Todo nació con una producción de 200 litros de una cerveza a la que llamaron Imparable, que ha resultado ser un buen nombre para calificar la trayectoria de Basqueland Brewery, cuyo trayectoria ha sido así, ascendente, desde su apertura en septiembre de 2015. Menos de siete años después de abrir en el polígono Akarregi de Hernani, su producción aumenta cada año -en 2022 va a producir 600.000 litros de cerveza y en 2023 el doble- y viene de ganar por segunda edición consecutiva el premio a la mejor cervecera artesanal en el prestigioso Barcelona Beer Challenge.

Kevin Patricio (de sangre filipina y alemana y que vivió en Estados Unidos hasta 2011, cuando vino a Donostia) es uno de los fundadores de Basqueland Brewery. Llevaba en su momento, La Madame, un restaurante del Centro de Donostia, y no estaba satisfecho con la carta de cervezas que ofrecía a sus clientes, así que propuso a un amigo suyo, Benjamin Matz, cervecero en Estados Unidos y que se encontraba entonces en Donostia, que le hiciera una cerveza. Creó entonces Imparable, con una primera tirada de 200 litros que Kevin Patricio vendió en La Madame y repartió a sus amigos. "A la gente le gustó, Kevin vio posibilidades y ese fue el inicio de Basqueland", cuenta Goren Alkiza, encargado de e-commerce y social media en Basqueland y anfitrión de este periódico en la visita a esta premiada empresa guipuzcoana.

Basqueland está de obras, signo de su crecimiento. "Duplicar la producción en un año es una barbaridad", reconoce Goren, que cuenta que "Kevin y Ben compraron fermentadores pequeños para hacer más Imparable, la cerveza gustó mucho y a los seis meses se vinieron aquí. Había hueco porque la oferta de cerveza artesana hasta hace poco ha sido muy escasa. Era un lugar de mercado desocupado". A partir de ahí, fueron incorporando más personal -el tercer socio, Benjamin Rozzi, también es estadounidense- y creando un sello propio.

"En este momento trabajamos aquí 26 personas", explica Kevin Patricio, que considera que el reconocimiento, por segundo año consecutivo, en la Barcelona Beer Challenge, supone un premio "al equipo, al trabajo y al talento": "Hemos cogido empleados de fuera con experiencia, para enseñar también a la gente de aquí. Son gente apasionada de la cerveza, que han trabajado en otras cerveceras. Es una mezcla interesante de nuevas ideas, cada uno tiene su estilo. Óscar Sáenz, el maestro cervecero, toma las decisiones finales, pero todos contribuyen. Tenemos mucha ideas".

80 CERVEZAS DIFERENTES ESTE AÑO

Basqueland hará este año "unas 80 cervezas diferentes". Es parte de su manera de trabajar. "Están las cervezas que tenemos disponibles siempre y luego sacamos ediciones limitadas, que se hacen esa vez y ya está. Aquí sacamos dos o tres cervezas nuevas a la semana, nuevas recetas, experimentamos, cambiamos ingredientes. Es nuestro sello. La gente viene a ver qué ha hecho esta semana Basqueland. Nos gusta probar. Hemos ido por ejemplo a cerveceras artesanales en el extranjero. Es una manera de aprender y también de abrir nuestro mercado", explica Goren.

"Trabajamos mucho las IPA (un tipo de cerveza en el que se trabaja de forma diferente el lúpulo, consiguiendo aromas y sabores distintos). Ahí destacamos y conseguimos una gama impresionante", sigue diciendo Goren: "La más vendida y conocida sigue siendo Imparable. Abres la lata y huele a maracuyá, a la gente le gusta mucho". Otra de sus cervezas más conocidas es Santa Clara, más fresca.

Pese a tener productos con mucho gancho, no se limitan a ellos. "Buscamos experimentar, encontrar el lúpulo que queremos, probar cosas. Hacemos producciones pequeñas, con tanques de 2.000 litros, que son pocos. Se vende en pocos días y vamos a por la siguiente. Tenemos varios tanques con cervezas distintas. Esto es lo que nos distingue de las cerveceras industriales o clásicas. Buscamos la excelencia, hacer la mejor cerveza posible. Queremos cervezas excepcionales. En la página web (basquebeer.com) tenemos más de 20 cervezas ahora mismo. Algunas producciones se pueden agotar muy rápido, en horas", explican. Otra de las características, curiosa, de su forma de trabajar, es que las ediciones limitadas "se hacen una vez y ya está". No repiten, aunque reconocen que guardan la fórmula: "Tenemos lo que se podría denominar como una biblioteca de sabores".

"Hacemos 80 cervezas al año porque hay que dar opciones al consumidor. Al final nosotros tenemos un prestigio y la gente viene a probar las cervezas de Basqueland, no un producto concreto", añade Kevin Patricio: "Incluso dependiendo de la época del año te apetece una cerveza más fresca u otra más fuerte". Además de las IPA y las imperial pastry (entre ellas destaca la S'mores, que tiene sabor a galleta, chocolate y marshmallows, "muy americana", reconocen), los dos grupos en los que se pueden englobar la mayoría de cervezas que ofrecen, tienen otras "especiales": "Compramos barricas que han tenido un uso previo de bourbon, ron o sirope de arce, metemos cerveza ahí, la dejamos un tiempo, los cerveceros la van probando y, cuando les gusta, la embotellamos. También tenemos cerveza ácida, con frutas, que gusta mucho a la gente".

Destacan también en Basqueland las coloridas etiquetas de las botellas y las latas. "Cuidamos muchísimo la imagen", dice Goren: "Casi todos los diseños los hace Marcos Navarro, es un artista catalán que ahora vive aquí. Es una pasada".

UN CONCEPTO DISTINTO

La empresa guipuzcoana vende "un tercio de la producción en Euskadi, otro tercio en España y otro tercio en el extranjero". Su mercado habitual son los bares y restaurantes que ofrecen una carta especial de cervezas y las tiendas especializadas. Además, en la amplia entrada de Basqueland hay una barra con cañeros y un frigorífico con latas y botellines. "La gente suele venir por las tardes. Se forma un buen ambiente", comentan. De cara al futuro, piensan en hacer "visitas a la empresa y catas". "Cuando tengamos esto más presentable", aclara Kevin Patricio, "ya que estamos inmersos en una obra grande".

El concepto de tomar cerveza artesana es distinto al de tomar cerveza tradicional. No es ir de cañas. "Estamos hablando de cervezas premium. Algunas son fuertes, hasta de 11 o 12 grados. No puedes tomarte muchas. Tampoco tiene sentido mezclar, porque no aprecias. Es como tomar un vino tinto y luego un blanco. Como concepto de caa, podemos tener la Santa Clara, que es más suave, la hacemos súper bien y la diferencia respecto a una lager normal es abismal. Esa se pueden tomar varias, porque tiene alrededor de 5 grados". Lo que sí notan es que, cuando el paladar se acostumbra a las cervezas artesanales, es "difícil" volver a la tradicional.

Es evidente que la cerveza artesanal se está haciendo un hueco cada vez más grande entre los consumidores, aunque aún están solo "en el 2% del mercado": "En otros países como Estados Unidos llegan al 8%. Pero es un sector en crecimiento y hemos cogido esta ola. Hay mercado y nos hemos convertido en el estandarte del País Vasco".

Uno de los campos que no han experimentado aún es el de la cerveza sin alcohol. "Lo estamos mirando, pero ahora no tenemos", admiten. "Hay gente que pregunta y queremos hacer algo en el futuro, pero queremos que esté a la altura y no es fácil. Sin gluten sí tenemos, y muy buena".