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Rectora de la universidad del país vasco (UPV/EHU)

"No volveremos a la situación previa a la pandemia: hemos aprendido y mejorado"

"No volveremos a la situación previa a la pandemia: hemos aprendido y mejorado"

- ¿Cómo se presenta el curso?

—Con mucha ilusión, con ganas, con mucha más fuerza y, vista la situación sanitaria, con mucha esperanza de volver a la normalidad.

Ya tienen luz verde para que todo el mundo vuelva a las aulas.

—Sí, el viernes nos reunimos los tres rectores con el consejero de Educación y nos anunció que los datos sanitarios confirman la vuelta a la presencialidad en la universidad. Hemos acordado que, vista la evolución, esa vuelta no se haga mañana sino a lo largo de la primera quincena de octubre. Recuperaremos la presencialidad total, el 100% del aforo, a partir del día 1.

Contenta, supongo.

—Por supuesto. La universidad ha demostrado ser un espacio seguro, a veces se nos ha acusado de haber pecado de muy protectores, pero ha merecido la pena porque en el balance coste-beneficio ha sido más el beneficio que el coste que, evidentemente, ha habido para la gente que no ha podido venir todas las semanas.

¿Cuáles son sus prioridades, esas que por la pandemia se han quedado en ‘stand by’?

—La pandemia nos ha colocado en la situación de dedicar muchas horas a gestionar la docencia y la investigación de otra manera. Pero cuando la situación se normalice no vamos a volver a la situación previa a la pandemia porque esta crisis nos ha hecho aprender y mejorar. Hay cosas que han llegado de la mano de la tecnología para quedarse en el ámbito de la docencia, congresos... El covid también ha reforzado la imagen de la UPV ya que la sociedad ha estado muy atenta y valorado la labor de nuestros investigadores. Y creo que debemos aprovechar esa conciencia social para volcarnos mucho en producir y transferir ese conocimiento y en la divulgación científica.

Un ejemplo de que las crisis ofrecen oportunidades.

—Sin duda. Los dos últimos años nos han hecho aprender. Diría que vamos a seguir haciendo lo que sabemos hacer en docencia e investigación y a aumentar el conocimiento que nos ha dado esta situación de estrés como universidad y como centro investigador de referencia.

Ya no queda nada para que comiencen las obras de la Facultad de Medicina en Basurto.

—Esperamos que ya. Espero que antes de final de año comiencen las obras.

Varios rectores antes que usted han luchado para sacar adelante este proyecto pero le tocará a usted poner la primera piedra. ¿Qué va a suponer para la universidad pública?

—Parece que no, pero las infraestructuras son importantes porque colocan físicamente algo que está sucediendo. Me explico: en el ámbito de la Salud tenemos una trayectoria larguísima desde el punto de vista académico e investigador, más del 40% de nuestros grupos de investigación están relacionados con el ámbito sanitario. Somos una potencia y, sin embargo, no tiene la visibilidad que debería porque estamos desperdigados.

¿Otros proyectos que tienen en cartera?.

—Queremos crear un centro dedicado a la innovación docente. En términos empresariales solemos hablar de coworking, de cocreating y desde la UPV podemos añadir otro término: cosearching. Queremos crear espacios para que grupos de diferentes disciplinas trabajen juntos, entre ellos de educación. La UPV es un referente en esta rama, quizás no se sepa mucho, pero estamos entre las 300 mejores universidades del ranking de Shanghai en educación. Hay mucha investigación en el ámbito educativo que, de la mano de las instituciones y del resto de agentes, podemos impulsar con laboratorios. Además queremos que sea la sede de proyectos de formación a lo largo de toda la vida, algo a lo que queremos dar un impulso significativo. .

Este martes el ministro Castells se reunirá con la Conferencia de Rectores (CRUE) para sondearles sobre el anteproyecto de la Ley de Universidades. ¿Esta ley es una oportunidad para poner los cimientos de la universidad moderna y competitiva que se precisa?

—Desde luego es una oportunidad, pero lo que no me gustaría es que se desaprovechara. Desde la CRUE le hemos hecho llegar nuestras alegaciones, por llamarlo de alguna manera, y creemos que hay margen de mejora. Aunque es una ley de universidades para todas las universidades, a las que más afecta es a las universidades públicas en gobernanza, contratación del profesorado, financiación, organización interna, etc. Lo digo meridianamente claro, si algo necesitamos es flexibilidad.

¿En qué sentido no lo contempla la ley?

—La transferencia no es algo que debamos hacer sino que se nos reclama porque siempre se habla de esa conexión de la universidad con la sociedad. No es algo anecdótico, la transferencia es una fuente de financiación externa y nuestra universidad ha demostrado que tiene gran potencial de captación de fondos, pero no está en su máximo. En parte se debe al marco rígido en el que tenemos que funcionar, nos cuesta mucho más ejecutar un euro privado en la universidad pública que lo que cuesta ejecutar un euro público en una institución privada.

Y la ley no ha limpiado el pecado original de la universidad, la burocracia.

—Solucionar esto es difícil porque la ley de Universidades depende de más leyes de la administración pública. Las universidades no queremos tener patente de corso; rendición de cuentas, transparencia, por supuesto, pero creo que hay que tener cierta flexibilidad en las reglas para realizar investigación, contratar profesorado... Creo que hay margen y espero que se refleje en la nueva ley. Si queremos estar bien posicionados internacionalmente tenemos que ser capaces de movernos más rápido para poder competir en pie de igualdad con aquellas instituciones universitarias con las que luego se nos mide.

La universidad Eueniz que promueven el Baskonia y el Alavés ha superado en el Parlamento Vasco la enmienda a la totalidad. ¿Qué opinión le merece que se abra otra privada?

—La posición de la universidad la dejamos clara en el Parlamento Vasco. Hay dos cuestiones sobre la mesa y a quien le toca ahora decidir es a quien está tomando las decisiones, que es la clase política, obviamente.

¿Puede ser un poco más concreta?

—Para poner en marcha una universidad hay dos planos, uno es el académico, qué proyecto es. Como universidad pública nos remitimos al informe que hizo la Agencia de Calidad del Sistema Universitario Vasco (Unibasq) en base a la opinión de expertos y expertas internacionales y del Estado y gente de empresa. Ese informe era claramente negativo por varios motivos, calidad del profesorado, etc., detalles en los que no creo que deba entrar. Como universidad pública, y ante un informe muy documentado de Unibasq que plantea dudas, dijimos al Parlamento que el proyecto nos generaba serias dudas. El otro plano es qué papel desempeñará en el sistema. En el País Vasco nos congratulamos de tener un Sistema Universitario Vasco fuerte con una universidad pública potente, otra de la iglesia y la otra privada pero sin ánimo de lucro. Y nos preguntamos cómo afectará el hecho de que haya una universidad con ánimo de lucro en términos de Sistema Universitario Vasco. Estas son las dudas que planteamos, pero insisto, como rectora de la UPV doy una opinión cuando se me ha preguntado. Quienes tienen que tomar las decisiones son los partidos. No somos quienes para decirle a nadie lo que tiene que hacer.

¿Entendería que se destinasen fondos públicos a una universidad netamente privada?

—Insisto, como rectora de la universidad pública lo que tengo que hacer es preocuparme por mi universidad. Como institución no voy a opinar sobre a lo que dedica el Gobierno Vasco u otra institución su presupuesto. Partidos tiene esta sociedad, que debatan y decidan ellos hacia dónde destinar el dinero público. Lo que nos toca como universidad pública, que se nutre fundamentalmente de fondos públicos, es hacer honor a la responsabilidad social altísima que tenemos, en el ADN y en el día a día, para devolver a este país los recursos que nos da. Sabemos que todo lo que entra en esta universidad sale con creces a la sociedad, creo que por cada euro que entra le devolvemos a la sociedad entre tres y cuatro euros. De lo único que me tengo que preocupar es de que el dinero que entra a la UPV esté bien invertido, que seamos una universidad inclusiva, aquí puede venir a estudiar quien quiera independiente de su estatus socioeconómico o de su perfil. En la UPV cabe todo el mundo y además cómodamente. Y esto es lo que yo tengo que defender. Ideológicamente, evidentemente, todos tenemos nuestra opinión pero el canal adecuado para tratar este tema son los partidos. Esto no es una cuestión entre universidades, esta es una cuestión muy de país y de lo que este país quiera hacer con su modelo universitario.

Ha aludido a la inclusividad. Este año las personas trans y no binarias podrán usar su nombre sentido en los documentos y relaciones con la universidad. Un gran paso...

—Sí, es un paso muy importante por la diversidad y, además, ha sido muy bien acogido. Creo que ya hay once personas que han cambiado el nombre, lo cual significa que además funciona y que ayuda a que cada uno, en su realidad y en su definición, se sienta cómodo.