aia - El sector agrario, que ocupa a unas 4.200 personas en Gipuzkoa, aborda un proceso de reflexión y dinamización. Agricultores y ganaderos viven tiempos de incertidumbre pero miran al futuro a la cara. Quieren descifrar sus retos, adaptarse al mercado y ser sostenibles, sí, pero rentables también. Son pequeños productores que necesitan de alianzas para sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo. Un ejemplo: en los servicios públicos vascos como hospitales y colegios no se reparte carne de Euskadi, afirman.
Un grupo de trabajo de 25 personas (horticultores, productores de leche, carne, ganaderos, técnicos agrarios, propietarios de bosque, representantes de los sindicatos Ehne y Enba, y responsables del departamento foral de Promoción Económica, Medio Rural y Equilibrio Territorial que dirige Ainhoa Aizpuru) lleva desde el 25 de octubre trabajando en esa línea.
NOTICIAS DE GIPUZKOA ha podido vivir desde dentro una de estas reuniones, realizada recientemente en una finca de la Diputación en pleno corazón del parque natural de Pagoeta. En la misma, los baserritarras plantean preguntas, posibles respuestas, ideas, retos y problemas. Todo sobre la mesa para intentar coger “el toro por los cuernos” y hacer que el sector sea atractivo para las generaciones venideras.
Al productor de carne le preocupa la caída del consumo animal; al de leche las guerras de precios, la necesidad de grandes inversiones y los derivados de soja, avena, arroz; al ganadero la falta de pastos, la dificultad de vender directamente el ganado para su consumo, aunque ve una buena salida en la producción de queso, un artículo valorado por el consumidor; a los propietarios de monte les afecta la caída del valor de la madera y la mala imagen del sector y piden que se regulen los vacíos legales de la propiedad rural privada y se limite la responsabilidad que soportan como dueños de terrenos abiertos al público; a los horticultores, un subsector prestigiado, debido a su escaso tamaño les cuesta ofrecer la variedad de producto que reclaman las grandes superficies.
Cada uno tiene sus propios problemas, pero comienzan a entender que tienen que ir de la mano y acordar “tres o cuatro mensajes claros y sencillos” para lograr un mayor reconocimiento de una sociedad cada vez más moderna y digital pero que come a diario los alimentos que el sector agrario produce en un territorio con un 65% de masa arbolada.
Algunas son alusiones directas. Se escucha y se toma nota. Su gran valor es que las reuniones aglutinan a personas de diferentes ideologías y de diferentes subsectores, productores anónimos, algunos con caseríos más grandes y otros más pequeños. Expertos del día a día que se ven cara a cara con los responsables forales.
El primer gran reto que salta a la palestra es la rentabilidad de las explotaciones agrarias. “Todo el mundo cobra lo suyo menos los productores”, lanzan algunos. Exponen ejemplos de innovación alimentaria: envases de fruta pelada lista para comer, guarniciones para platos concretos, como carne envasada para echar a una paella... También de diseño de producto, de máquinas de vending, grupos de consumo, agricultura ecológica y nuevos productos. Incluso de mejora genética de los alimentos para reducir costes, ya que subir precios es “impensable”.
Ven necesarias las alianzas para la comercialización, pero para ello inciden en la necesidad de una mejor comunicación tanto externa como interna y piden a la Administración menos burocracia.
La falta de coordinación entre subsectores, de mapas de diagnóstico del sector cada diez años para evaluar los retos del relevo generacional, la indefinición en la gestión forestal a la hora de elegir qué especie de árbol plantar son otros temas que surgen. O el de “no tirar piedras contra nuestro propio tejado: es lícito decir que nuestro producto es el mejor, pero tampoco hace falta decir que el del otro es una puta mierda”, aportó un asistente.
En el encuentro participaron la diputada de Desarrollo Rural, Ainhoa Aizpuru, sus directores de departamento, Xabier Arruti (Agricultura y Desarrollo Rural) y Arantxa Ariztimuño (Montes y Medio Natural), así como el director foral de Participación, Joseba Muxika.
fuera el “paternalismo” Arruti aseguró que “durante años hemos pecado de paternalismo. Este sector que tiene muchos problemas pero se ha llegado a pensar que las respuestas tienen que venir de la Administración, como si tuviese una varita mágica. Pero sois vosotros los que tenéis que encontrar las respuestas a vuestras preguntas. Si vosotros no las tenéis, nosotros tampoco las tenemos, explicó durante la reunión. Nosotros solo podemos ayudar”, dijo.
La competitividad de las explotaciones es una realidad que se impone en la lucha por la supervivencia. “Si queremos que los caseríos perduren en el tiempo, tenemos que verlo desde la perspectiva de la rentabilidad. Algunos creen que la rentabilidad es mala, pero luego tenemos asumido que nuestra empresa tiene que ser rentable para seguir adelante. Para bueno y para malo estamos en Europa. ¡Cojamos los parámetros europeos! Hasta el caserío más grande de Gipuzkoa en Europa es diminuto”, enfatizó Arruti.
“Nos tenemos que reestructurar mirando al mercado. Esa es una de las claves”, explicó tras el encuentro a este periódico el director foral de Agricultura y Desarrollo Rural, Xabier Arruti. “A veces hay que llegar a un punto de gravedad para ver que si cada uno va por su cuenta no hay nada que hacer. Y muchos están entendiendo que no podemos estar discutiendo sobre cuál tiene que ser el modelo de caserío. El ecológico es bueno, pero el convencional también lo es”, zanjó.
Arruti se mostró rotundo. “Normalmente, el producto de caserío es bueno. Aquí se hace buen producto. No nos podemos quejar. Otro asuntos es la picaresca y que haya vendedores que sabiendo el valor que tiene para el consumidor el producto local, le pongan ikurriñas a todo y en eso sí tiene que estar más atenta la Administración”, señaló.
¿Qué se enseña en la escuela? Según explicó uno de los participantes, “en los libros de Natur Zientziak de mi hija, en una ikastola pública, he visto cosas tremendas. Cuando se habla del primer sector, se utilizan términos como tóxicos, contaminación o deforestación del Amazonas. En las imágenes salía un vaquero con sombrero y una avioneta fumigando un campo de cereal. Esa imagen no tiene nada que ver con nuestra realidad”, dijo. Otra asistente aseguró que en Internet existe material didáctico “muy bueno del Gobierno Vasco y no se utiliza en los colegios. No lo conocen ni los alumnos ni los profesores”, dijo.
¿Bucólico versus moderno?
Mientras en los pueblos y ciudades nos valemos de la modernidad, vemos con malos ojos la modernización del primer sector”, explicó otro. “Aquí se sigue alimentando lo tradicional, bucólico, folklórico, y eso está ahí y es cultura, pero hay que enseñarles a los niños que los caseríos se han modernizado. Decirles que tan importante como aquello es lo de ahora, pero algunos lo pintan como destructor y malo. Y eso lo estamos haciendo mal”, lamentó.