En Gipuzkoa hay empadronadas 83.274 personas de origen extranjero, el 11,5% de la población del territorio. Es exactamente la misma tasa que presenta el conjunto de la CAV, que registra 253.038 personas extranjeras entre una población de 2,2 millones, según la última panorámica el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, de acuerdo al avance provisional del Instituto Nacional de Estadística (INE). Estas cifras revelan que persiste una percepción sobredimensionada de la sociedad vasca sobre el volumen de población de origen extranjero. Según los resultados del Barómetro de 2021, se cree que un 18,6% de la población es extranjera, cuando el porcentaje real es del 11,5%.

De hecho, la CAV figura entre las comunidades con menor presión migratoria.

A modo de comparativa, Melilla, Madrid, Baleares o Catalunya, por ejemplo, duplican las cifras del País Vasco, y la propia media del conjunto del Estado ––15,8%– se sitúa más de tres puntos por encima de la tasa que ofrece Euskadi. Gipuzkoa es el territorio vasco que más se asemeja al reparto de población por países que ofrece el conjunto de Euskadi, con Marruecos, Colombia y Nicaragua como comunidades más presentes.

En el territorio hay 9.774 marroquíes empadronados (11,7%), con un incremento de 360 personas durante el último año.

Al igual que ocurre en el conjunto de la CAV, se trata del país con mayor presencia, seguido de Nicaragua, con 7.513 inmigrantes (9%), un colectivo que en Gipuzkoa se ha reducido en 90 personas durante el último año, a diferencia de Colombia, en tercer lugar, que ha ganado 358 habitantes hasta alcanzar 6.357 personas empadronadas, el 7,6%.

La mitad es de origen latino

Desde una óptica más global, el 50% de las 83.274 personas extranjeras empadronadas en Gipuzkoa es de origen latinoamericano. De hecho, entre las diez procedencias con mayor presencia figuran cinco países de América Latina: Nicaragua, Colombia, Honduras, Ecuador y Argentina.

A lo largo de los últimos años, Latinoamérica ha sido, de forma sistemática, la principal área de origen en la comunidad, situándose a gran distancia del resto de procedencias.

Es un dato que, según indica Ikuspegi, hay que entenderlo en relación con la economía vasca y las oportunidades que la población migrante encuentra para insertarse socialmente, en especial en sectores relacionados con el cuidado de las personas, el trabajo doméstico y la hostelería.

La lista de los nuevos vecinos guipuzcoanos se completa con tres países comunitarios –Rumanía, Francia y Portugal–, uno africano (Marruecos), y la cierra un asiático, Pakistán. Estos diez países suman un total de 49.047 personas, el 58,9% de la población extranjera del territorio.

La difícil coyuntura que ha atravesado Euskadi en los últimos años, con una recesión económica que comenzó a afectar a Gipuzkoa durante el segundo semestre de 2008 y una pandemia por covid cuyas secuelas perduran, se ha visto reflejada, inevitablemente, en su proceso demográfico.

El crecimiento interanual de la población de origen extranjero, lejos de ser constante, ha intercalado periodos de crecimiento con etapas de desaceleración o estancamiento. Antes de la crisis económica de 2008 las áreas de procedencias que más crecieron fueron la Unión Europea y, en especial, Latinoamérica. La recesión económica trajo consigo una ralentización generalizada de los flujos migratorios, aunque con excepciones, como en el caso de la población magrebí y asiática, que mantuvieron su crecimiento.

La mejora de los indicadores macroeconómicos propició la reactivación de los flujos migratorios, sobre todo desde Latinoamérica. La pandemia ha vuelto a cambiar las cosas. Según recoge el trabajo de Ikuspegi, los últimos datos muestran que los flujos hacia la CAV se siguen viendo afectados por el covid-19.

Aumento de empadronados

En el último año el número de personas de origen extranjero empadronadas ha aumentado únicamente en 5.254 personas, lo que supone un retroceso del 73,4% con respecto a 2019, año previo a la pandemia, y del 13,3% en relación a los datos del año pasado. Las dos áreas que más crecían en términos absolutos antes del covid-19 –Latinoamérica y Magreb–, han seguido creciendo, aunque a un ritmo notablemente más reducido.

En el primer caso, si entre 2019 y 2020 el número de personas de origen latinoamericano aumentó en la CAV en 14.116 migrantes, este incremento ha sido tan solo de 3.772 personas durante el último año, es decir, un 73,3% menos. En el caso magrebí este retroceso ha sido algo menor, del 44,1%.

A pesar de todo, la procedencia más afectada por la pandemia ha sido, con diferencia, la Unión Europea. La estadística revela que el número de personas comunitarias ha descendido de las 37.017 registradas a 1 de enero de 2020 a las 35.842 empadronadas en 2022.