Los gusanos aprenden a oler el peligro y evitarlo
Ese atributo podría servir para el tratamiento de patologías neurodegenerativas
Iowa - Los gusanos aprenden a oler el peligro y eso podría llevar a los científicos a encontrar nuevos tratamientos para las personas con enfermedades neurodegenerativas. Investigadores de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, estudiaron cómo las ascárides, algunos de los animales más abundantes en la Tierra, reaccionan ante situaciones estresantes al exponerlos al aroma de una bacteria letal.
Un grupo de lombrices intestinales expuestas al olor preparó un mecanismo de defensa que, cuando se activaba por el estrés, protegía las células de los gusanos y aumentaba la supervivencia de las mismas, mientras que el grupo que no estuvo expuesto al olor no activó sus sistemas de defensa. Cuando ambos grupos se pusieron en contacto físico con la bacteria mortal, las lombrices que fueron expuestas al olor activaron sus defensas celulares más rápidamente, y sobrevivieron más.
El hallazgo podría marcar el comienzo de un nuevo enfoque no farmacéutico para el tratamiento de patologías neurodegenerativas como las enfermedades de Alzhéimer y Huntington, que se producen cuando las células nerviosas del cerebro o el sistema nervioso periférico se dañan, pierden su función a lo largo del tiempo y finalmente mueren. Aunque los tratamientos pueden ayudar a aliviar algunos de los síntomas físicos o mentales asociados con las enfermedades neurodegenerativas, no existe una cura o una forma de disminuir la progresión de estas patologías.
La investigación también podría ayudar con los trastornos asociados con el envejecimiento, como la demencia, que implican la acumulación de daño de proteínas en las células que el sistema nervioso central humano no aborda, por razones en gran parte desconocidas. "Teóricamente, debería ser posible tratar este tipo de enfermedades si podemos descubrir cómo estimular ese mecanismo de defensa en las personas y hacer que se active de manera más consistente para reparar las células dañadas", dice la autora del trabajo Veena Prahlad, profesora asistente de Biología de la UI. "Tendríamos que encontrar los mismos desencadenantes sensoriales en humanos como lo hemos demostrado en gusanos", señala en un artículo publicado en Science Signaling. Prahlad, que estudia el llamado factor de transcripción de choque térmico, o HSF1, desde que era investigadora posdoctoral, planteó la hipótesis de que puede ser más que un elemento reactivo. Tal vez, HSF1 podría ponerse en modo de espera y, podría activarse más rápidamente anteuna amenaza.
Una gran prueba de su idea surgió cuando ella y la estudiante de UI Felicia Ooi expusieron a un grupo de gusanos al olor de la bacteria mortal PA14, mientras que a otro grupo se le dio el olor de una bacteria benigna que era diferente. El grupo expuesto al olor PA14 activó el doble de chaperonas moleculares que el grupo de pioneros al que se le suministró el olor benigno.
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