ace un año que Bernardina Escudero recibió la primera dosis de la vacuna contra el covid en una residencia del territorio. Fue en Hondarribia. Un año después la situación en la residencias es diferente y, aunque ya no se puede hablar de espacios libres de covid, como sí ocurrió en octubre del año que acaba, la realidad es muy distinta de la de hace un año, cuando cada día había que sumar nuevos fallecimientos a una contabilidad terrible.

El esfuerzo llevado a cabo en los centros residenciales, activando estrictos protocolos para conseguir alejar el virus en la medida de lo posible, dio sus frutos. Las y los profesionales de estas residencias lo dieron todo para avanzar en esta línea, pese a que el covid ha ido cambiando de cara para sortear los obstáculos que se le han puesto.

Un año ha pasado desde aquella primera vacuna y en los centros residenciales se ha completado la pauta íntegra de vacunación, con la tercera dosis de refuerzo, que en Gipuzkoa comenzó a inocularse el pasado mes de septiembre.

El proceso para inyectar la dosis de refuerzo fue similar al que se desarrolló en el inicio de la campaña de vacunación contra el covid-19 a finales de diciembre y principios de enero de 2021, con la colaboración también de personal de Osakidetza.

Aunque en la actualidad son en torno a dos decenas los casos activos en catorce centros de mayores de Gipuzkoa, es indudable que la combinación entre vacuna y medidas de protección ha surtido efecto.

Queda por ver el efecto que la irrupción de la variante ómicron puede tener en las residencias, pero lo que es constatable es que, hasta la fecha, el escenario se mantiene muy diferente al vivido un año atrás.

La diputada foral de Políticas Sociales, Maite Peña, recuerda para NOTICIAS DE GIPUZKOA una trayectoria de dos años de plantarle cara al virus desde centros en los que se trabaja con la población más vulnerable.

Peña, a dos meses de que se cumplan dos años desde que la pandemia irrumpiera en nuestras vidas para condicionarla totalmente, asegura que “desde aquella situación inicial en marzo de 2020 a ahora, diciembre de 2021, han cambiado muchas cosas. Al comienzo reinaban la incertidumbre, el desconocimiento y el miedo. Ahora, aunque sigamos viviendo una realidad incierta, tenemos mayor conocimiento y, me atrevería a decir, menos miedo”.

un año ya

Hace un año, evoca la diputada de Políticas Sociales, “llegaron las vacunas a Gipuzkoa. En concreto a la residencia Betharram de Hondarribia”, en la que Bernardina Escudero, que entonces tenía 87 años, recibió la vacuna de Pfizer-BioNTech.

Tras ella, recuerda Peña, “se vacunaron a todas las personas que conforman las residencias de mayores de nuestro territorio”.

Fue en diciembre de 2020, el día 27, cuando se dio comienzo a un proceso que tuvo continuidad tres semanas después, con el inicio de la inoculación de la segunda dosis y, posteriormente, nueve meses después, con la tercera dosis de recuerdo.

Son las personas mayores, abunda Peña, “las más vulnerables frente al virus”. Y es que, explica, “son personas de edades muy avanzadas, grandes dependientes en su mayoría y con otras patologías derivadas de su edad”.

Esta es la fotografía de una realidad a la que desde la Diputación y los propios centros se ha querido hacer frente de forma prioritaria. “Proteger su integridad ha sido nuestra máxima durante todo este tiempo y así lo seguirá siendo”, destaca.

Pero no ha sido esta una tarea fácil por muchos motivos, no solo por los estrictamente sanitarios o de aplicación de los protocolos para evitar la entrada y la propagación del virus en las residencias.

“El mayor reto al que nos hemos enfrentado ha sido equilibrar la balanza entre la seguridad y su bienestar emocional. Una labor de enorme complejidad, pero muy necesaria”, subraya Peña.

otro escenario

Si el momento actual se compara con el de diciembre de 2020, “vivimos una situación mucho más normalizada en las residencias, en gran medida gracias a la vacunación, que supera el 96% entre las personas residentes”, informa.

Pero hay una realidad que no se puede perder de vista, menos aún en las residencias: “El virus sigue ahí. No nos podemos relajar”.

Estos centros no constituyen un compartimento estanco en un momento en el que “la incidencia comunitaria no hace más que batir récords”.

“Las residencias, al ser espacios muy conectados con la comunidad, con visitas, salidas y entradas, también se ven afectadas”, subraya la diputada foral de Políticas Sociales, que insiste en la importancia de no bajar la guardia: “Es imprescindible que sigamos profundizando en la prevención y trabajando desde la responsabilidad y la prudencia”.

Y en esto no hay recetas mágicas, más allá de la solidaridad con el prójimo. “Cuidarnos mutuamente, respetar las medidas, distancias, burbujas, aforos, mascarillas... No son cuestiones nuevas, y con una transmisión comunitaria tan elevada, resultan imprescindibles”, concluye Peña.