“Todo lo que tiene que ver con el cannabis está cogido con pinzas, necesita una regulación”
Garikoitz Iribarren es uno de los socios de la tienda Crazy Roots. Este comercio, que está situado en las afueras de Hernani, tiene al cannabis como gran protagonista
hernani - En la tienda Crazy Roots se pueden encontrar productos relacionados con la marihuana, tanto en semillas como en accesorios y herramientas que facilitan su cultivo. Además de una tienda de semillas, es un punto de información más para cualquiera que quiera o necesite documentación sobre el mundo del cannabis.
¿Qué busca y qué encuentra la gente que viene a este tipo de tiendas?
-En realidad es una pregunta un poco difícil de responder. La gente viene para muchas cosas, tanto relacionadas con el cannabis como con otro tipo de plantaciones. Tenemos clientes que compran productos para plantas que tienen en casa, para plantas de cannabis, para huertas ecológicas?
Como propietarios, ¿cuál es su labor?
-Nuestro objetivo no es vender al que entre por la puerta. Es orientar, recomendar e informar sobre para qué sirve cada cosa. A veces vienen con las ideas claras sobre lo que quieren comprar y otras a preguntar sobre consejos para un tipo de planta u otra. Digamos que nuestro trabajo también consiste en que la gente esté un poco más informada sobre todo esto y hagan un consumo de conciencia.
¿Cómo son los clientes que se acercan hasta aquí?
-Es imposible clasificarlos de ninguna manera. Tenemos gente que viene a comprar semillas de marihuana para autoconsumo, hay gente mayor que planta un par de plantas en casa para hacer cremas, también los hay los que plantan para autoabastecerse de modo terapéutico? Hay de todo.
¿Cree que la gente tiene prejuicios hacia estos comercios y hacia el cannabis como tal?
-Cada vez menos. Más que prejuicios, hay ignorancia y falta de información. Cuando digo todo esto no hablo de adolescentes o gente muy joven, hablo de gente de todas las edades. Han solido venir mujeres mayores que al principio se acercaban con recelo a preguntar si algo podía servir para los geranios, y han acabado comprando semillas de cannabis. También hay mucha gente que cultiva marihuana en casa y sólo lo saben los de su familia o su círculo más cercano.
Entonces, ¿cree que en la sociedad está mal visto?
-La gente lo relaciona directamente con la palabra “droga”. Pero no piensan que cosas socialmente normalizadas como el juego o el alcohol también son drogas. Aún así, poco a poco la gente va viendo lo que hay, todas las opciones que existen en torno a las plantas, todas las cosas que se pueden hacer con ellas... La gente va teniendo más información, y al menos, si no dispone de ella, tiene dónde ir a preguntar: a tiendas o a diferentes asociaciones.
¿Y qué se encuentran cuando acuden a ellas?
Las asociaciones no van solo dirigidas al consumo lúdico, las hay también que están especializadas en el uso terapéutico de la planta, y a estas especialmente recurren los enfermos de cáncer cuando reciben quimioterapia. Es muy llamativo, porque muchas veces ves a gente que toda su vida ha sido antidrogas y reacia a este tipo de plantas cambiar totalmente de opinión al utilizarla para suavizar los malestares producidos por una enfermedad.
¿Cómo se puede cambiar esa opinión negativa o, al menos, revertirla?
-En Euskadi tenemos la suerte de que, en general, hay bastante más tolerancia que en el resto del Estado, sobre todo entre gente más mayor. De todas formas, es la sociedad la que tiene que cambiar e involucrarse en este tipo de temas, sobre todo informándose. ¿Por qué está tan mal visto que una persona de cierta edad se fume un porro de una planta que cultiva él mismo en su casa, y no tan mal que chavales de dieciséis años se estén emborrachando todos los fines de semana? Todo está en informarse y saber dónde están todos los límites, pero no sólo en el tema de la marihuana, sino en todo.
¿Qué opina sobre una posible legalización?
-Nosotros no estamos a favor del consumo y venta libre de marihuana. Hace falta una regulación, porque en algunos aspectos hay lagunas legales que crean problemas donde no debería haberlos, pero no queremos que de pronto sea un mercado libre, porque eso no beneficiaría a nadie. Además, pasaría como con el alcohol y con el tabaco, el consumo sería mucho más descontrolado y masificado, se creería más dependencia y, además, se encarecería porque la mayor parte de lo que se pagaría sobre el producto serían impuestos.
¿Cómo es la situación actual al respecto?
-Es un tema muy difícil, porque no hay una legalidad como tal, pero sí una permisividad. Por eso, muchas veces, pese a estar informados, tenemos la necesidad de recurrir a abogados y especialistas para ciertos temas. No hay nada que diga que tú puedes tener y que puedes consumir. Según los abogados con los que suelo consultar, cada persona puede tener un equipo de cultivo en casa, sin especificar el tamaño o la capacidad de ese equipo, por ejemplo, pero en muchos otros aspectos hay muchas lagunas legales y el tema es muy abstracto.
Por lo tanto, ¿dónde hay que enfocar los esfuerzos?
-Simplemente hay una necesidad de regularlo, decirle a la gente lo que puede y lo que no puede hacer con el producto. A día de hoy, todo lo que tiene que ver con el cannabis está cogido con pinzas, y el sistema judicial pide una regulación.
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