zumaia - Una veintena de voluntarios pueden recoger y separar más de 1.500 elementos de basura en solo 30 minutos en una playa de Gipuzkoa. Plástico de todo tipo en su gran mayoría pero también vidrio y cristal, material de obra, papel, cartón, madera, metal... Residuos de todo tipo arrojados no solo al mar, sino también en tierra por el ser humano y que a menudo terminan en las playas o en el fondo marino con consecuencias, que aún hoy son difíciles de evaluar, incluso para la salud humana.

Recoger, separar primero en doce grupos y luego hasta en 120 subgrupos así como cuantificar los residuos es lo que hizo ayer un grupo de senderismo de Atzegi, compuesto por una veintena de personas que colaboraron en el muestreo de invierno que la organización Surfrider, en colaboración con la Diputación de Gipuzkoa, ha llevado a cabo en tres playas del territorio durante 2014.

Esta organización sin ánimo de lucro de ámbito mundial se dedicada desde hace 21 años a la protección, puesta en valor y gestión sostenible del litoral. En mayo de 2014 firmó un convenio con la Diputación de Gipuzkoa a través del cual recibe una aportación de 4.000 euros para impulsar este proyecto de monitorización de los residuos que terminan en nuestras playas.

Pero, ¿qué tipo de residuos son y de dónde vienen? Es lo que se pretende saber para combatir y prevenir la acumulación de desechos.

Según datos de la Diputación de Gipuzkoa, ya desde el año 2000 y de forma continuada, las playas del territorio reciben más de 1.000 toneladas de residuos cada campaña. Con cifras frecuentemente cercanas a las 1.500 toneladas y con un pico extraordinario que se registró en 2003, donde los servicios de limpieza de la Diputación y el Ayuntamiento de Donostia retiraron 3.407 toneladas de residuos. El doble de lo habitual.

Con la muestra tomada ayer por Surfrider y el grupo de voluntarios de Atzegi en la rocosa playa Inpernupe de Zumaia -la cuarta del año: primavera, verano, otoño e invierno-, al este del arenal de Itzurun, se cerró el ciclo de doce muestreos obtenidos en tres playas de Gipuzkoa en 2014. La citada de Zumaia, la de Burumendi en Mutriku y la cala Murgita en Donostia, a los pies del monte Ulia, han sido objeto de estudio. Los datos obtenidos son enviados a Azti Tecnalia y al Ministerio español de Medio Ambiente. El objetivo: determinar el nivel de contaminación marina que se mide a través de once indicadores. Uno de ellos el de los residuos de las playas. Para monitorizar y cuantificar los residuos, Surfrider usa la metodología del convenio internacional Ospar para la conservación y mejora del medio marino.

recuperar el mar para 2020 El convenio sobre la protección del medio marino del Atlántico Nordeste, o convenio Ospar, fue suscrito en París el 22 de septiembre de 1992 y entró en vigor en 1998. Es de obligado cumplimiento para los Estados firmantes: Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Portugal, España, Suecia, Suiza y Reino Unido.

El objetivo general de Ospar, según recuerda el Ministerio de Medio Ambiente, “es conservar los ecosistemas marinos, la salud humana y restaurar cuando sea posible las áreas marinas que hayan sido afectadas negativamente por las actividades humanas”. De hecho, la estrategia sobre diversidad biológica y ecosistemas tiene por objeto detener y prevenir para 2020 la pérdida de biodiversidad ante la amenaza de la contaminación.

Recientemente, un estudio en el que han participado investigadores de todo el mundo, estimaba que en la superficie del mar hay unas 270 toneladas de plásticos. Para Sabina Hourcade, responsable de comunicación de la oficina de Surfrider en Donostia, “este es un dato terrible”.

270 toneladas de plástico flotando Son 5,25 millones de fragmentos de plástico flotando en la superficie de nuestros Océanos. Así lo recoge un estudio elaborado a partir de datos de expediciones realizadas entre 2007 y 2014 en EEUU, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Chile, Francia, México y Australia.

Precisamente, la labor que Surfrider está haciendo en Gipuzkoa, además de ir en esta línea, incorpora un “enfoque social”, explica Hourcade, de modo que los muestreos se han realizado con voluntarios de personas sin techo acogidos por Cruz Roja, en el caso de Donostia; personas de la tercera edad, en el caso de Mutriku; y personas con discapacidad psíquica de Atzegi en Zumaia.

“En general hemos visto que hay mucho plástico y residuos relacionados con la pesca, cajas de poliestileno, de esas blancas estilo corcho, cuerdas... Se puede concluir que en Zumaia ha aparecido mucha botella, cerámica y mucho cristal y material de la construcción. La peculiaridad de Inpernupe es que hace décadas se usaba como vertedero y otra característica es que hay mucho cristal. Aún no sabemos por qué”.

“En Mutriku han aparecido restos de útiles relacionados con la pesca, cuerdas, bolsas, poliestileno y también muchas colillas; residuo echado allí. Y en Donostia, en la cala de Murgita, que no es muy frecuentada porque es de difícil acceso, no hemos visto muchos residuos que llegan del Océano, pero sí algunos depositados allí, como botellas, envoltorios de chuchería”, explica Hourcade.