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“Un ‘software’ privativo puede transformar los móviles en dispositivos de escucha, aunque estén apagados”

Stallman ha creado su propio sistema operativo libre, llamado Gnu. Hoy en día es utilizado por más de diez millones de personas de forma gratuita

“Un ‘software’ privativo puede transformar los móviles en dispositivos de escucha, aunque estén apagados”

donostia - Richard Stallman es el programador estadounidense que fundó el movimiento del software libre en los años ochenta. Este tipo de software aglutina aquellos programas que ofrecen al usuario la libertad de ejecutarlos, estudiar su código fuente y modificarlo, redistribuir copias exactas, o versiones alteradas. La filosofía de Stallman defiende que, de esta manera, son los usuarios los que tienen el control de la informática, y no las empresas desarrolladoras de software privativo, que son programas o aplicaciones que impiden a los usuarios su modificación. Esta creencia llevó a Stallman a dejar su trabajo en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) y a desarrollar su propio sistema operativo libre, GNU, que es utilizado por más de diez millones de personas en el mundo. Ya ha compartido su conocimiento en 88 países, y hoy a las 19.00 horas en el Museo San Telmo de Donostia ofrecerá una ponencia para responder a la pregunta ¿Quién garantiza la privacidad en la era de Internet?, en la penúltima edición de Diálogos Europeos 2016, dentro del programa de la capitalidad europea.

¿Qué amenaza representa el ‘software’ que no se puede modificar?

-Los usuarios de un programa privativo están indefensos ante el poder del propietario del programa, lo que es una injusticia y viola los derechos de los usuarios. Para mantener nuestra libertad tenemos que rechazar el software privativo, cueste lo que cueste. Las empresas de software privativo pueden introducir cualquier cosa malévola en los programas, sabiendo que los usuarios no pueden quitarlo. Reconociendo que tienen el poder sobre los usuarios caen en la tentación de introducir lo malévolo. En mi comunidad, si un contribuyente pusiera algo malévolo en un programa libre, pronto habría una versión corregida que reemplazaría esa versión.

¿Qué capacidades otorga el ‘software’ libre a los usuarios?

-Aunque no a todas las personas les interese programar, tienen el derecho de controlar los sistemas informáticos y eso se consigue cuando el programa permite el control colectivo por grupos de usuarios y hasta por la sociedad entera. Cualquier grupo de usuarios puede desarrollar su propia versión modificada de software libre, participando así en el ejercicio del control sobre qué hace el programa. Firefox es un ejemplo de software libre.

¿El ‘software’ libre podría contribuir al desarrollo de las lenguas minoritarias como el euskera?

-Sí, porque para traducir a otro idioma la interfaz de un programa privativo hace falta la cooperación del propietario. Y si es grande y no se interesa, no va a prestar atención a un idioma minoritario. Pero con un programa libre cualquier grupo de usuarios es libre de hacer los cambios que desee, como poner la interfaz en euskera.

¿Cuáles son las injusticias que encierra el ‘software’ privativo?

-Existen dos tipos: la primera es ser propiamente privativo y la segunda son las funcionalidades malévolas. Hay varias y conocemos algunas de cada producto, aunque puede haber otras que desconozcamos. De hecho, tenemos una lista de las funcionalidades malévolas que sabemos en GNU.org/proprietary con decenas de ejemplos. Está Windows, Skype tiene funcionalidad malévola espía, Spotify impone grilletes digitales -funcionalidades para restringir al usuario en lo que hace con los datos de su computadora- y toma nota de lo que escucha cada usuario, o Netflix que también espía al usuario e impone grilletes digitales.

¿Qué sucede con los móviles?

-Los teléfonos móvil, con Android o iOS, tienen una puerta trasera. Esto significa que los que saben este secreto tienen el poder de cambiar a distancia todo el software del teléfono y emplean esta puerta trasera para convertir el teléfono en dispositivo de escucha. No hace falta hacer una llamada, escuchan todo el tiempo aunque parezca apagado. Cuando se trata de una puerta trasera para atrapar al usuario, es difícil detectar la presencia de esas funcionalidades malévolas y, visto lo comunes que son, deberíamos suponer que cualquier programa privativo espíe, aunque no tiene por qué ser cierto.

¿Por qué se utilizan más los privativos que los libres?

-Nuestra voz es débil, pero la de Microsoft amplificada por el dinero es muy fuerte. La gente hace caso omiso de la injusticia del software privativo y piensan que es más cómodo y eso les equivale a que es mejor. Para mí no, porque tengo otros valores y no quiero tocar mi libertad por un programa atractivo.

¿Aumenta el riesgo del espionaje con la presidencia de Donald Trump?

-Puede ser. Pero otros estados también espían y en muchos países han autorizado que las agencias de supresión espíen sin límites. En Estados Unidos hay límites legales y constitucionales, aunque las agencias de supresión no los tengan en cuenta. En Francia, como medida de emergencia, han autorizado que espíen cualquier base de datos sin recurrir a un tribunal. Para mantener la democracia necesitamos a los reveladores de secretos, a los héroes como Snowden. Para tener el control del Estado necesitamos saber lo que hace, y solo gracias a ellos podemos saberlo, pero pueden detectarlos y meterlos en la cárcel.

¿Es necesario el ‘software’ libre para la democracia?

-Es imprescindible para la soberanía informática del país. El uso de un programa privativo en una Administración pública es abandonar el control de su informática, incumple su responsabilidad ante el pueblo, pero se hace. La corrección de esto durará años, entonces hay que comenzar sin demoras.