En este primer asalto, hemos puesto la mirada en una iniciativa que nace de las víctimas, esas que lloran a menudo en silencio y se sienten "interpeladas por la sociedad" y "con un sentimiento de culpa grande". Agustín Erkizia y su esposa Eva lo saben bien. A finales de 2016 crearon una asociación de ayuda a familiares de víctimas de suicidio en Hego Euskal Herria y trabajan por activar la concienciación sobre el problema.

Biziraun nació con la intención de ayudar a los que se quedan, hacerles más llevadera su existencia. Nada más. Al principio era un flotador tejido a mano, con retales, para mantenerse a flote en "una de las mayores rupturas, quiebras, vacíos de la vida", "un momento que incluso le quita el sentido a la vida": la pérdida de un hijo o una hija joven, de golpe, sin entender nada, sin verla venir. Como les sucedió a ellos cuando su hijo mayor, Joseba, se quitó la vida a los 17 años el 4 de marzo de 2013.

Pero la situación hoy es bien distinta y Biziraun, casi cinco años después de su fundación, se plantea dar un salto cualitativo y poner el foco en la prevención, sobre todo de los suicidios por parte de los jóvenes, especialmente adolescentes. Una apuesta en ciernes que nace del, ¿qué más podemos hacer? Erkizia está convencido de que se pueden evitar muchas muertes.

"Cuando sucede algo así, empiezas a mirar qué datos hay, si éramos los únicos... Y ves que no, que por desgracia, está muy extendido. Pero nos resultó llamativo que no hubiese nada para ayudar a las familias", lamenta Erkizia, hoy vicerrector del campus de Gipuzkoa de la UPV/EHU. "No hay más que ver que después de algo así, muchas parejas se rompen para siempre y muchas de esas personas se intentan suicidar, porque supone un fracaso enorme", expone.

El caso de Barcelona: visibilizar el problema

La luz la encontraron fuera. Un faro, un asidero. En Barcelona, de la mano de otra asociación: Después del Suicidio, Asociación de Supervivientes (DSAS). Una organización de referencia a nivel estatal en este tipo de asistencia. Solo el año pasado realizaron 683 atenciones en el duelo por suicidio. El incremento del número de personas atendidas fue del 227% respecto a 2019 y a día de hoy, DSAS es una de las pocas asociaciones que participa activamente en un ambicioso programa público contra el suicidio activado por el Ayuntamiento de Barcelona.

"Mi esposa y yo fuimos a Barcelona para encontrar ese refugio y ahí nos dimos cuenta de que se podía hacer algo, pero estábamos muy perdidos y luego vimos que en Madrid había otra asociación". Era el germen de algo.

Crearon Biziraun "para que no suceda lo que nos pasó a nosotros", y que las familias de las víctimas tuvieran "alguien con quien hablar, porque eso es lo que no ofrece el sistema de salud. La solución no es ir a un psiquiatra y coserte a pastillas. Eso puede ser necesario en un momento de tu vida, pero entendemos que no puede ser la única solución a largo plazo", reconoce Erkizia.

Los inicios fueron duros. Poner voz a la tragedia, buscar respuestas, aflorar una realidad silenciada, te pone en el foco. Agustín y Eva denunciaron el manto de silencio sobre la muerte de su hijo, a la vuelta de un viaje de estudios. Y la familia se sintió muy sola y con demasiados interrogantes.

Habían puesto el dedo en la llaga. Les había pasado algo de lo que no se habla. Un mensaje en redes sociales de su propio hijo, un solo día, una alerta efímera, y pum: adiós a una vida, a una sonrisa: Ha llegado el final, me voy, gracias, no os preocupéis por mí. "Pero, claro, si eres una persona con mucha personalidad, como era Joseba, puedes decir, ya le dará la vuelta. Pues igual no", lamenta hoy su padre. Y el silencio se hizo más doloroso aún. Nadie pensó que podía ocurrir.

Biziraun fue creciendo sin estridencias, pese a todo. Erkizia fue nombrado vicerrector en 2017 y planteó entonces a la UPV/EHU organizar un Curso de Verano sobre el suicidio. "Y para nuestra sorpresa, se apuntaron 100 personas. Fue un éxito terrible y se demostró que hay una respuesta por parte de la sociedad. Y viendo eso, nos animamos en 2018 y se apuntaron 120. Y en 2019, 140. Y ese año, siendo 140, quedamos de las 200 actividades organizadas por los Cursos de Verano, entre las cinco primeras en cuanto a asistencia. Y eso nos demuestra que la sociedad sí tiene necesidad de saber más sobre ello", apunta.

En la edición de este año, la quinta consecutiva, celebrada los días 24 y 25 de junio, se apuntaron otras 124 personas. Y ahora, asegura Erkizia, "podemos decir que se ha convertido en una tradición hablar de suicidio en los Cursos de Verano de la mano de Biziraun".

Más de 100 personas atendidas: "Te van a entender"

"Eso fue inesperado, pero nosotros lo que hemos seguido, porque surgimos para eso, es organizando nuestros grupos de ayuda, de elkarlaguntza. Lo que hacemos es acoger a las personas y proporcionarles un espacio de ayuda", explica: "Durante estos cinco años han sido más de 100 las personas que se han acercado a nuestra asociación solicitando servicios de distinta naturaleza".

Biziraun trabaja con sus limitaciones y sus matices. El servicio de DSAS en Barcelona "es mucho más profesional", reconoce. Su impulsora, Cecilia Borrás, además de víctima, es doctora en psicología. "La teoría, al menos, dice que hay cierto riesgo de crear dependencia si estos grupos se alargan más de un año. En Barcelona no permiten más tiempo, pero nosotros pensábamos que no podíamos funcionar así. Y si tenemos una red en una comarca, no ponemos plazo, ya veremos cómo nos organizamos. Depende de la situación", explica.

También faltan medios. "Porque no es lo mismo que quien se suicida sea un hijo, una hija, un padre, la pareja, ser hombre o mujer y, ahí, si tuviésemos más tiempo, haríamos clasificaciones de ese tipo. Ya lo intentamos. Una vez al mes hemos estado haciendo esas reuniones en Bilbao (la primera en enero de 2018) y la pandemia nos cortó de golpe", admite.

El valor de estas charlas, afirma, es "saber que la persona que tienes delante te va a entender". Y en la medida que se sienten comprendidas, "surgen complicidades, y la teoría, de nuevo, dice que no deberían mantener la relación fuera de estos encuentros", asegura Erkizia. Pero "este tema es tan delicado que no lo puedes hablar con cualquiera. Incluso dentro de la familia, es muy difícil; y tú sabes que con los del grupo puedes hacerlo y que te van a ayudar seguro cuando lo necesitas. Entonces, cuando dicen: no intercambiar teléfonos, porque puede crear dependencia... Yo no lo tengo tan claro".

En busca de los adolescentes: charlas en los institutos

Pero ese flotador que iba a ser Biziraun se ha tornado hoy, casi cinco años después, en un proyecto más ambicioso. Erkizia asegura que "hay que ir más allá. No podemos estar a la espera de esa estrategia" presentada el 3 de junio de 2019 en Euskadi. "Ahí está en el papel, harán algunas cosas, pero vemos pocas cosas para la prevención en la sociedad", lamenta.

¿Por qué no un spot televisivo y una campaña publicitaria en marquesinas y otros medios?, se pregunta. El suicidio, cree, necesita visibilidad, estar presente como amenaza social. "Y nos dijimos: igual podemos empezar con los jóvenes, porque es un colectivo que está sufriendo con la pandemia. Y hacer algo sobre la prevención del suicidio de los jóvenes. Pero, claro, una cosa es decirlo y la otra es cómo hacerlo, qué podemos hacer". Y ahí han empezado a intentar tejer alianzas.

Han dado ya dos charlas en dos centros de Formación Profesional de Gipuzkoa, una a finales de 2020 y otra charla doble recientemente en mayo, primero con padres y profesores del centro, y luego con alumnos. Todo, por iniciativa propia. No son los únicos que han detectado ese vacío. Sin ir más lejos, el pasado 28 de abril, el Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid organizó, con el objetivo de visibilizar este problema, una jornada sobre prevención del suicidio en centros educativos y la emitió por su plataforma EducaMadrid para más de 3.000 inscritos.

"Pero no nos podemos parar ahí", dice Erkizia. "Resulta muy frustrante decirle a la gente: Tienes que pedir ayuda. Es peor generar una esperanza y luego, al no tener medios para dar respuesta a esa esperanza, que se frustre. Es tan delicado el tema, que al que da ese paso, si lo pierdes, retrocede tanto que tal vez no lo vuelvas a recuperar nunca", alerta.

"Por un lado hay que hacer sensibilización, hablar de esto. Luego dar atención, abrir un canal a quien está mal o necesita información (están en contacto con la asociación de psicología), y una tercera vía son las redes sociales. Los jóvenes de hoy en día se relacionan entre sí por redes sociales. Y nos dijimos, con esas tres patas tenemos que hacer algo. Buscar alianzas, para que cuando esa gente pida ayuda o busque información, reciba una respuesta adecuada de la mano de la tecnología, de la inteligencia artificial", explica Erkizia.

El suicidio en estas edades se puede prevenir en un "porcentaje altísimo", asegura, pero hay que estar atentos a las señales. ¿Pero de qué pistas hablamos? "Hace falta tomar conciencia de la amenaza. Si yo te digo, Mikel, eres mi mejor amigo, te doy esto pero no lo abras hasta el lunes. Eso no me lo estoy inventando porque ha ocurrido en realidad. Ocurrió algo similar con una niña, pero una amiga fue donde la tutora y le salvaron la vida, hace unos años. Y ahora dice que menos mal que esa persona fue capaz de identificarlo. Porque este camino puede ser solo de ida y no de vuelta".

Hablar del suicidio. No ocultarlo. Decir que hay salida. Pero hablarlo continuamente, cuando las personas están bien, que sepan que hay salida si te sucede eso. Sin esperar a que la persona esté ya en el pozo. "Si no sabes que le puede pasar a cualquiera, nos aleja del problema. Nos parece que el suicidio se relaciona con la gente que ya está apartada de la sociedad y no es así", explica el responsable de Biziraun.

El fantasma oculto: hablar con los hijos

Pero ¿cómo se les habla a tus hijos de suicidio si ya cuesta hacerlo de sexo? Los jóvenes no tratan este tema entre sí. "Ni por asomo, porque no tienen la oportunidad, pero si preguntas, se empiezan a soltar y ahí se pueden ver cosas", asegura Erkizia.

Hacerlo en casa es una opción, en su opinión, y "nunca, decirle: ni se te ocurra hacer eso. Hay que hacerlo con normalidad. Todos tenemos suicidios cerca. Suceden a nuestro alrededor, se puede coger como gancho un caso así y preguntar: ¿a vosotros se os ha pasado alguna vez por la cabeza, qué pensáis de ello?".

Su caso es un buen ejemplo. "En el catálogo de temas de conversación en mi casa había de todo, tratábamos todo tipo de temas, pero en ese catálogo no estaba el suicidio, porque no se nos pasaba por la cabeza. ¿Y esto a quién le puede pasar? Pues a cualquiera. En abril he conocido un caso que nadie se lo imaginaba. Y ese fantasma está ahí", añade.

"Esa persona se ha ido, pero las personas que nos quedamos, nos quedamos muy interpeladas por parte de la sociedad. Y luego es cierto que nos castigamos mucho, porque el sentimiento de culpabilidad es grande, y darle la vuelta a eso es duro. La sociedad ha avanzado mucho en temas como el cáncer y el sida, que antes tampoco se hablaban, pero con esto aún tiene que avanzar", confía.

Erkizia echa en falta un impulso decidido por parte de las administraciones públicas para abordar el suicido de forma integral: "Yo digo que el suicidio se puede prevenir en un porcentaje altísimo y que no se está trabajando lo suficiente, y que es triste que cuando te sucede algo así, te pasa y te ha tocado. ¿Que es difícil? Pues claro, si fuese sencillo, estaría arreglado. Pero comencemos a hacer algo. Porque en caso contrario solo nos queda llorar por nuestros seres queridos".

La pandemia y los jóvenes: "Ha llegado el momento"

Su diagnóstico es claro. "Nos damos cuenta de que esa necesidad existe (en la juventud) y que está yendo a más con la pandemia. Lo avaló el el psiquiatra Jon García Ormaza recientemente en los Cursos de Verano. Con datos, todavía de fallecidos no se ha plasmado en las estadísticas oficiales, pero tendrá sus consecuencias por desgracia", opina Erkizia.

Y el reto es demasiado grande para abordarlo solos. "Nuestra aportación (Biziraun) es que, desde nuestra pequeñez, se hable del suicidio poco a poco. Yo meto mis horas fuera de trabajo, incluidos sábados y domingos. Y lo hago porque creo en ello, pero nuestros recursos son limitados. Hace varias semanas me llamaron de una ikastola para que participáramos en unas charlas de sensibilización al profesorado y al alumnado porque habían detectado situaciones de riesgo. Les comenté que era importante poner en conocimiento de los responsables educativos esta situación para que aplicaran las medidas que están contempladas en la estrategia vasca. Creo que ha llegado el momento de que todos y todas tomemos conciencia real de la magnitud del problema que tenemos y actuemos en consecuencia, cada uno de su ámbito", concluye.