2022 está siendo un gran año para el turismo en Gipuzkoa. Tras un verano que ha sido el de la vuelta a la normalidad, la temporada se ha mantenido gracias a un septiembre y un octubre con muy buen tiempo. A ello se suma ahora un fin de semana que “está marcado” cada curso en el calendario de los hosteleros: el de la Behobia-San Sebastián, que llena los hoteles de Donostia y también los de los municipios de alrededor con varias semanas de antelación. A la celebración de la tradicional carrera se le ha sumado además este año un festivo en Francia -este viernes- que ha hecho que cientos de visitantes galos recalen durante estas tres jornadas en Gipuzkoa.

Desde hace dos semanas reservar una habitación en el Hotel Arbaso de Donostia es imposible. Solamente unas pocas cancelaciones de última hora han permitido tener alguna cama libre de cara a este fin de semana. “Estamos a tope. Es como un pequeño verano para nosotros”, cuenta el director del establecimiento, Raúl Fernández, que explica que el aluvión de corredores procedentes de todo el Estado, principalmente de Catalunya, se ha hecho prácticamente con el hotel entero. “Tenemos también varios franceses e incluso algún nórdico que es fiel a la carrera y viene todos los años, pero casi todos son del Estado”, apunta.

En Villa Eugenia estos días hay clientes que repiten cada año. “Es un fin de semana que se reserva con mucha antelación, incluso de año a año, por lo que para nosotros son unos días muy importantes”, señala su director, Josu Quemada. Misma situación se repite en el Gorka Room Mate, donde sus 33 habitaciones tienen el cartel de reservado desde hace mucho tiempo. “Tenemos una pareja de franceses que la cogieron hace un año, por ejemplo”, cuenta Iñaki Ríos, que etiqueta este fin de semana como “muy interesante” para los hosteleros del territorio.

No es para menos, ya que la celebración de la Behobia es en muchos casos una excusa más para pasar tres días, o incluso cuatro, por tierras guipuzcoanas. “Los que vienen aprovechan para comer y beber e incluso ver otros sitios. No es gente que hace maratones, así que es de buen comer”, bromea Raúl Fernández. “La mayoría vienen de viernes a domingo, pero también hay muchos que se quedan hasta el lunes porque quieren tener un sitio en el que ducharse y cambiarse y celebrar luego la carrera”, cuenta Quemada.

Este overbooking no solo se aprecia en la capital guipuzcoana, también en el resto de municipios por los que pasa la prueba de atletismo. Es el caso de Irun, donde el Urdanibia Park es un claro ejemplo del ajetreo que suponen estas fechas. “Entre los corredores catalanes –mayoría en la salida de mañana– y los miembros de una asociación de discapacitados que se alojan aquí cada año estamos hasta arriba”, cuenta la jefa de recepción Maite Asurmendi, que confirma que ya están cogiendo nombres para 2023. “Hacemos reservas de año en año porque es un fin de semana clave. Buscar algo a última hora es prácticamente imposible”, revela.

Esta demanda la aprovechan los hosteleros, que suben los precios como si estuvieran de nuevo en pleno agosto. “Son tarifas más altas para la temporada en la que estamos, por lo que para nosotros son unos días muy importantes”, señalan desde Villa Eugenia. Iñaki Ríos va más allá y asegura que “es el último fin de semana grande del año”. “Hemos tenido un octubre muy bueno y ahora esto, así que es como si no hubiéramos tenido un parón desde el verano”, asegura.

Días marcados en rojo

Si encontrar un hotel este fin de semana es misión imposible, dar con una reserva en un restaurante de Donostia es casi una utopía. “El sábado y el domingo los tenemos llenos. Son dos días que tenemos marcados en rojo en el calendario y nadie puede librar o cogerse vacaciones”, cuenta Asier Iraregui, del restaurante La Rampa, situado a escasos metros del Aquarium. 

En la Parte Vieja, más de lo mismo, con incluso reservas completas desde hace 365 días. Es el caso del restaurante Aita Mari, donde el domingo, tras la carrera, ofrecerán únicamente servicio a tres cuadrillas, una de 28 personas, otra de doce y una tercera de seis. “Es algo muy bonito porque vienen aquí a celebrarlo cada año. El local lleva 20 años y siempre han estado. Tienen la reserva hecha casi de forma vitalicia”, explica su dueño, Pablo Lara, que, en cambio, sí que nota un bajón de cara a las cenas: “No se ve mucha gente. Los franceses, por ejemplo, vienen solo preguntando para comer”.

La presencia de los visitantes galos estos días también es notable tras la fiesta nacional del viernes por la celebración del Día del Armisticio, lo que lleva a que las reservas lleguen a cualquier punto de la ciudad, como, por ejemplo, al Topa Sukalderia, en el barrio de Gros, donde únicamente “hay sitios sueltos a primera hora” para todo el fin de semana.

En Irun también se nota la presencia de visitantes galos, tal y como confirma Josu Arroyo, del Casino Gastroteka. “El año pasado se llenó el restaurante a última hora y este tenemos la misma previsión. Por ahora, hay más franceses que corredores de la Behobia”, señala, al tiempo que explica que muchos participantes en la prueba también vienen sin tener atado todo de antemano. Son, sin lugar a dudas, los más valientes de un fin de semana en el que prácticamente desde Donostia a Hendaia vuelve a ser agosto.