La tecnología ha sido uno de los elementos que ha moldeado la sociedad y su día a día en las últimas décadas. En el camino del avance y de facilitar la vida de las personas se han alcanzado hitos que previamente eran inconcebibles. ¿Quién se podría imaginar hace unos años que sería posible pedir un café de máquina o llamar al ascensor utilizando únicamente los ojos? Ahora, gracias a al trabajo desarrollado por Irisbond, esto ha dejado de ser ciencia ficción y se ha convertido en realidad.

La empresa guipuzcoana ha presentado esta y otras novedades tecnológicas este martes dentro de la Semana de la Innovación Donostia WeekINN, que se está celebrando estos días en el Kursaal. Un evento organizado por el Ayuntamiento y Fomento San Sebastian y que gira en torno a la ciencia y la innovación.

Irisbond nace en 2013 “para poder atender a personas que, por diferentes condiciones, ven limitadas sus capacidades de comunicación”, tal y como cuenta Oskar Berreteaga, CTO de la compañía. Es decir, pretende ofrecer tecnologías y dispositivos que permitan “una forma alternativa de comunicación” para quienes no puedan hacerlo mediante el habla o la escritura. En su caso, la opción se basa en el eyetracking o tecnología basada en la mirada.

Así, a lo largo de la mañana de este martes Irisbond ha mostrado y ha dejado probar a las personas que que han visitado Donostia WeekINN, muchas de ellas estudiantes, algunos de sus proyectos. Las y los jóvenes han podido pedir un café de máquina, solicitar en qué piso se para un ascensor, encender y apagar las luces o convertir en voz sus pensamientos. Todo ello, gracias a la comunicación alternativa desarrollada por la compañía guipuzcoana, que permite “traducir” la mirada y que se convierta en “unas coordenadas” que “entienden los ordenadores”, en palabras de Berreteaga.

Oskar Berreteaga, CTO de Irisbond Ruben Plaza

 El desarrollo de estas tecnologías es “un proceso largo”, dice el CTO, ya que, “una vez tienes el primer prototipo”, se siguen investigando mejoras “continuas” para “abarcar el mayor número de usuarios posible”. Y es que hay que tener en cuenta que no todos los ojos son iguales y existen muchas variables: llevar gafas o no, tener estrabismo o incluso oclusiones. Por eso, las personas que se han acercado este martes al stand de Irisbond tenían la opción de “donar” su vista a la base de datos de la empresa, para que así puedan ajustar sus diseños y ampliar su efectividad.

Los productos de Irisbond pueden tener dos salidas; o bien instalarse en un espacio concreto, o bien estar en manos de individuos concretos. La primera opción, previsiblemente la relativa a los ascensores o a las máquinas de café, se está implementando en algunas lugares, aunque Berreteaga no concreta los nombres, ya que “todavía no se pueden publicitar”. 

En cuanto a segunda opción, actualmente la disfrutan “más de 4.000 usuarios” a nivel global”. Y, aunque este tipo de tecnologías suelen tener un coste elevado, en el Estado existe “la ventaja” de que “esta considerado como un medicamento, entre comillas”, y es posible que los médicos y médicas las receten a sus pacientes, en caso de que consideren que “dada su condición, la única forma de comunicarse fuera a través de un seguidor de mirada”, explica el CTO de Irisbond. Por tanto, “para el usuario no supone un gasto”

Sin embargo, la gestión de la subvención de estos aparatos se halla burocráticamente atascada; “a la rueda le está costando un poco andar”, reconoce Berreteaga. Eso sí, el CTO de Irisbond insiste en que “la sanidad pública contempla recetar este sistema”.

En la actualidad, la compañía guipuzcoana, que sacó al mercado su primer producto basado en eyetracking hace un lustro, se encuentra inmersa en pleno proceso de mejora de estas tecnologías, que ya van por la tercera generación. Aspectos como adaptar los diseños a todo un abanico de miradas o facilitar su funcionamiento en exteriores, donde la iluminación es cambiante son las que ahora se traen entre manos. Además, colaboran con “muchas empresas y muchos centros tecnológicos”, recuerda Berreteaga, tanto en Donostia como en la CAV.