DONOSTIA. Es una enorme bola que ha alcanzado un volumen de 75 metros cúbicos el equivalente a seis automóviles y una longitud de 100 metros que ha taponado un conducto de 1,60 metros de diámetro. Mientras se repara el estropicio causado en la red de saneamiento, las aguas sucias se están arrojando sin depurar al Cantábrico.

La alarma se encendió cuando en la estación depuradora de Loiola se dieron cuenta de que estaban recibiendo "muy poca agua" del colector que acarrea las aguas residuales de los municipios de la comarca de Oarsoaldea, explicó Enrique Noain, presidente de Aguas del Añarbe. Los operarios van a tener que realizar durante "más de dos semanas" tareas de desatasco en un espacio confinado y en condiciones de "penosidad".