Educar en frasco pequeño
Alumnos de distintos cursos en la misma aula, un profesor por cada diez estudiantes y el parque del pueblo frente al colegio; así es el día a día de 1.100 alumnos de las 26 Eskola Txikiak de Gipuzkoa, un modelo “poco conocido” que mañana celebra su fiesta anual en Arroa Behea, Zestoa
Arroa Behea no tendría colegio si no fuese por el modelo de Eskola Txikiak, donde se imparten Educación Infantil y Primaria, desde los dos hasta los doce años. Enclavado entre la carretera que conecta Azpeitia con Zumaia (GI-631), y la Nacional que conduce al alto de Itziar y Deba (N-634), el barrio se creó hace décadas alrededor de las empresas que se instalaron en el polígono industrial Sansinenea, en Zestoa. Está plagado de viviendas de protección oficial y poco tiene que ver con el “idílico” Arroa Goikoa y sus “bonitas casas”, pero sus 520 habitantes serán mañana protagonistas de una fiesta que gira en torno a su escuela, un “tesoro” -admiten varios padres- para los vecinos de pequeños núcleos de población.
NOTICIAS DE GIPUZKOA se ha metido en sus aulas y ha visto cómo respiran los 64 alumnos de este centro y sus “ocho profesores y medio”. Promueven una educación en frasco pequeño, como los buenos perfumes. “No es la panacea”, admite su director, pero ofrecen una “educación de calidad” que “fomenta el cooperativismo” como valor fundamental. He aquí una radiografía de un modelo que convence a 1.100 familias de Gipuzkoa.
Jexux Albizu, el director, nos abre las puertas del centro. Le acompaña Marije Egaña, con 30 años de experiencia en esta escuela. Es la tutora de los niños de cuatro y cinco años y fue directora del centro durante quince. Cuatro ordenadores, una televisión con vídeo y un aula repleta de txokos y juguetes es el hábitat en el que da clase de forma conjunta a sus once alumnos de dos cursos diferentes: Aimar, Alex, Yera, Leiane, Xuban, Julen, Alain, Jon, Enaitz, June y Ane, que se encuentran ensayando una canción de cara a la fiesta de mañana de las Eskola Txikiak.
Cooperación y roles
Nos interrumpen los pequeños de dos y tres años, también integrados en una misma gela con la misma profesora. Son trece y salen con la mirada fija en el parque, situado frente a la escuela, en pleno corazón del barrio. Las sonrisas de los pequeños iluminan los pasillos. “En el informe Pisa no se mide lo felices que vienen los niños a clase”, espeta el director, haciendo referencia a la escasa nota obtenida por Euskadi en el informe que evalúa la Educación de cada país.
La red de Eskola Txikiak de Gipuzkoa está formada por 26 centros, integrados dentro de la red pública. Su reducido tamaño promueve la integración de alumnos de distintos cursos en una misma aula, una de sus principales características. Algunos centros apenas tienen una decena de alumnos y “juntan a niños y niñas desde los dos hasta los siete años”, mientras que otros rondan los 100 estudiantes y se reparten en más clases.
La integración de distintos cursos en una misma aula también se da en Arroa Behea, aunque en menor medida, debido al importante aumento de alumnos que se ha dado en los últimos 20 años, pasando de una veintena de estudiantes a los 65 de la actualidad (El próximo curso serán 71). Los diez cursos se concentran en cinco gelas diferentes; la que menos, con ocho alumnos, y la que más, donde se juntan los más mayores, de 18.
“Con motivación”
Albizu reconoce que el de las Eskola Txikiak es un modelo “poco conocido” y que a muchos guipuzcoanos les “parece algo de otro mundo”, pero defiende sus ventajas. Y Egaña comparte esta visión. Hablan de un “reparto de roles” y sostienen que también se “afianza lo que han aprendido los que tienen más edad”, porque luego tienen que “saber estructurar sus conocimientos para trasmitirlos a sus compañeros de clase más pequeños”. “Se fomenta más el cooperativismo, mientras que entre los de la misma edad se produce una mayor competencia”, asegura.
El director admite que para “determinados perfiles más concretos de alumnos, sí es más fácil buscarles encaje en centros con más aulas”, pero destaca que ofrece un alto “grado de adaptación y pocos problemas”.
¿Pero funciona el sistema? ¿Aprende menos un alumno de siete años que comparte gela con uno de cuatro? ¿Qué pasa cuando toca dar el salto al instituto, a la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO)? “Tenemos ya varios referentes, y la conclusión es que el que anda bien aquí, anda bien en el instituto (la mayoría en Arroa Behea van a Zumaia), y viceversa”, afirma Albizu. Y añade que los alumnos abordan ese “salto con motivación, porque es cierto que, al final, a algunos esto se les queda pequeño”, zanja.
64
Los alumnos se reparten en cinco aulas: 13 en la de dos y tres años; 11 en la de cuatro y cinco; 8 en primero; 14 en segundo y tercero; y 18 en cuarto y quinto. Ninguno en sexto.
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