Desde agosto del año pasado, la persona que maltrató a la donostiarra Diana Uranga se encuentra en libertad, una vez cumplida la condena. “Al principio sí me creó cierta inquietud pero hoy en día me siento fortalecida. Cada mes y medio me llama la Ertzaintza, y hay muchas personas que me han ayudado en todo el proceso. Ángela fue una de las primeras que me empezó a abrir el cielo”, dice esta vecina de Errenteria, en alusión a la trabajadora del área de empleo de Cruz Roja en Gipuzkoa. El programa Incorpora, iniciativa que busca itinerarios laborales, permite volver a tomar el pulso laboral a mujeres que, por circunstancias de la vida, se han visto en dificultad social, con especial atención a aquellas que han sufrido la lacra de la violencia de género. 

“Es muy importante compartir experiencias similares en un espacio en el que nadie te juzgue”

Los talleres de empoderamiento le sirvieron a Uranga de gran ayuda. Durante el camino de reconstrucción personal también han jugado un importante papel su psicóloga, y la Casa de las Mujeres de Errenteria. “En las reuniones compartes experiencias similares en un espacio en el que nadie te juzga. Es muy importante. Claro que no quieres que te peguen, y no encuentras la explicación para ese primer tortazo. Pero es una losa que poco a poco te va aplastando. Dejas de mirarte al espejo. Caminas mirando al suelo”, describe. Hasta que un día despiertas. En ese sentido, otra de las personas clave en el proceso de recuperación fue su asistenta social. “Encontré a una persona que me escuchaba, y que me puso en contacto con Ángela. Fue un taller fantástico que me permitió conocer a muchas personas”, confiesa la donostiarra.