Ámsterdam - La cruel guerra entre las mafias de la droga se está librando en los últimos años a punta de pistola en el corazón de Ámsterdam, intensificándose en los últimos meses, mientras la Policía advierte del surgimiento de una nueva generación de criminales en la ciudad holandesa.

"Es una única guerra, que la conocemos como la Mocro War, pero son muchos grupos los que luchan unos contra otros. Son muy agresivos, no tienen piedad, se matan entre ellos, o matan a la novia de su enemigo como venganza", explicó ayer la jefa de Operaciones de la Policía Nacional holandesa, Monique Mos.

Los tiroteos, que se producen a cualquier hora del día o de la madrugada, se han cobrado la vida de al menos una treintena de personas desde 2014, entre ellos la del famoso narcotraficante antillano Gwenette Martha, que recibió unos 80 disparos, a plena luz del día y en mitad de la calle en Ámsterdam, de una de las bandas rivales.

El último escenario que atemorizó a las autoridades se registró hace tan solo dos semanas, con el asesinato del holandés-marroquí Reduan Bakali, hermano de un testigo clave para la Policía en esta guerra, quien había ofrecido decenas de detalles que ayudaron a localizar a varios de los miembros de la mafia.

Reduan, de 41 años y sin antecedentes penales, fue asesinado por un hombre que había organizado una supuesta entrevista de trabajo con él, tan solo una semana después de conocerse que su hermano Nabil se convertiría en testigo protegido sobre una serie de asesinatos.

Esta semana, la Policía arrestó en Ámsterdam a tres personas en relación a este suceso. El principal detenido, un hombre procedente de Curaçao, es conocido como Andy, y está ahora en prisión en régimen de aislamiento a la espera de juicio.

El asesinato de Reduan supone la primera vez que un familiar de un testigo protegido es asesinado en Holanda y demuestra el alcance de estas bandas que operan en Ámsterdam. Esta guerra dio su peor vuelco en 2012, después de una pelea armada entre dos bandas criminales del submundo de Ámsterdam por la desaparición de unos 200 kilos de cocaína del puerto de Amberes, en Bélgica.

Las atrocidades de este conflicto no se limitan a salvajes tiroteos, sino también a ataques contra mujeres y niños, o decapitaciones de amigos o familiares de bandas enemigas, como fue el caso del joven holandés de 23 años Nabil Amzieb, cuya cabeza apareció en marzo de 2016 a las puertas de una cafetería de Ámsterdam. El resto de su cuerpo apareció en el interior de un coche robado y en llamas, en la otra punta de Ámsterdam. Un reflejo del poder de estas mafias se dio en octubre, cuando uno de los principales grupos de narcotraficantes de Ámsterdam, intentó liberar a su líder, Benaouf A., preso en Limburgo, en la frontera con Alemania. Trataron de rescatarlo con la ayuda de un helicóptero.