Cada año se producen unos 400.000 pollos Lumagorri, todos ellos criados en praderas, al aire libre y con una alimentación totalmente natural. Hace un cuarto de siglo que se creó la empresa con la ayuda de la Administración vasca, con el objetivo de impulsar producciones de calidad para desarrollar actividades complementarias para la subsistencia del agro.
Ayer, fue la hora de celebrar dicho aniversario en un acto celebrado en la base central situada en Zerain, donde participaron el lehendakari, Iñigo Urkullu; el diputado general, Markel Olano; la consejera Arantxa Tapia y la alcaldesa de Zerain, Arantxa Ruiz de Larrigana, además de los primeros diez productores del pollo Lumagorri, que recibieron su merecido homenaje y en el que también participaron los bertsolaris Andoni Egaña y Sebastián Lizaso.
Más de una decena de asistentes acudieron al evento. Urkullu, nada más llegar al recinto, saludó a Mari Jose Murua, directora de Lumagorri, y le dedicó unas palabras: “Es un sector que tenemos que cuidar y agradecemos mucho el trabajo que habéis hecho durante estos años”. En una carpa esperaban los invitados a que comenzase el festejo y Murua rememoró los orígenes de este proyecto y quiso agradecer el apoyo recibido: “Desde el Gobierno Vasco la apuesta fue muy clara: producir, transformar y comercializar calidad superior; siendo la idea llevada a cabo por los baserritarras. Quiero dar las gracias a las instituciones, baserritarras, consumidores y trabajadores por sostener e impulsar Lumagorri estos 25 años. Estoy muy agradecida y emocionada”. En este recorrido, contó que han “cambiado muchas cosas” pero que lo que sigue intacto es la filosofía de Lumagorri: que los pollos sean naturales, del caserío, y que crezcan en un entorno libre. Y ese cuidado hace que el producto sea de una gran calidad, con el gran sabor que lo caracteriza. “Es el único pollo que tiene la certificación Eusko Label”, destacó la directora.
Todos aquellos que han estado en este recorrido impulsando el auténtico pollo de caserío recibieron un pequeño reconocimiento. Entre ellos estaban algunos cocineros vascos como Karlos Arguiñano y Pedro Subijana, que hace algunos años fueron nombrados Amigos del pollo de caserío. Después fue el momento de los que impulsaron Lumagorri, aquellos que iniciaron esta andadura y donde se quiso recalcar y poner en valor el trabajo realizado para sacar adelante el proyecto. Jose Ángel Lizarraga, José Sorzabal, Eusebio Iparragirre, Iñaki Etxeberria, Ester Izaga, Miguel Arregi, Luis Artoz, Felisa Del Olmo, Ramón Irazu y Maria Jesús Etxabe, este última madre de Murua, subieron al escenario para recibir un recordatorio tallado en madera en el que aparece el caserío Gorriñe de Zaldibia, donde nacieron y crecieron Etxabe y Murua. El recordatorio también lleva un bertso de Egaña, que cantó en directo para todos los asistentes. Ellos fueron los que hicieron posible que la iniciativa comenzase y se desarrollase de una manera natural y profesional.
consumidores “Lumagorri la hemos creado, impulsado y trabajado las mujeres”, recalcó Murua. De hecho, de los 40 baserritarras que crían las aves, el 80% son mujeres, al igual que en la fábrica: de 30 trabajadores, el 60% son mujeres. Murua cree que el trabajo de cría ha sido algo que “ha gustado mucho a las mujeres porque los cuidan con mucho mimo”.
“En total, 100 familias vascas trabajan en Lumagorri”, detalló la directora sin poder dejar de sonreír. La mayoría de ellos son gipuzcoanos, un 65%, y en cuanto al consumo pasa lo mismo. El pollo de caserío Lumagorri se consume más en Gipuzkoa que en Araba y Bizkaia. La producción de Araba es cerca del 10%, y de Bizkaia la restante. Aun así, los vizcaínos son los vascos que menos consumen. “En Madrid y Cataluña también gusta mucho nuestro pollo, un 5% de las ventas se realizan ahí”, subrayó Murua.
Muchas veces cuesta comenzar un proyecto así, pero Murua recordó que sus padres les han ayudado mucho. Ella quería que la alimentación de los animales fuese totalmente natural para que el consumidor no tuviese riesgo de digerir dioxinas. “Era muy difícil encontrar proveedores que no trabajasen con pienso que tuviese grasa animal. Por eso construimos dos casetas en casa: en uno los pollos recibían una alimentación con grasa animal y en la otra no. De esa manera vimos que nuestra apuesta iba a ser por lo natural y cuidando la alimentación de las aves”. Etxabe también se mostró emocionada por el homenaje, y “muy orgullosa” de su hija. “Cuando Maria Jesús nos dijo que se iba a involucrar en el proyecto le dijimos que adelante, que tenía nuestro apoyo”, señaló.
Por su parte, el Lehendakari destacó la importancia de Lumagorri, a la que consideró como un proyecto propio, integral y específico, “desarrollado desde arriba hacia abajo: comenzando desde los caseríos hasta llegar a nuestras casas”. Y todo ese proceso lo cuidan al máximo detalle, ya que desde la empresa trabajan para que sus animales tengan las mejores condiciones de vida. Según Murua, “cada pollo tiene que tener una superficie de dos metros cuadrados. En total, el área de pradera para cada una de las casetas de cría es de cerca de 2.5000 metros cuadrados, donde tenemos unos 1.200 pollos”. Las crías, con tan solo tres semanas, ya suelen salir al campo, y Murua detalla que además intentan que salgan fuera: “Hacemos el esfuerzo para que anden al aire libre”.
El proceso productivo se extiende mediante un crecimiento lento que dura de 12 a 13 semanas y durante este proceso de cría, la alimentación se basa exclusivamente en vegetales de grano y hierba, siendo el 60% maíz. Dicha alimentación natural, junto con la crianza en libertad, hace que el sabor sea tan sabroso y exquisito. Un trabajo laborioso que tiene como resultado el mejor de los productos, y una garantía para el consumidor que sabe que los animales han sido tratados de la mejor manera, circunstancia que queda más que probada al degustar un auténtico pollo de caserío, el Lumagorri.