donostia - La Diputación se ha propuesto abrir un periodo de reflexión en torno al modelo de deporte escolar en Gipuzkoa. A tal fin se ha pulsado la opinión de diferentes agentes educativos, federaciones y clubes para conocer su grado de satisfacción, y con sus respuestas se ha elaborado un informe cuyos resultados se ofrecerán hoy en rueda de prensa. Asimismo, se anunciará la creación de una comisión de estudio.

Se mantiene así una actitud abierta para repensar posibles ajustes de un modelo cuyo éxito casi nadie cuestiona, pero que ofrece ciertas “rigideces” que van a ser analizadas.

El debate, a grandes rasgos, divide a quienes ven el deporte escolar como una actividad inclusiva y formativa frente a los defensores de cantera de futuras estrellas que solo lo entienden como el trampolín de salida al rendimiento de alto nivel. Y a medio camino, una pregunta: ¿los niños y niñas juegan, compiten, o aprenden?

Con sus defectos, se dice del modelo guipuzcoano que es “el mejor que se conoce” porque ha sabido aunar sensibilidades, priorizando a edades tempranas la actividad deportiva sin afán competitivo, para fomentar por igual la actividad de chicos y chicas.

Un cuarto de siglo después, y con la participación en el programa del 80% de los niños de entre 9 y 14 años, parece haber llegado el momento de abrir un proceso participativo. Se quiere valorar hacia dónde caminar. Todas las fuentes consultadas reconocen que el proceso de reflexión “es necesario” en la medida que el deporte escolar “está en continuo movimiento”, con problemas a resolver más allá de prácticas deportivas mayoritarias.

No es la primera vez que se acomete un proceso similar. El primero de los debates de peso surgió en Gipuzkoa con la multideportividad, una discusión que sigue coleando. Siempre se ha librado dura batalla con algunas federaciones, lideradas por el fútbol, que defienden que niños y niñas puedan practicar la modalidad deportiva que quieran, por muy niños y niñas que sean. La visión competitiva frente a la educativa.

No fue fácil convencerles de que la formación de esos críos y crías requería de una actividad multideportiva. Nada de exigencias. Que por encima de todo disfrutaran y, a partir de una edad -que en un principio se estableció en infantiles, entre trece y catorce años- decidieran ellos la disciplina a practicar, orientada a partir de ahí al rendimiento.

Ese debate, que duró muchos años, acabó aceptándose. Pero una vez despejadas las dudas y comprobados los beneficios de la multideportividad, algunas federaciones, nuevamente lideradas por el fútbol, comenzaron a criticar que la edad infantil era muy tardía para especializares en una modalidad deportiva.

Se abrió un periodo de negociaciones, del que surgió un nuevo acuerdo: que algunos niños y niñas con cualidades pudieran elegir en el segundo año de alevín (doce años) un deporte en el que despuntaran. Se abrió aquella puerta, que nunca se ha cerrado del todo. Las federaciones siempre han querido más.

incumplimientos Surgió entonces otra propuesta, lo que son hoy las escuelas deportivas, siempre como complemento al deporte escolar y no como sustitutivo. Así, los alumnos y alumnas podían elegir una modalidad deportiva y, un día a la semana, practicar baloncesto, pelota, balonmano o lo que quisieran. Para estas últimas actividades se limitaba la competición a un día al mes. Se negociaron los periodos navideños y vacacionales... Y hasta hoy, cuando nuevamente se plantea el mismo interrogante: ¿los niños y niñas hoy en día juegan, compiten o aprenden? ¿Se ha logrado el equilibrio? Iñaki Ugarteburu, director foral de Deportes entre 2003 y 2011, sostiene que “si realmente se cumpliera lo que se acordó, ese equilibrio entre los diferentes intereses se habría logrado, lo que ocurre es que hay muchos incumplimientos”.

Destaca entre ellos que “no se respete que sea un día de competición al mes”, y añade que “hay chavales que solo practican una modalidad deportiva en un club, sin hacer deporte escolar. Es un problema latente. “No existe una policía para vigilar si se cumple o no la ley. Existe un decreto de deporte escolar y una ley de deporte, pero no hay unas medidas estrictas al respecto”.

Explica que si se detectan irregularidades se pueden acabar abriendo expedientes, pero son procedimientos muy lentos y largos. “Lo ideal sería que las federaciones fueran las que velaran por el cumplimiento de lo pactado, pero eso no es así”, insiste Ugarteburu.

Aunque la ley es la misma para toda la CAV, cada Diputación desarrolla los decretos que definen con detalle el modo de llevar a cabo las actividades. En ese sentido, la situación de Gipuzkoa difiere de la del resto de territorios. Aquí el modelo es mucho más inclusivo. De hecho, los grandes clubes del territorio se quejan de que lo que es posible en Bizkaia no se les permite a ellos.

la presión de los clubes Pero las críticas arrecian en sentido contrario. Luis Zulaika, profesor de la Facultad de Educación y Deporte de la UPV/EHU, sostiene que la presión de algunos clubes y de los deportes mayoritarios “está provocando que pierda peso el modelo educativo y formativo” dirigido a inculcar hábitos deportivos al conjunto de la ciudadanía. “Va tomando fuerza el modelo de rendimiento de la cantera, de seleccionar a los mejores para conformar un equipo de élite”. Aunque habla a título personal, pone voz a profesores de educación física, centros escolares, coordinadores de colegios y asociaciones de padres y madres.

Critica que los representantes de grandes clubes tienen más presencia mediática, y que su voz se alza por encima del resto. “La verdad es que el contexto ha favorecido esa situación: la presencia desmesurada de algunos deportes en los medios de comunicación, las expectativas que se crean en torno a estos ídolos, las cantidades económicas desorbitadas que barajan algunos de ellos ? todo ello ha contribuido a que cada vez más gente entienda el deporte de formación únicamente como trampolín del deporte profesional”.

Otra voz que refleja las distintas visiones es la de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de los centros de enseñanza pública no universitaria de Gipuzkoa, Baikara. Su coordinador, Imanol Zubizarreta, defiende el actual modelo. Entiende que “el alumnado en las categorías infantiles y benjamines tiene que conocer todos los deportes, y ya tendrán tiempo de especializarse. Sabemos que es una medida polémica, que hay muchos padres y madres que no la aceptan, pero estamos de acuerdo con el modelo. No hay que olvidar que, en líneas generales, ofrece buenos resultados”.

Zulaika se muestra más crítico. “Si nos acercamos a algunos partidos de estas categorías observamos que en la práctica real el factor competitivo y el resultado cobra mayor importancia de la que debiera. Así, en ocasiones apreciamos actuaciones y conductas por parte de algunos padres y entrenadores inapropiadas para el contexto en el que se desarrollan”.

Hoy en día ha cesado la polémica en torno a las ligas piratas, como ocurría hace unos años, con chavales que marchaban a competir los fines de semana a Navarra. Pero todas las fuentes coinciden en que se compite mucho más que una vez al mes, que es lo que marca la ley.