia de promoción de ahorro, eficiencia y fomento de instalaciones renovables y, específicamente, existen diversos programas de ayudas a través de los cuales se promueven acciones que persiguen el ahorro y la eficiencia energética y el uso de energías renovables en instalaciones y edificios, para todo tipo de sectores consumidores, la racionalización del consumo de energía y la reducción de la dependencia del petróleo en el transporte y en la movilidad de las personas en nuestro territorio.

“El ahorro y la eficiencia energética es una línea de actuación clave para un futuro sostenible”

La Estrategia Energética de Euskadi 2030 define los objetivos y las líneas básicas de actuación del Gobierno Vasco en materia de política energética para el periodo 2016-2030. ¿Cuáles son sus principales líneas?

La Estrategia Energética de Euskadi 2030 (3E2020) define los objetivos y las líneas básicas de actuación del Gobierno Vasco en materia de política energética para el período 2016-2030. Esta Estrategia se enmarca dentro de una visión a más largo plazo para alcanzar un sistema energético cada vez más sostenible en términos de competitividad, seguridad del suministro y bajo en carbono. Entre los objetivos que se plantean de cara al año 2030 destaca, por ejemplo, alcanzar un ahorro de energía primaria de 1.250.000 tep año entre 2016-2030, lo que equivaldría al 17% de ahorro en 2030. Esto supondría mejorar la intensidad energética un 33% en el periodo. Potenciar el uso de las energías renovables un 126% para alcanzar en el año 2030 los 966.000 tep de aprovechamiento es otro de los objetivos, lo que significaría alcanzar una cuota de renovables en consumo final del 21%. Mediante esta estrategia se pretende promover un compromiso ejemplar de la administración pública vasca que permita reducir el consumo energético en sus instalaciones. Hemos comenzado una línea de trabajo con las administraciones locales para ello y lo que les planteamos con reuniones de trabajo comarcales es explicarles las herramientas con las que cuentan para alcanzar los objetivos. También se marcan metas específicas en el área del transporte, el sector que más energía consume en nuestro país. En este sentido, se apunta a la necesidad de alcanzar una cuota del 25% de energías alternativas en el transporte por carretera, incidiendo en la progresiva desvinculación del petróleo y la utilización de vehículos más sostenibles. Aumentar la participación de la cogeneración y potenciar la competitividad de la red de empresas, centros tecnológicos y agentes científicos vascos es otras de las líneas de trabajo. 

En la actualidad, en la que el suministro de gas está en entredicho y con los precios al alza, ¿es preciso cambiar ya hacia energías renovables? ¿Qué periodo de tiempo se estima para esa conversión?

Estamos en ese camino, los proyectos de energía eólica cuyos trámites se están desarrollando nos llevarán a alcanzar esas metas. Además, en el periodo 2017-2030 se desarrollarán otras metas previstas en la estrategia E2030 como la puesta en marcha de grandes instalaciones fotovoltaicas como Ekian, Ekienea e Indarberri, el impulso del proyecto Ekiola que permite a la ciudadanía generar y gestionar su propia energía en régimen de cooperativa y la proyección de nuevos parques eólicos.

En cuanto al proyecto Energía-Ekiola dirigido a la generación y gestión de energías renovables a través de parques solares, ¿en qué punto se encuentra la propuesta?

Es uno de los principales proyectos que estamos desarrollando, que destaca por lo innovador de su esquema, en formato cooperativa, y porque nos permite poner a las personas en el centro de la gestión energética, y es que los cooperativistas pasan a ser dueños de la energía que producen, energía limpia y de kilómetro cero. La iniciativa, tiene como objetivo crear comunidades energéticas para que sea la propia ciudadanía quien genere el 100% de la energía eléctrica que precisan para cubrir sus necesidades. Además, la propia cooperativa funciona como instrumento legal para afrontar el futuro energético en función de sus planteamientos, y sus miembros no tienen que cambiar ningún aspecto de su instalación eléctrica doméstica. Los proyectos Ekiola presentados por la Diputación Foral de Bizkaia, por ejemplo, así como el de la comarca de Lea Artibai, han tenido el impulso los fondos europeos NEXT Generation, recibiendo más de 4 millones de euros para la puesta en marcha de parques solares fotovoltaicos.