esconocidas y valiosas, las aguas subterráneas son claves para la planificación del agua, y estratégicas en momentos de sequía, y hay que cuidarlas por su vulnerabilidad a la sobreexplotación y al cambio climático, porque sin ellas no sería posible la vida, recuerdan los expertos con motivo del Día Mundial el Agua, que se celebra hoy.

Bajo el lema Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible, la ONU ha puesto el foco de atención en estas aguas invisibles, pero con un impacto visible en todas partes, que suman el 98% del agua dulce disponible en toda la Tierra. Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, explica que el subsuelo, en función del material de las capas geológicas que tenga, almacena gran cantidad de agua que no está bien evaluada. A su juicio, "no hay una contabilidad real del volumen total de agua subterránea que hay en el conjunto de nuestro planeta, ni tampoco de las existentes realmente en España", aunque el valor estimado del volumen de agua subterránea en nuestro país es de 29.000 hm3/año, la mitad de la capacidad que tienen los embalses españoles.

La agricultura consume anualmente algo más de 4.000 hm3 de agua subterránea para un consumo hídrico total en la agricultura de unos 15.000 hm3 al año, y la cuarta parte de la población española (unos 12,5 millones de personas) bebe agua en el grifo de procedencia subterránea, datos que, para Olcina ,"revelan la importancia de este recurso subterráneo".

Desde la organización ecologista WWF, Rafa Seiz, experto en Aguas, insiste en que son grandes reservas estratégicas de los recursos hídricos, sobre todo en momentos de sequía, pues permiten más agua en los ríos y humedales y mejoran la garantía de las demandas de agua para los distintos usuarios, al poder movilizarse recursos desde el subsuelo. Si estos acuíferos mantienen unos niveles adecuados y una buena calidad del agua -continua Seiz- son "alternativas esenciales" a los embalses y los ríos como fuentes de recursos en momentos de escasez de agua; sin embargo, si están en mal estado y sobreexplotados, en los momentos más difíciles no se podrá disponer de ellos y la seguridad hídrica será también mucho menor.

En este sentido, Seiz urge a mejorar los ríos, humedales y acuíferos como elementos esenciales para la seguridad hídrica y como reservorios cuando las precipitaciones disminuyen: "Si los sobreexplotamos hipotecaremos las posibilidades de afrontar con garantías los impactos del cambio climático en un futuro muy cercano". En la misma línea, las asociaciones de hidrogeólogos reivindican la importancia de las aguas subterráneas y piden más inversión en investigación para gestionar estos recursos "vitales y estratégicos" frente al riesgo de escasez hídrica que acarrea la crisis climática.

Múltiples beneficios

Para los hidrogeólogos, "el uso de estas aguas aporta beneficios sociales, ambientales y económicos innegables en extensas áreas que estaban deprimidas", aunque lamentan "el abuso en algunos casos y el descuido en su protección en otros", que "ha ocasionado problemas de sobrebombeo y deterioro de la calidad original en ciertas zonas".

A este respecto, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) ha puesto en marcha la construcción de 1.200 piezómetros y 500 puntos de medida para mejorar el control sobre el estado cuantitativo y cualitativo de los acuíferos en España. Dichos piezómetros proporcionan datos que abarcan tanto las diferencias topográficas, geológicas y climáticas, como los usos del terreno donde se sitúan las masas de agua subterráneas, además de contemplar las fronteras físicas y la complejidad geológica de los acuíferos.

40%

del agua de riego proviene de acuíferos

Casi la totalidad del agua dulce en forma líquida del mundo es agua subterránea.

Alrededor del 40% de toda el agua utilizada para el riego proviene de acuíferos.

La región de Asia y el Pacífico tiene la menor disponibilidad de agua per cápita del mundo, y se prevé que el uso de las aguas subterráneas en la región aumente un 30% de aquí a 2050.

En América del Norte y Europa, los nitratos y los pesticidas constituyen una gran amenaza para la calidad de las aguas subterráneas: el 20% de las masas de agua subterránea de la UE incumple la legislación comunitaria en materia de calidad del agua a raíz de la contaminación agrícola.