El ‘piquillo’ de los guipuzcoanos
Los pimientos, crudos o asados, que se venden estos días en los puestos de puente la reina atraen cada año a decenas de vascos aficionados a uno de los productos más exquisitos de la huerta navarra
PUENTE LA REINA-GARES - Cuando arranca septiembre, un aroma peculiar recuerda a los vecinos del municipio navarro de Puente la Reina que el otoño está llegando. Un olor que permanecerá, día tras día, hasta que esté a punto de llegar el invierno. Es el perfume de los pimientos asados, que se exponen para su venta durante 12 horas diarias en ocho puestos de la campa de la Fundación Mena, sobre la calle Las Huertas.
Allí, desde hace una quincena de años, ocho productores puentesinos instalan sus tenderetes donde venden toda clase de pimientos, rojos o verdes y de cualquier variedad. Ocho productores que llevan decenas de años vendiendo este artículo culinario a quienes llegan de otros municipios de la Comunidad Foral, pero también de la CAV, sobre todo desde Gipuzkoa. El precio de los pimientos apenas varía entre un puesto y otro. Así, dependiendo del tipo (hay una decena), el kilogramo del fruto crudo cuesta entre 1,10 euro hasta 1,60 euros. Si se quiere asado, el precio sube hasta 1,80 euros como máximo.
Si el olor que caracteriza Puente la Reina es el de los pimientos asados en otoño, el oído se adapta a una mezcla de acentos de diferentes zonas de Euskadi. Los productores y vendedores de pimientos coinciden al afirmar que la mayoría de los que se acercan a comprar su producto son vascos, especialmente guipuzcoanos.
“Son clientes de hace muchos años que vienen expresamente a comprar pimientos”, comenta Sara Rodríguez, de Pimientos Eyaralar. Entre ellos, Mariano de Blas, vecinos de Donostia, que cada año se asoma a Puente la Reina para agenciarse una buena cantidad de pimientos rojos. “De piquillo”, matiza. “Calculamos cuánto vamos a necesitar, hacemos el encargo y vengo a por ellos”, añade. Esta vez, dos bolsas de 30 kilos cada uno, “una para mí y mi mujer, la otra para un matrimonio amigo”, comenta.
kilos y kilos El pimiento que más prefieren los clientes es el de piquillo. Y así se confirma en la trasera del puesto de Rodríguez. Allí, en una decena de sillas, los que compran tienen la opción de formar parte del proceso, y con la ayuda de una herramienta, quitan las pepitas y los nervios de los kilogramos que acaban de adquirir, justo antes de ser asados. En esta tarea se hallan el matrimonio formado por Esperanza y Jesús, vecinos de Pamplona. “Venimos cada año varias veces y compramos para nosotros y para nuestros hijos”, comenta ella. Para la pareja, formar parte de este proceso es “entretenido”, pero sobre todo interesante porque “así nos ahorramos un dinerito”, según Esperanza.
Pero también pasan por la campa principiantes en este tipo de mercado. Como las guipuzcoanas Itsaso Arana y Rosa Ruiz. Esta última cuenta que “es la primera vez que venimos, animadas por unos amigos que vienen cada año”. Y para probar, cargan sus coches con quince kilos de pimientos cada una. “Tantas recomendaciones hacen que confiemos en que estarán riquísimos”, declara Arana.
“Este verano ha sido bastante malo para el cultivo por el frío, pero el buen tiempo que ha hecho al final de la estación ha ayudado a madurar al pimiento”, relata Vicente Arraiza, de Pimientos Arraiza Azcona.
Y que los clientes recorran tantos kilómetros es “un orgullo, pero sobre todo una recompensa a la labor que hacemos durante todo el año”, comenta Rodríguez. “Se pasan muchas calamidades”, añade Nieves Etayo. Y todos coinciden al afirmar que, si tanta gente conduce durante cientos de kilómetros, es porque está claro que lo que venden es un producto de calidad.