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La cuna del gigante

La película ‘Handia’, que se estrena el domingo en el Zinemaldia de Donostia, ha revolucionado Altzo, el pueblo natal del hombre que a mediados del siglo XIX asombró a Europa exhibiendo su gran tamaño.

La cuna del gigante

Altzo se encuentra a menos de cinco minutos en coche de una de las principales arterías viales de Gipuzkoa, la N-I; y la casa en la que nació el “gigante más famoso de Europa”, a menos de dos minutos, aunque durante años este municipio ha permanecido en un segundo plano, olvidado por la mayoría de los vascos, muchos de los cuales comienzan a descubrir al Gigante de Altzo (1818-1861). El personaje parece sacado de cuentos infantiles, pero fue real y llenaba páginas de los periódicos en la Europa del siglo XIX. Las hemerotecas están llenas de ilustraciones suyas y los libros de la época le citan como un “espécimen especial” del que incluso se llegaron a hacer canciones en Inglaterra. El cine lo ha resucitado definitivamente y Altzo, un pequeño municipio de 400 habitantes, se prepara para responder a una realidad que vuelve a ponerle en el panorama internacional más de 150 años después.

Con sus 2,42 metros de estatura, Migel Joakin Eleizegi (Miguel Joaquín Eléicegui oficialmente) se convirtió en un fenómeno internacional en las décadas de 1840 y 1850. Protagonizaba espectáculos en los que exhibía su gigantismo ante la burguesía de Reino Unido, Francia, Portugal y España. Incluso visitó a la reina de Inglaterra, pero su figura se fue diluyendo con el tiempo y fuera de Altzo, “donde siempre ha estado presente por transmisión familiar” -dicen sus vecinos-, el gigante se hizo pequeño.

¿Boom turístico?

En la última década, la exposición del Museo San Telmo, la ópera infantil para títeres del músico David Azurza, en el marco de Donostia 2016, y el trabajo del escritor Koldo Izagirre, entre otros, habían contribuido a rescatar a este personaje del cajón del olvido, pero han sido los directores Aitor Arregi y Jon Garaño, con su película Handia, los que han engrandecido nuevamente su figura. El largometraje, que llegará a los cines en octubre, se proyecta en el Zinemaldia el domingo y compite por la Concha de Oro en la sección oficial.

“Para el pueblo de Altzo esto es un regalo. Una cosa es que se haga una película sobre Gure Haundia pero además hay que ver quién la hace y cómo, en euskera. Altzo es un pueblo que vive en euskera y aquí sentimos este filme como algo cercano, no extraño”, reconoce Joseba Elduaien. El alcalde de Altzo y su concejala de Cultura, Lourdes Murua, viven estos días atendiendo a los medios de comunicación. “No tenemos miedo a lo que pueda venir, pero habrá que ver”, asegura Elduaien. De entrada, este verano ya han notado un ligero aumento de visitas.

Altzo se ha puesto en marcha. En julio se inauguraron paneles con información e ilustraciones del gigante y su presencia en el pueblo ya es notable a los ojos del visitante. Hay un recorrido que conduce de la plaza hasta su caserío, Ipintza-zar, en el barrio de Altzo Azpi, pegado a la vecina Alegia.

“Los trabajos de Azurza e Izagirre nos hicieron abrir los ojos y vimos que le debíamos algo a este personaje que tanto ha dado al pueblo”, asegura Lourdes Murua, oriunda de Altzo y familiarizada desde niña con la figura del gigante. Elduaien coincide y asegura que impulsar la figura de Gure Haundia “es hacer justicia. Hasta ahora se ha tratado como una cosa de niños pero todo esto nos ha llevado a la reflexión”, afirma.

Pero, ¿hasta dónde puede llegar la magia del cine? ¿Vivirá Altzo un boom turístico? “No lo creemos. No le tenemos miedo. Altzo no es Donostia, sino un lugar ligado a la naturaleza y no creemos que eso cambie. Hemos sido un pueblo muy acogedor y lo seguiremos siendo. Siempre hemos tenido colegios de visita y grupos de tiempo libre que han venido a ver la iglesia en la que el párroco marcaba con cincel las medidas de Miguel”, dicen desde el Consistorio.

En esa misma iglesia del barrio en el que nació Eleizegi, Altzo Azpi, ya no se dan misas y las marcas que recuerdan el tamaño de Altzoko Handia apenas se ven, pero un panel indica que justo al lado nació y vivió Miguel. “Ramón, el vecino del caserío de al lado, es quien mejor te los puede enseñar”, apuntan en el pueblo.

Pero aún queda trabajo pendiente. El municipio recibirá una ayuda de 200.000 euros de la Diputación para impulsar el turismo y el objetivo es crear un centro de interpretación que sirva “de recepción al visitante, con una tienda de productos locales (alubias, queso, yogures, frutos secos...)”. Otro reto es reabrir el bar del pueblo, que “lleva un año cerrado”, lo que provoca que casi toda la vida social se concentre alrededor de la sociedad cultural y deportiva Elordi, a la que da nombre una pequeña colina.

Dejó 500 misas pagadas

Pero más allá del gigante, el filme cuenta la historia de la persona que había tras el personaje: Migel Joakin Eleizegi, un hombre que enfermó de acromegalia y hacia los 20 años comenzó a crecer de forma desmedida. Su vida también cautivó hace años a Luis Ángel Sánchez (Madrid, 1962), profesor de Antropología Cultural en la facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, que está escribiendo un libro sobre el Gigante de Altzo.

“Los hubo más altos que él antes y después en Europa, pero Miguel fue todo un personaje y un mito en todo el continente y, sin duda alguna, se puede decir que es el gigante más famoso de Europa y el hombre más alto de España. Eso sin duda. Pero desde los años 70 del siglo XX se ha escrito y dicho muy poco de él. Se puede decir que era un personaje olvidado”, asegura este madrileño que en mayo visitó Altzo y lleva años rebuscando en archivos y hemerotecas.

Dice Sánchez que el Gigante de Altzo “no era un personaje de circo”, como se le muestra en algunas exposiciones, sino más bien “una persona inteligente que se lo montó bastante bien con su padre y su hermano”, que podrían haber ejercido un papel casi de mánager. Comenzó su periplo de exhibiciones en 1843 en Donostia y recorrió Europa hasta 1854. Según la documentación obtenida por Sánchez, en menos de dos meses, “entre diciembre de 1847 y enero de 1848, unos 70 periódicos ingleses llegaron a hablar de él y hay referencias de que visitó al menos diez ciudades británicas, incluidas Londres, Manchester y Birmingham. En Francia estuvo una buena temporada en París. Nadie en su época recorrió tanto”, afirma este catedrático.

Madrid, Tarragona, Barcelona, Zaragoza, Almería, Mallorca... Verle costaba el salario de un día, lo que hoy en día podría equivaler a la entrada de un partido de fútbol de Primera División: una peseta en Madrid; un chelín en Inglaterra. Era un espectáculo relativamente caro”, insiste Sánchez, quien recuerda que “a menudo vestía uniformes militares” que engrandecían su figura. El historiador madrileño sostiene que Eleizegi “hizo dinero” y “prestó a varios vecinos”. Muestra de ello serían “las 500 misas pagadas que dejó por su alma, a 6 u 8 reales cada una”, relata.

La historia de Altzoko Handia esconde muchos misterios que este pequeño municipio de Tolosaldea ya se ha lanzado a descubrir. ¿Alguien sabe dónde están sus huesos?