- Ha llegado un poco tarde a la cita porque un joven con problemas con el juego quería hablar con usted.
-Me entrevistaron en ETB1 y Euskadi Irratia y, a raíz de eso, han sido muchos los que se han puesto en contacto conmigo. Quieren que les diga qué pueden hacer. Necesitan apoyo. El que tiene problemas ya sabe que entenderé lo que le pasa.
Usted, ¿cuándo y cómo se inició en el juego?
-Cuando estábamos en la universidad, los amigos no teníamos oportunidad de reunirnos entre semana. Nos juntábamos los viernes, en un bar. En aquellos tiempos no había muchas máquinas de apuestas y en el bar en el que nos reuníamos pusieron una. Empezamos a hacer una apuesta a la semana. Teníamos 18-19 años. Mis amigos siguieron haciendo una apuesta a la semana, pero yo empecé a hacer cada vez más apuestas: dos a la semana, cuatro a la semana... hasta que se convirtió en algo diario. Al principio apostaba en los deportes que me gustan, pero cuando te enganchas, todos los deportes son buenos y todas las horas del día son buenas. Empiezas en las máquinas, pero sigues en el móvil, para que la gente no sepa en qué andas. Acabas pensando en ello las 24 horas del día.
¿Cuánto dinero gastaba?
-Todo el que tenía. Si hubiera tenido más dinero, hubiese gastado más. Empecé a pedir dinero a mis amigos, a mis familiares, a mi novia...
¿Qué tiene de atractivo el juego?
-La fantasía que creas alrededor del dinero: creer que puedes conseguir dinero de manera fácil y soñar con lo que vas a hacer con ese dinero. Una vez que estás enganchado, el cuerpo te pide seguir apostando. Hay muchos momentos en los que te da asco lo que estás haciendo, pero sigues. Sigues porque estás enganchado, no porque te guste lo que estás haciendo.
¿Sus familiares y amigos no se daban cuenta de lo que le pasaba?
-No. Solo sabían que tenía problemas de dinero, pues les pedía dinero y no se lo devolvía. Estaban preocupados, pero les mentía. No sabían qué estaba pasando, pero sabían que algo pasaba.
¿Cuándo reventó?
-Tenía 27 años. Estaba muy mal anímicamente, los amigos hablaban entre ellos, tenía muy mala relación con mis familiares y con mi novia... Decidí pedir ayuda. Cuando ya no puedes más, pides ayuda. Para entonces, todos los de alrededor estaban hartos. Fue muy duro para ellos saber lo que pasaba, pero al mismo tiempo fue un alivio. Por fin sabían cómo ayudarme. Tuve todo su apoyo y les estoy muy agradecido.
¿Qué hizo para superar la adicción al juego?
-Para empezar, llevé a cabo un proceso de rehabilitación. Estuve en Ekintza BIBE de Errenteria. Todas las semanas me reunía con gente que tenía mi mismo problema. Estuve dos años sin apostar, pero hace tres años tuve una recaída. Fue mi peor momento. Mi novia me dejó, volví a perder la confianza de mis amigos y mis padres...
¿Por qué cree que tuvo una recaída?
-Estaba haciendo muchas cosas bien (no estaba apostando, estaba devolviendo el dinero que debía...), pero no estaba a gusto conmigo mismo. Tenía problemas de autoestima, me sentía culpable por todo lo que les había hecho a los de mi alrededor... Todo eso me impedía avanzar. No me sentía feliz. No me gusta poner excusas, pero la situación era esa. No supe llevarlo bien y volví a caer.
Pero lo ha superado.
-Cuando me dejó mi novia, toqué fondo. Me di cuenta de que no podía seguir así. Había perdido a una persona muy importante, una persona a la que quería mucho, y eso me empujó a tomar otro camino.
¿Cuál es su situación actual?
-Los amigos y la familia están conmigo. Perder a mi novia fue muy doloroso. Superarlo fue muy difícil, pero la vida sigue, y cuando me recuperé, recuperé también la ilusión. Una de mis ilusiones es que nadie más pase por lo que he pasado yo. He sufrido mucho y sé que otros muchos también pueden sufrir si no se les ofrecen las herramientas necesarias.
¿Qué les dice a los jóvenes en las charlas que ofrece en los colegios?
-Les cuento mi experiencia y les informo acerca de los riesgos que corren. Todos empezamos a apostar como una diversión y no le vemos ningún riesgo, pero hay que andar con mucho cuidado. Los jóvenes me escuchan con mucho interés. Los alumnos de ESO sienten curiosidad, mientras que muchos de los de Bachillerato ya conocen un poco el mundo del juego. Saben de qué hablo y gracias a las charlas se dan cuenta de que van por el mal camino.
Cada vez hay más salones de juego y más máquinas de apuestas y jugar por Internet está al alcance de cualquiera.
-Se nos ha ido de las manos. En todos los bares hay máquinas. Hay miles de máquinas. Debemos conseguir, por lo menos, que los menores de 18 años no apuesten. Pero no hay filtros. Juegan todos los que quieren. Saben en qué salones de juego no les dejan entrar y en cuáles sí, saben qué camarero les deja jugar y quién no... Por otro lado, en la televisión se emiten muchos anuncios de casas de apuestas. No puedes ver un partido de fútbol sin ver un anuncio de esos. Eso es muy negativo. Cada vez hay más gente enganchada. Si alguien de los que están leyendo esta entrevista se ha sentido identificado con lo que he contado, le ruego que pida ayuda. Tiene solución. Si no se pide ayuda, se puede acabar muy mal. Cada uno tiene su límite. Unos gastan solo lo que tienen, yo llegué a pedir dinero, otros roban y acaban en la cárcel, hay quien se suicida...
Usted pidió ayuda, se curó y ha recuperado la ilusión por el deporte de la pelota.
-De chaval jugué el torneo Interpueblos con Zumarraga y también jugué a fútbol. Nunca he dejado el deporte, pero en mi peor época me resultaba muy difícil hacer deporte: sufría ansiedad, comía poco y en los entrenamientos llegaba a marearme. Además, mi cabeza estaba en las apuestas, en el dinero que debía... Durante aquellos años, mi rendimiento deportivo no fue bueno. Ahora, en cambio, vengo muy a gusto al frontón. Tengo la cabeza en la pelota y disfrutó jugando. Además, entreno a los chavales de la escuela de pelota Beloki de Zumarraga.
"Empiezas en las máquinas, pero sigues en el móvil, para que la gente no sepa en qué andas"
"Todos empezamos a apostar como una diversión y no le vemos riesgo, pero hay que andar con cuidado"