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“El drama era no poder volver a casa”

Idoia garcía y aitziber lópez, científicas de ikerbasque, celebran la oportunidad de investigar en donostia

“El drama era no poder volver a casa”

García se licenció en Pamplona, se doctoró en Barcelona y continuó su formación en la Universidad de Carolina del Norte, hasta que tuvo “la suerte” de conseguir la beca, que le “cambió la vida”. Ahora trabaja en Biodonostia sobre el glioblastoma -un tipo de tumor habitual en los adultos- y sobre los tumores en menores. “Es un tema muy personal, va contra natura que los niños mueran antes que los padres. Además, son tumores que no están causados por tantos factores externos como en los adultos, es un problema del propio desarrollo”, explica.

Por un lado, investiga los biomarcadores en los niños enfermos para poder diagnosticar estos casos “cuanto antes”. Y por otro, los pacientes de glioblastoma que superan el cáncer “padecen secuelas importantes”, así que el grupo de investigación de García busca “nuevas dianas terapéuticas para que los que sobrevivan tengan una calidad de vida mejor”.

Los temas científicos a los que se dedican los profesionales de Ikerbasque son muy variados, y van desde las colisiones entre grupos de galaxias, que han dado nuevas pistas sobre la complexión de la materia; hasta una nueva propiedad de las células madre en animales. La doctora Aitziber López también acaba de recibir una de las becas de Ikerbasque para su proyecto, que además ha sido uno de los once que han conseguido financiación del Consejo Europeo de Investigación.

Esta bioquímica, que pasó ocho años en la Universidad americana de Yale, lidera desde enero en el Cic Biomagune el grupo de Nanotecnología Biomolecular. Durante cinco años tratará de desarrollar ingenierías en nanodispositivos para aplicarlas en tecnologías energéticas, electrónicas, sensores o herramientas de diagnóstico. Su trabajo consiste en examinar la naturaleza para entender los principios más básicos de las proteínas, como por ejemplo cómo se crea el cabello, la tela de araña, o el motor que hace girar los flagelos -apéndices de una célula con forma de látigo que se mueve-. Y una vez obtenido el conocimiento suficiente, la idea se basa en “usar las proteínas como si fueran piezas de lego para construir y ordenar cosas”, detalla.

En la misma línea que Idoia García, López también celebra que se fomente la oportunidad de poder volver a casa “con las garantías de continuar con la carrera profesional”.