donostia- El consejo parroquial de la iglesia de la Sagrada Familia de Donostia volvió a salir ayer a la palestra para responder al obispo Munilla, que la víspera había rebatido en un periódico local las acusaciones que la semana anterior vertieron contra él a cuenta de los planes urbanísticos para el templo de Amara, sobre el que sobrevuela una operación inmobiliaria impulsada por el prelado en línea con el resto de negocios que ha realizado con la venta o el alquiler del patrimonio de la Diócesis.
La nota del consejo aporta nuevas pistas sobre los planes de Munilla y la doble cara con la que estaría actuando en este asunto: de forma autoritaria e implacable hacia dentro de la comunidad, maniobrando con actitudes “absolutistas” para sacar adelante sus operaciones urbanísticas; y de manera disimulada de cara al exterior, dando a entender que se trata de un plan en fase de hipótesis en colaboración con el Ayuntamiento, sin compromisos todavía y condicionado a solucionar el albergue de Cáritas (Aterpe) y las instalaciones parroquiales.
Según los representantes de la comunidad de fieles de la iglesia amaratarra, en todo momento ha sido el obispo el que ha liderado la operación, contactando con el Ayuntamiento de cara a modificar el planeamiento para permitir el desarrollo inmobiliario. El consejo asegura que dispone de fuentes que confirman este extremo. Del mismo modo, aseguran tener “constancia” de visitas realizadas por representantes de varias constructoras a la Sagrada Familia, personas “enviadas por el obispo e interesadas en esta operación especulativa”.
En cualquier caso, el consejo parroquial recuerda que en junio, en un comunicado que emitió el obispado, se aseguraba que los contactos para el plan urbanístico se reanudarían “con el equipo municipal nacido de las elecciones del 26 de mayo”, afirmación que “demuestra que no es cierto que el obispado no tenga interés en vender la parcela”.
En el segundo punto de su escrito de réplica, el consejo reitera que en la reunión que mantuvieron con Munilla para conocer sus planes para la Sagrada Familia su actitud “fue de total indiferencia”. En este sentido, niega la afirmación que realizó al citado periódico local de que les explicó la operación “en detalle”.
El último punto pone el dedo en la llaga del destino que el obispo tiene reservado al actual párroco de la Sagrada Familia, un traslado que estaría decidido con el fin de despejar el camino para controlar las riendas del consejo parroquial y desarrollar su plan sin obstáculos. Munilla se ampara en que el párroco ya ha cubierto el período de seis años para el que fue nombrado, pero el consejo recuerda que “es bien sabido que ese tiempo no se aplica en la mayoría de las ocasiones”.
Es por ello que reiteran que “la explotación urbanística es uno de los motivos principales del traslado del párroco, amenaza que parece se va a hacer realidad y de una manera nada evangélica. Con amenazas y presiones inaceptables, llevándole a un destino en el que el actual párroco quiere continuar y trayendo otro párroco sin que deje la actual parroquia”.
El comunicado del consejo concluye insistiendo que cualquier decisión sobre el destino del templo “debe contar con el apoyo de los feligreses, que son quienes mantienen y han mantenido estas instalaciones”.