Las medidas de prevención minimizan las afecciones del temporal en Bizkaia
El rompeolas de Bermeo sufrió los desperfectos más graves por un oleaje que generó daños menores en otras nueve localidades
Gernika-Lumo - La prevención, en forma de medidas para minimizar los riesgos fue ayer el mejor antídoto para que la costa de Bizkaia sortease daños de mayor consideración tras dos maretones en apenas 24 horas. En la memoria estaban las ciclogénesis que golpearon el litoral en 2014. Las advertencias funcionaron, si bien hasta diez localidades de Bizkaia sufrieron los embates marítimos con olas de casi 10 metros y rachas de viento de más de 120 kilómetros por hora. Nuevamente Bermeo fue el municipio más castigado, con la rotura de un tramo de 40 metros del espaldón de su rompeolas. La lista de pueblos damnificados se completa con Ondarroa, Lekeitio, Getxo o Elantxobe, que vieron otra vez cómo el mar se hacía con sus calles.
La primera sacudida marítima llegó en la madrugada de ayer. Los problemas comenzaron en plena madrugada en puntos como Bermeo u Ondarroa, donde el mar golpeó con mayor virulencia. Con la flota pesquera exiliada a zonas más seguras -aunque algunas embarcaciones se quedaron en sus puertos base-, sus dársenas sufrieron los desperfectos de mayor consideración. En ambas localidades llueve sobre mojado. No en vano hace dos años sufrieron importantes daños, y ayer muchos volvieron a mirar con cierto miedo a la costa. La coincidencia con las pleamares, junto a la altura de las olas y el viento, hicieron que algunas de sus calles permanecieran anegadas durante las primeras horas del día. La zona deportiva de Bermeo fue ejemplo de ello. El agua llegó a negocios hosteleros y portales de viviendas, además de crear una piscina en las obras que el Gobierno Vasco acomete para reforzar el muelle de Portu Zarra. Conscientes de los avisos lanzados por las instituciones, los bermeotarras tapiaron puertas y ventanas. Ello permitió hacerle frente a la fuerza del Cantábrico; pero no sucedió lo mismo con el rompeolas.
Con una factura mucho menor que en 2014, cuando varios maretones hicieron que el espigón de Frantxua sucumbiera -haciendo que la factura para recuperar el espacio portuario fuera de 8 millones de euros-, en esta ocasión el coste será mucho menor. Afectó “a 40 metros del espaldón del puerto, al pantalán de remo y la fachada de la fábrica de hielo, dos flotadores, a la rampa de cemento y a varias tapas de arquetas y otros elementos que han sido arrastrados por el agua. También se han roto tres fingers de los pantalanes deportivos”, detallaron desde el Gobierno Vasco. Las cifras aportadas fueron tildadas de “datos provisionales de una primera evaluación” que se hará más profunda cuando el temporal amaine.
El Ejecutivo de Lakua se felicitó porque “las obras y actuaciones realizadas tras los temporales de hace dos años”, especialmente con la colocación de poco más de 3.100 bloques de hormigón, sirvieron “para proteger a las distintas infraestructuras portuarias”. Pero siendo el dique “que tiene mayor calado en su morro de todos los puertos -con 20 metros-, las olas inciden con una energía excepcional”, apuntaron. La rotura afectó a un tramo del espaldón del rompeolas “que todavía no ha sido reforzado”. Robustecer la sección caída al mar es la solución para dotar de mayor seguridad a una infraestructura de contención básica para la defensa de la villa marinera. “Por todo ello se estima con bastante exactitud que la reparación supondrá un coste de 150.000 euros”.
Tampoco fueron unas horas tranquilas en Ondarroa. El agua entró en garajes, portales y comercios de varias calles que bordean el río Artibai con una inusitada fuerza, lo que también afectó a diversas embarcaciones de recreo. Los paseos de San Juan Talako y un local de Isuntza Arraun Taldea, cuyos cristales reventaron las olas para dejar anegado el lugar, fueron los mayores desperfectos en Lekeitio. El mar también se abrió paso en los puertos de Ea, Mundaka y Elantxobe, en el paseo de Ereaga, en Getxo, que se llenó de arena y alcanzó incluso a la Oficina de Turismo, o Pobeña, en Muskiz, que sufrió una inundación.
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