Berlín ?Angela Merkel celebró ayer su 60º cumpleaños, un evento que, a priori, pertenece a su esfera más íntima pero que ha terminado por hacer sombra a su labor política. Ayer la prensa germana se volcó con el aniversario de la canciller publicando numerosos perfiles que repasaban la carrera y la biografía de una de las mujeres que más odios y admiraciones despierta, pero que indudablemente está en la cima de su carrera política.

Merkel ingresó en la CDU con 35 años. En el año 2000, tras un escándalo de financiación ilegal, se hizo con las riendas de la formación conservadora llevándose por delante incluso a su mentor, el excanciller Helmut Kohl. Con la Unión Cristianodemócrata ha logrado ser elegida tres veces canciller. Con 60 años, apunta el semanario Der Spiegel, “está en la cima de su carrera política, es popular entre sus ciudadanos, una figura indiscutible en su partido y en el Gobierno y, además, la mujer más poderosa del mundo”.

Poco amiga de los sobresaltos, durante la crisis ha jugado un papel principal en la Unión Europea, donde ha defendido con mano de hierro el control del gasto público y forzado la firma del Pacto Fiscal, la biblia de la austeridad. Este liderazgo en Bruselas ha sido percibido como una amenaza, sobre todo en países rescatados como Grecia, Portugal o España, donde Angela Merkel es identificada como una especie de Cruella de Vil de la política. No obstante, su forma de gobernar se percibe en Alemania de un modo muy diferente al que ha calado en los últimos años en los países del sur. En casa se refieren a ella como Mutti (Mami) y su estilo se define como sosegado y, en ocasiones, blando. No es raro que los medios germanos le echen en cara a la canciller que no sabe reaccionar con determinación, que se limita a esperar y que jamás dice con claridad lo que está pensando, una “cualidad” que se achaca al hecho de que se haya criado en la RDA.

Sus críticos la tachan de oportunista y recuerdan la facilidad con la que se apropia de las ideas de sus oponentes, sus más estrechos colaboradores destacan de ella su sentido del humor y la prensa entiende que su sencillez, su falta de ego, y su poca querencia por el dinero explican su popularidad. El politólogo Herfried Münkler, de la Universidad Humboldt de Berlín, en una reciente charla con medios extranjeros, explicaba cuál es a su entender el mayor logro de Merkel: “Es una paradoja, pero su mayor éxito es que en su mandato no se puede identificar ningún gran éxito”.

Merkel celebró su 60º cumpleaños en la Konrad Adenauer-Haus, sede de los democristianos en Berlín, invitando a unas 1.000 personas. La celebración fue como siempre discreta. Como de costumbre, invitó a un investigador destacado, en este caso al historiador Jürgen Osterhammel , especialista en el siglo XIX y en la globalización del siglo XXI, que impartió la conferencia Pasados: sobre los horizontes temporales de la Historia. A los asistentes, entre ellos miembros de su actual Gabinete y de sus gobiernos anteriores, Merkel les pidió que no trajeran regalos y que, en su lugar, hicieranun donativo a la Fundación Josep Carreras para la lucha contra la leucemia.

En Bruselas, durante el Consejo Europeo, la canciller alemana fue agasajada con un ramo de flores y una camiseta de la selección alemana firmada por los líderes europeos. El cumpleaños ha llegado en medio de cuantiosos rumores sobre su futuro político y la posibilidad de presentarse de nuevo como candidata de la CDU a las próximas elecciones. La prensa alemana especulaba ayer con una posible marcha de la canciller de la vida política antes de que termine la legislatura. Der Spiegel sentenciaba: “El país sabrá salir adelante sin ella como canciller, pero su partido no”. l