La madre de Nagore Laffage acaba de jubilarse dejando atrás cuatro décadas de trabajo en una empresa de Lezo, una etapa laboral que saltó por los aires en el verano de 2008. Desde entonces nada volvió a ser igual. Asun Casasola disfruta de unos días de vacaciones en Palencia, donde recupera fuerzas para continuar “en la brecha”. Aunque las paredes en ocasiones parecen hablar, en su domicilio de Irun hay demasiado silencio. En los últimos catorce años ha perdido a dos familiares directos: su hija, a manos de José Diego Yllanes en los sanfermines de 2008, y su marido, Txomin Laffage, víctima de un cáncer de páncreas. “No me imaginaba que quedarse viuda fuera tan duro, yo que me las prometía siempre tan independiente”, resopla con cierta resignación. El 6 de septiembre se cumplirán tres años del adiós de Txomin.

“Él siempre ha estado ahí, en silencio, aunque el mundo no lo viese. Lo necesitaba”, dice todavía emocionada. Lamenta no tenerlo a su lado para hablar, entre otras muchas cuestiones, sobre la aprobación definitiva de la 'ley del solo sí es sí', con la que se acaba de dar un paso “decisivo” para responder a la deuda histórica del Estado “con Nagore y su madre”, como expresó la propia ministra de Igualdad, Irene Montero. Dos víctimas de la violencia machista en los últimos años de una lista interminable. 

La pérdida de su marido fue inevitable después de un largo proceso de convalecencia. La de su hija fue “un asesinato por decir que no”. Mientras las fuerzas le acompañen, Casasola seguirá trabajando activamente por una sociedad “más justa y libre” en la que no tengan cabida este tipo de injusticias, cuyo máximo exponente son crímenes atroces como el que arrebató la vida de su hija.

"Es increíble, todavía sigo sin asimilar la condena por maltrato del abogado Miguel Alonso Belza. Ha sido un fraude. Una persona referente en la lucha contra la violencia machista que acaba siendo castigada precisamente por eso"

Asun Casasola - Madre de Nagore Laffage

También le gustaría tener a su lado a su marido para hablar sobre Miguel Alonso Belza, conocido especialista en violencia contra la mujer al que el Supremo confirmó la condena de siete años por maltratar a su compañera sentimental. “Es increíble, sigo todavía sin asimilarlo”, admite. El abogado es precisamente conocido por haber representado a la familia de Nagore Laffage, además de haber sido letrado del turno de oficio de Violencia Contra la Mujer de Gipuzkoa y haber participado en diversos asuntos judiciales de relevante eco mediático en el País Vasco.

Reconoce Casasola que no tiene precisamente una fe ciega en la Justicia. Así lo siente desde la sentencia que condenó por homicidio al “asesino” de su hija. Dicho esto, habla del letrado. “No sé lo que haría con su pareja. Siempre que me llamaba por teléfono me decía que él no tenía nada que ver con los hechos, pero si ha sido condenado, le toca lo que le toca. De alguna manera, veo que todo ha sido un gran fraude. No es admisible que una persona referente en la lucha contra la violencia machista sea castigada precisamente por eso”.

En cualquier caso, Casasola no ve “muy equilibrado una condena de siete años -la del letrado- cuando fueron doce para el asesino de mi hija, que ya no está”. 

Por encima del bien y del mal

A la luz de estas resoluciones judiciales, tiene la sensación de que “hay quienes se creen por encima del bien y del mal. No sé, es como si se creyeran superiores al resto del mundo. Quien mató a Nagore pensaba que no le iban a hacer nada. En el caso del letrado, también se creía amparado por la justicia”. 

El Tribunal Supremo (TS) no admitió a trámite el recurso del abogado contra la sentencia que le condenó a siete años de cárcel por maltratar a su compañera sentimental, que adquirió así "carácter definitivo" ante el cual ya "no cabe interponer recurso ordinario alguno" contra ella.

Con ese telón de fondo, la jubilación se presenta para Casasola como una etapa de su vida más calmada, y a su vez propicia para seguir clamando contra las injusticias. “Es curioso. Esto de jubilarte es algo con lo que de algún modo sueñas mientras trabajas, pero cuando llega te dices: guau, que esto de vivir se va acabando”, sonríe. 

“Soy una persona que quiero vivir. Nunca he sido pesimista. Mi madre tiene 91 años y vive sola. Yo sigo su ejemplo”. Su activa jubilación le permitirá acudir a más colegios, en los que siempre trata de concienciar en clave de igualdad a escolares que conocen la historia de su hija a través de la proyección de Nagore, la película documental en la que la cineasta Helena Taberna indaga alrededor del asesinato de la estudiante de Enfermería. 

“Creo fervientemente en el trabajo que estamos haciendo. En los próximos días acudiré al homenaje a Sara Pina, la profesora de "corazón" asesinada por su marido a cuchilladas en Navarra. Hay que seguir apoyando a las personas que lo necesitan; a mi también me apoyaron. Hay colegios a los que llevo yendo ya desde hace diez años para trasladar el mismo mensaje. Hay que seguir trabajando en esa línea. Estamos ante un proceso de cambio lento. Tiene que quedar claro que nunca se puede forzar la voluntad de nadie, ni hacer nada sin un consentimiento. ¿Por qué no se entiende?”.

Los pinchazos de marras

A juzgar por las respuestas que viene recibiendo de los alumnos, cree que el mensaje va calando, a pesar de que Euskadi haya vivido su mes festivo por excelencia en máxima alerta por los casos de pinchazos a mujeres vinculados a posibles actos de sumisión química con fines sexuales. “Hay gente que no tiene principios, que no saben más que hacer daño. Manadas ha habido siempre y las habrá. Dejemos atrás esa tendencia de vernos seducidas por malotes que no tienen ni los más básicos principios. Es mejor apostar por las personas que te quieran, te respeten y te traten bien”. Y en el caso de ser testigos de una situación en la que no sea así, añade, “al menos que exista la suficiente formación y sensibilidad social para denunciar estos hechos”.

"Manadas ha habido siempre y las habrá. Dejemos atrás esa tendencia de vernos seducidas por malotes que no tienen ni los más básicos principios. Es mejor apostar por las personas que te quieran, te respeten y te traten bien"

Asun Casasola - Madre de Nagore Laffage

Con respecto al hombre que acabó con la vida de su hija, dice que no quiere perderse en la espiral del rencor. “Espero que no vuelva a hacer nada, y que no le vuelva a verlo en mi vida. Lo que no voy a hacer es perder la cabeza pensando en dónde está y dónde trabaja. Que pida perdón por lo que hizo, porque nunca lo pidió. Me quiero olvidar de él. Eso sí, me resulta sorprendente que alguien que mató a Nagore como lo hizo se ponga a trabajar como psiquiatra como si no hubiera ocurrido nada”. 

"No voy a perder la cabeza pensando en dónde está y dónde trabaja el asesino de mi hija. Que pida perdón por lo que hizo, porque nunca lo pidió, pero me quiero olvidar de él"

Asun Casasola - Madre de Nagore Laffage

La madre coraje no quiere amargarse. Conoce a madres a las que estos crímenes machistas arrebataron las vidas de sus hijas, y dice que con frecuencia se convierten en un espejo en el que no quiere mirarse. “No quiero acabar como muchas de ellas, pensando en coger un coche para atropellar a los inculpados, o esperando a que se pudran en la cárcel. Mi único deseo es que lo ocurrido a Nagore sirva para que alguien aprenda, porque sé que nadie me va a devolver a mi niña”.